Cuando se analizan las responsabilidades que tuvieron distintos sectores de la sociedad durante la última dictadura, la pregunta sobre el rol de la Iglesia católica emerge como una de las más importantes y, a la vez, una de las más difíciles de responder debido al hermetismo con el que ha operado la institución. En este contexto, La verdad los hará libres, la investigación realizada por la Facultad de Teología de la UCA a pedido de la propia Conferencia Episcopal Argentina (CEA), que fue plasmada en una trilogía de libros, se propone trazar un primer aporte a partir de archivos desclasificados por El Vaticano. El trabajo se presentó este miércoles en el Espacio de la Memoria exESMA, en un encuentro coordinado por Carolina Villella, abogada del equipo jurídico de Abuelas de Plaza Mayo.
"Desde Abuelas creemos que esta investigación es de suma importancia en la medida en que permitió acceder a documentos que hasta el momento nos estaban vedados", valoró Villella al comienzo de la presentación. Una de las mayores esperanzas que albergan en el organismo es que, a través de esa documentación, se puedan trazar nuevas pistas que permitan encontrar a algunos de los más de 300 nietos que continúan sin conocer su identidad. El trabajo permitió, en este sentido, establecer múltiples vínculos de la institución eclesiástica con el plan sistemático de la dictadura.
Del encuentro participaron los coordinadores de cada uno de los tomos: el presbítero y decano de Teología de la UCA, Carlos Galli; el presbítero y doctor en Teología Luis Liberti; y la doctora en Teología Marcela Mazzini. Estuvieron acompañados por el sociólogo e investigador del CEIL-Conicet Leonel Tribilsi. Galli explicó el proceso por el cual, en 2012 y tras sucesivos "exámenes de conciencia", las autoridades episcopales decidieron recopilar y ordenar el archivo para abrirlo, cuatro años después. "Sabemos que los militares destruyeron toda la información disponible y por lo tanto es muy difícil saber qué pasó con una persona. Esa información no está en los archivos de la Iglesia, pero sí podemos saber qué pasó con los reclamos que sus parientes hacían a los distintos estamentos de la jerarquía eclesiástica para ver cómo evolucionó esa solicitud y si hoy logran hacer algún aporte", sostuvo.
En 2017, el presidente de la CEA, Oscar Ojea, le solicitó a Galli que coordinara una investigación que diera cuenta de las distintas actuaciones de la Iglesia durante los años del terrorismo de Estado. Si bien la publicación resultante no alcanza a reconocer una responsabilidad institucional, y el mismo Galli se mostró dispuesto a discutir el componente "eclesiástico" de la dictadura cívico militar, el teólogo sostuvo que "la Iglesia católica es la única que ha hecho autocrítica" dentro del abanico de organizaciones que participaron directa o indirectamente en el proceso. Asimismo Galli, que reconoció tener más de 21 desaparecidos entre sus conocidos, aseguró que "durante décadas queríamos que esto se hiciera. ¿Cómo no íbamos a asumir el desafío cuando nos lo propusieron? Pero nuestro aporte no es como el de las Abuelas, nuestro aporte es académico".
La trilogía fue publicada por Editorial Planeta y se compone de una vasta documentación y testimonios. Los dos primeros tomos se abocan a la investigación histórica. El primero trata sobre el período que va desde 1966 a 1983, con una variedad de fuentes públicas y privadas, mientras el segundo enfatiza los años de la última dictadura, con archivos provenientes de la CEA y El Vaticano. Juntos abren el camino al tercer tomo, que ofrece una lectura hermenéutica de lo acontecido.
Liberti explicó que "la Iglesia no generaba registros por sí sola", sino que cada expediente al que tuvieron acceso se originó ante la consulta de familiares y amigos de las víctimas que concurrían a la congregación. En ese sentido, sostuvo que de la circulación de información entre los miembros de la CEA y El Vaticano, analizada en el segundo tomo, quedan claras tres cosas: las cuestiones por las cuales se gestionaron los pedidos, las expresiones que se lograron y las acciones realizadas por la CEA y la Santa Sede. Y destacó que solo el 35 por ciento de las solicitudes eran contestadas desde el gobierno de facto.
El tercer tomo, explicó más tarde Mazzini, se compone de 22 capítulos escritos por académicos nacionales e internacionales y 15 testimonios entre los que se encuentra el del sobreviviente de la Masacre de San Patricio. La teóloga destacó el cruce interdisciplinar que surgió del aporte de los diferentes autores y recordó que "esta no es la única verdad. Es una interpretación, a la que llegamos después de un estudio honesto, pero limitado".
Tribilsi reconoció la complejidad del análisis del rol de la Iglesia en la dictadura, que se aleja de la simplificación dicotómica de la realidad. "Se señala a una iglesia cómplice, victimaria, y a una iglesia perseguida, víctima. Y aun en esas categorías simplificadoras hay muchas otras distinciones, superposiciones, cambios de actitud, acciones individuales, colectivas e institucionales. Es a este tipo de verdad compleja que deseamos arribar porque tenemos fe en que va a ir de la mano con la justicia y la reparación". También hizo un llamado a que otros académicos y organismos de derechos humanos puedan tener acceso irrestricto a la documentación. "Memoria es también pensar hacia el futuro y, en ese sentido -sostuvo-, creo que este libro más que cerrar una etapa está abriendo una puerta por la que es necesario transitar."
Informe: Diego Castro Romero.