La ética de lo viviente en psicoanálisis se basa en lo que Lacan llamó al inicio de su enseñanza la falla epistemo-somática, que luego llamó el malentendido fundamental y luego lo imposible, y que finalmente subsumiría en la fórmula No hay relación sexual. Utilizada inicialmente para indicar que en el nivel del goce no hay completitud del encuentro sexual, el concepto de no-relación puede aplicarse a la disyunción entre lo real de la vida y lo viviente que sobrepasa el anudamiento R.S.I. La ética del viviente en psicoanálisis se orienta desde el agujero de la no-relación que confiere a la existencia su dimensión problemática. Cada uno tiene que inventar un saber hacer con la fatalidad de la no-relación en el fundamento de su existencia.

Vivir -y morir- no tiene nada de natural para los humanos. La vida se impone al cuerpo y con ella surge la angustia, signo de lo real. El fuera-de-sentido de la vida provoca la angustia de la vida o su reverso, la angustia de la muerte, que, análoga a la castración, es sobre todo la angustia de la pérdida y la separación. Lo real de la vida no tiene solución lenguajera, sin embargo, es necesario un tratamiento significante para sentirse viviente. Al comienzo de la vida, sobrevivir significa vincular la vida del cuerpo al lenguaje y, para ello, “transformar la propia vida en un significante limitado al rasgo unario”. De las modalidades de inscripción en el lenguaje derivan las formas singulares del sentimiento de la vida a la frágil existencia subjetiva. Las formas de estar vivo varían según las circunstancias, cuando, por ejemplo, la intrusión de un real traumático que abole al sujeto, como cuando se impone lo real de la enfermedad incurable que confronta al sujeto con los límites de lo invivible.

Pero la relación con la vida no puede entenderse sin tener en cuenta el goce que puede llevar a un sujeto a preferir la muerte a la vida. Si el acto suicida es una decisión y una responsabilidad asumida por el sujeto, es necesario considerar cuán inhumana puede ser esta libertad para los familiares y extrema para el propio sujeto. La libertad inalienable inherente al ser humano para huir en la nada implica también que el acto suicida sea la mayoría de las veces el resultado de una situación de impasse subjetivo o de la ruptura de la relación con el otro. 

Las prácticas e ideologías precedidas por el prefijo eu (del griego “bien”) -eutanasia, eugenesia, eudemonismo- basadas en las ambiguas nociones de dignidad, compasión o piedad, nos sumergen en la “apatía del Bien universal”. Ellas tienden a justificar la renuncia a los cuidados y alimentan la ilusión de un mundo sin imperfecciones ni fracasos. Fue bajo el epígrafe de la “eugenesia científica”, fundada por Francis Galton en 1883, que se abrió el camino para las prácticas de eliminación de los enfermos mentales, los discapacitados y los ancianos, en las horas más oscuras de nuestra historia. Los propios científicos se ven atenazados por la angustia ante ciertas aplicaciones de los descubrimientos científicos que desarrollan en respuesta al enigma de la vida.

El psicoanálisis no promete felicidad para todos, ni progreso. No hay una pulsión interna de perfeccionamiento en los seres humanos. “Freud nos dice: no piensen que la vida es una diosa estimulante que surge en la más bella de las formas, [es] más bien, una hinchazón, [...] caracterizada [...] por su aptitud para la muerte". Teniendo en cuenta el hecho de que el lenguaje mismo compensa la ausencia de relación sexual[4], la ética de lo vivo consiste en tratar el componente mortal de lo real pulsional de un sujeto para mantener la satisfacción sublimatoria necesaria para su vida. El deseo de vivir depende de las razones de existencia que confiere la presencia y continuidad de un lazo al otro. En la búsqueda de la verdad a la que lo real obliga, las significaciones de la vida y sus efectos de goce varían. Así, frente a una enfermedad crónica o letal, bajo la transferencia analítica, se producen reordenamientos subjetivos, empujando cada vez más los límites de lo que un sujeto pensaba que podía soportar. Apostando por la dimensión creativa del inconsciente, el método freudiano es capaz de apoyar al sujeto en su disposición a vivir.

*Psicoanalista. Psicoanálisis Lacaniano. Blog de transmisión.