“Fue revolucionario lo que pasó en la Argentina con la Ley de Cupo Femenino. A veces pasa en medio desapercibida, pero a mí me parece que es en términos políticos fue un hito fundamental”, dice Mariana Caminotti, politóloga, que hizo su tesis de doctorado sobre el proceso que derivó en la sanción, el 6 de noviembre de 1991. En un país con tanto gusto por patentar sus inventos, no se dice mucho que fue el primero del mundo en aprobar una ley que luego se multiplicó en América Latina. Estipulaba que los partidos debían integrar con un 30% de mujeres todas sus listas para las elecciones legislativas. 

La historia merece un libro –que tal vez Caminotti escriba a partir de su tesis- y es inescindible de muchas leyes que vinieron después. También de su prehistoria: los Encuentros Nacionales de Mujeres iniciados en 1986, y que siguen aún hoy como Plurinacionales de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, No Binaries e Intersex.

Inspiradas en los partidos socialistas europeos, las militantes de la UCR plantearon una ley de cupo interior al partido. No les dieron bolilla. Entonces, con un promedio ínfimo de legisladoras nacionales, la senadora mendocina de la UCR Margarita Malharro de Torres presentó el proyecto de ley, en 1989. Contaba con Liliana Gurdulich, senadora por Santa Fe. Eran las únicas mujeres en la Cámara.

Con la asunción de Carlos Menem en la presidencia, y la creación del Consejo Nacional de la Mujer, la historia de participación política de las mujeres impulsada por Evita se reactivó: la consejera presidencial Marcela Durrieu y la presidenta del Consejo Nacional de las Mujeres, Virginia Franganillo, convencieron al mandatario para que se aprobara. Y se activó la militancia en todo el país. Multisectoriales, multipartidarias, foros, se crearon en las provincias.

El debate llegó a Diputados. “Es hermoso ver el debate parlamentario, porque los discursos mostraban lo disruptivo que era un proyecto así en ese momento. Ningún partido tenía voluntad de aprobarlo, ni el radicalismo ni el peronismo. Los legisladores no lo querían aprobar y Menem mandó a Manzano al Congreso a la madrugada para alinear al bloque peronista, porque era una decisión del presidente. El bloque radical no se podía quedar afuera. Terminaron votando por una gran mayoría favorable, después de todos discursos negativos. Votaron todos a favor con excepción del Movimiento al Socialismo y de la UCD”, rememora Caminotti.

La historia está plagada de nombres propios, pero también de movilización. La vigilia por el cupo fue multitudinaria, convocó a mujeres de distintas provincias que fueron a la Plaza de los Dos Congresos. La red multipartidaria (multisectorial también) que activó esa legislación marcó también un camino para el futuro.

Con multitudes de mujeres movilizadas, hubo ley de cupo. “Las organizaciones que no pertenecían a partidos políticos lo veían como una cosa que no tenía que ver con las estructuras políticas, como una cuestión partidaria que no les iba ni les venía, pero en realidad, esa ley posibilitó que las mujeres entraran tanto en el Congreso Nacional como a las legislaturas provinciales y a partir de ahí fueron posibles un montón de leyes que empezaron a responder a los reclamos de las mujeres”, considera Alicia Tate, militante radical histórica, y una de las impulsoras de la misma ley en la provincia de Santa Fe.

Ahora que Rodolfo Barra vuelve al Estado, hay que recordar que fue esa ley la que permitió el ingreso de mujeres a la Convención Constituyente que sesionó en Santa Fe, en 1994. Y algunas eran feministas, como también algunas asesoras, tal el caso de Marcela Rodríguez.

Barra proponía derogar el artículo 86 del Código Penal (el que plantea las causales de los abortos no punibles) y declarar inconstitucional el aborto. Fue la articulación entre mujeres la que logró que el presidente Raúl Alfonsín amenazara con dejar la convención –y sin efecto el Pacto de Olivos- si se incluía esa cláusula.

“Ahora uno lo dimensiona en la distancia, no éramos nadie en aquella época, éramos un puñadito y algunas convencionales como Cecilia Lipzyc, María del Carmen Feijóo, el resto eran mujeres de… Y era la primera vez, no estábamos acostumbradas a hacer lobby en una Convención Constituyente. En aquella época era dificilísimo, y sin embargo nos sentíamos ganadoras, porque pudimos hacer hablar de estos temas. Los diarios estaban escandalizados porque se estaba hablando del aborto. Nos hicieron una procesión de varias cuadras, con velitas”, rememora Mabel Busaniche, fundadora de la Asociación Civil Palabras, histórica feminista de la ciudad de Santa Fe, donde se realizó la Convención.

También recuerda que hablaron con Barra “en dos oportunidades”. “Realmente, nos escupía, no nos dejaba hablar. Muy desagradable”, rememoró. “Lo que impedimos, y se empezó desde ahí, fue que la constitución prohibiera el aborto. Barra quería sacar el artículo 86, retrotraer antes de 1921. En aquel entonces no había distribución de anticonceptivos, nada, todo eso vino después”, siguió Busaniche.

En el libro Remando, ella misma lo recuerda así: “Llenamos de carteles todas las paredes con explicaciones alusivas a la temática y en la puerta pusimos una gran pancarta que decía: 'Nuestra decisión importa'. Llegaban las y los constituyentes y se quedaban a escuchar a oradores de todos los partidos —porque era importante mostrar la diversidad— como Anibal Ibarra y Cecilia Lipszyc (Frente Grande), Alfredo Bravo (Socialismo), Mabel Bianco (Radical), entre otros. Esa conferencia fue un éxito, el hall del Paraninfo de la UNL estaba completo”.

Sin ley de cupo, hubiera sido imposible.