Hay un tipo de teatro muy particular, con su estructura y reglas propias: el que tiene al público más pequeño entre los pequeños como destinatario, esos bebés de meses que comienzan a descubrir el mundo, esos nenes que empiezan a hablar a su modo. Como todo teatro, es ante todo un hecho artístico, pero en este caso todo su desarrollo está puesto en función de la comprensión y el disfrute de ese público. En la Argentina, es pionera en este teatro para bebés y primera infancia Gabriela Hillar, quien desde su Proyecto Upa, y con obras como Canciones a upa y Circo a upa, viene trabajando ya desde principios de los 90. También sumando experiencias de otras compañías y de todo el mundo, con festivales y circuitos como el que finaliza este fin de semana largo, con la participación especial de la compañía brasileña Studio Sereia, de la cantante y actriz Fernanda Cabral, con su espectáculo O farol. Hoy y mañana a las 16 habrá funciones de O farol en el teatro Taller del Angel (Mario Bravo 1239), con una invitación especial: mañana, en su día, las mamás y abuelas entran gratis.
La propuesta teatral, poética, de danza y musical de la brasileña, que trabajó con la colaboración de Chico César y Lau Siqueira, y la dirección de Clarice Cardell, está pensada para bebés y nenes hasta 4 años. Cabral la define como “teatro para crianças y sus acompañantes”, y sintetiza su búsqueda: “La idea es generar un ambiente donde te den ganas de tener a upa a tu bebé”. O farol hace pie en lo sensorial para contar una historia que parte del universo imaginario de la primera infancia, con el viaje que inicia una nena, la fantástica aventura de la vida. Cabral viene por primera vez a la Argentina y fue una de las primeras actrices del movimiento español de La Casa Incierta, una de las primeras compañías de teatro en trabajar para bebés en el mundo. Es desarrollo de su trabajo es tan amplio que abarca desde música en espacios neonatales hasta espectáculos “para grandes”, como los que aquí dará en Notorious mañana y en el teatro El Jufré (en Jufré 444, el 19 de octubre).
En 1993, Gabriela Hillar hizo su primera obra pensada para un público de hasta 3 años, basada en los hitos más importantes de la vida de ese público: el chupete, la mamadera, la pelela, la llegada del hermanito. Así surgieron primero Canciones a upa y luego Circo a upa y Danza a upa, con un tratamiento del tiempo, el espacio y el ritmo especiales. Con una duración de media hora (el tiempo promedio de atención de un bebé) y con el espacio del Taller del Angel especialmente acondicionado para estos espectadores que van “al piso”, entre colchonetas y almohadones, y con lugar para “estacionar” los cochecitos. Y hasta con un espacio preparado para la previa, para “esperar” el comienzo de la obra compartiendo libros. Ya pensando en el modo en que festejarán los 25 años, el proyecto de Hillar lleva dos millones de espectadores con estas dos obras. Y en el último tiempo fue tomando impulso como un proyecto colectivo, que suma otras compañías y otras salas, como ocurrió en este “Circuito de teatro para bebés”, en siete salas de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano. “Son tiempos de juntarnos y con experiencias como esta mostramos que solamente juntos podemos afrontar estos tiempos difíciles, rotar, acercar el teatro a las familias y seguir generando espectadores”, comenta.
“La idea es que los chicos tengan su primera experiencia de ir al teatro: no es ir a jugar, no es ir al jardín, no es ir a la plaza. Es ir a un lugar determinado, con sus códigos: hay que esperar a que den sala, dar la entrada para que la corten, recibir un programa en la mano. Y todos esos códigos están dispuestos para que los pequeños espectadores los aprehendan”, describe Hillar, psicopedagoga, maestra de nivel inicial y música, la experiencia del teatro para bebés. “La vida me mostró que quienes tienen experiencias estética tempranas son personas más flexibles, más abiertas al encuentro, más dispuestas a abrirse a las emociones, de todo tipo. Porque hay un lugarcito en el que todo esto se guarda. Cualquier sujeto se va construyendo con mayor autoestima si tiene experiencias estéticas que lo ponen en contacto con la belleza. Todo esto que lo que trabajamos con arte para bebés constatamos diariamente, hoy está demostrado por la neurociencia”, asegura Hillar. “En veinte años de trabajo, puedo darme el lujo de decir que fuimos educando espectadores que se van sin necesidad de tener que decir ‘me gustó la obra’. Se van con la experiencia y la sensación de que algo sucedió, algo interno se movió, algo los conmovió. En ese sentido, el teatro para bebés tiene otros códigos”, concluye.
Con más énfasis en la música, el teatro, los títeres, la danza o el clown, según los casos. Con mucho más de movimiento y música, de invitación a lo sensorial, que de textos. Con historias simples, pequeñas, o más bien situaciones, cercanas a las que los chicos viven cotidianamente. Con el teatro como arte y con la riqueza de su diversidad. Con todo esto, el teatro para bebés se consolida, y ya comienza a tejer redes entre las compañías que lo desarrollan. Porque, sí, hasta los que todavía no caminan pueden encontrar emociones, sorpresas y goce estético: pueden ir al teatro.