“La ESI es una mentira y un eslogan político”, así explicó el referente de la Libertad Avanza, Ramiro Marra, la Ley de Educación Sexual Integral aprobada en Argentina el 17 de agosto de 2006. Desarrolló un argumento dirigiéndose expresamente a les estudiantes: “Hay cosas que te pueden enseñar en el colegio y hay otras cosas que te las tienen que enseñar en casa. No puede ser que lo que les digan en el colegio sea lo único que tienen que escuchar. También hay otras voces”.
A 40 años de democracia, la ESI ocupa un terreno de disputa, la llamada batalla cultural. Es en esa arena que urge poder detectar sus representaciones erróneas, identificar las transformaciones concretas que devinieron de su aplicación y elaborar las estrategias para defenderla frente a la postura del futuro gobierno que desconoce la importancia de su existencia.
Es curioso que Marra destaque la existencia de “otras voces” refiriéndose a la familia: ¿Es acaso la familia la que hospeda una voz otra? ¿O es la escuela la que amplifica las posibilidades de diversificar voces que incluyen a toda una comunidad educativa de docentes, no docentes, estudiantes, directivos y también familias que intentan construir una vida en común que respete la diversidad?
El colectivo “X Más ESI” está compuesto por docentes de todos los niveles educativos a nivel federal que este año celebraron los 17 años de la existencia de la ESI a partir de una acción en la que destacan en el marco de los 40 años de democracia, las 40 razones para defender la ESI: entre algunas de esas razones destacan a la ESI como herramienta central para democratizar la vida y los vínculos, para establecer y promover relaciones respetuosas, valorar la diversidad, transformar las desigualdades sociales, reflexionar sobre los mandatos machistas y patriarcales, visibilizar y prevenir las situaciones de violencia de género, cuestionar los estereotipos de belleza, desarmar prácticas racistas y discriminatorias y superar miradas moralistas, biologicistas y binarias sobre la sexualidad.
Lili Maltz es capacitadora en ESI y parte del colectivo, según ella la pedagogía de la ESI es una pedagogía del cuidado y la ternura y en este sentido “va de la mano de la democracia porque fomenta el diálogo, habilita la palabra y promueve relaciones igualitarias”. A la hora de analizar las transformaciones concretas desde su implementación enumera: “disminución en la tasa de embarazos no deseados en adolescentes, el reconocimiento de que la mayor cantidad de abusos intrafamiliares han sido detectados después de abordar contenidos de ESI en las escuelas, el empoderamiento de los cuerpos desde las infancias, la visibilización de otras maneras de vivir la sexualidad y el entendimiento de que no hay formas de vivir la sexualidad que sean normales y otras que no”, explica Maltz. Se trata de premisas que fueron ensanchando las posibilidades de componer formas de vida que no estén únicamente arraigadas a las estipuladas en el seno familiar.
Un cuestionamiento a la institución familiar que antecedió la ley y que fue parte de una lucha encarnada por el feminismo y luego potenciada por luchas que tuvieron como demanda la promulgación de leyes que le siguieron: la Ley de Identidad de Género, de Matrimonio Igualitario o de Interrupción voluntaria del Embarazo.
La ESI: lo común y el respeto por la diversidad
“La ESI es impensable sin la democracia” dice Mirta Marina López, Directora de Educación Sexual Integral de la Provincia de Buenos Aires. Reconoce que la pedagogía de la memoria y la democracia y los derechos sexuales reproductivos y no reproductivos siempre fueron líneas de política pública muy emparentadas: “Poder leer con perspectiva de ESI el pasado, la recuperación de la memoria fue una constante, tanto a nivel nacional como ahora a nivel provincial. Y tiene una particularidad en términos contraculturales, ya que cuesta trabajar para desarmar ciertas representaciones muy arraigadas y erróneas tanto respecto a la ESI como las políticas de derechos humanos” explica Mirta Marina López.
Desde esas representaciones la aplicación de la ESI en las escuelas se lee como adoctrinamiento o como expresiones de “ideología de género”, para Marina López la estrategia para defenderla tiene que centrarse en tres pilares fundamentales: acompañar a les docentes, escuchar a les estudiantes y defender las leyes. A su vez destaca que hay muchas de estas representaciones erróneas, como por ejemplo que la ESI promueve iniciaciones sexuales tempranas, que suceden por falta de información, es ahí en donde “hay que profundizar esa estrategia pedagógica”, explica.
Para Maltz otra de las estrategias es poder invitar a las familias a que conozcan que implica la ESI en las escuelas: “que puedan participar de jornadas, mostrarles los materiales que se utilizan. También apoyarnos en los centros de estudiantes y las comisiones de género” explica.
“La ESI nació peleando, es una pedagogía crítica que incluso cuando fue creada era otra ESI. Distinta a la Ley promulgada en la Provincia de Buenos Aires en 2014 que es mucho más avanzada”, explica la directora provincial de Educación Sexual Integral y agrega “en 2006 la Ley de ESI no estaba acompañada de otras leyes como la la Ley de Identidad de Género o la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, leyes que hoy son fundamentales para su existencia”.
La construcción de la vida en común en la escuela en un ámbito de respeto a la diversidad no es una consigna, aborda desde el marco de esta ley la pregunta sobre qué vidas queremos y cómo hacerlas posibles. Es una pregunta que aparece en esa arena revuelta, de disputa, de lucha y de victorias que sin duda dieron paso a celebrar “batallas ganadas” pero que hoy se reinventan y demandan un enorme trabajo tal vez de resistencia, tal vez de defensa o tal vez de seguir profundizando la respuesta a la pregunta de qué vidas queremos vivir.