Soy Argentino

También soy judío. Mi mama nació en Polonia y vino a Argentina a los 11 años, en el año 1937, huyendo con su familia del antisemitismo y la pobreza. Mi abuelo era religioso, aunque en mi casa el judaísmo fue más bien social. Por el lado de mi padre, nacido en Argentina, mis abuelos emigraron a principios del siglo 20 desde Chisinau, en aquel entonces Rumania, actualmente Moldavia. Lo hicieron por los mismos motivos, para evitar los pogromos y linchamientos. Obviamente no tengo parientes en ninguno de estos lugares, porque los que se quedaron fueron exterminados.

También soy hincha de Gimnasia, sufrido, furioso. Soy porteño, pero mi papá, platense él, me llevaba a la cancha y así mamé esa identidad futbolística. Mi papá murió sin ver a Gimnasia campeón, espero que a mí no me pase.

Por otra parte, en esta anunciación de identidades, podría decir que soy científico, aunque hace muchos años que trabajo en la industria biofarmacéutica (biotecnológica), siempre me gustaron las ciencias biológicas y siempre realicé investigación y desarrollo en mis tareas.

Y uno es una mezcla de todas estas cosas, y de otras tantas. Y cuando encara algo, todo esto está mezclado, superpuesto, condensado. Hay una amalgama que constituye nuestro ser, lo acompleja y lo hace más rico e interesante.

Las identidades nos ayudan a saber quienes somos.

Por lo tanto puedo decir que soy argentino, judío, científico, hincha de gimnasia y muchas otras cosas que forman parte de mí.

Hoy en día asistimos a situaciones en que las identidades se confunden, se mercantilizan, se bastardean.

Asistimos a las ofertas de un ex gobernador, que se jacta de haber estado en el Cordobazo, para participar directa o indirectamente en este gobierno Anarco Capitalista. Un embajador de un país limítrofe (ex candidato a presidente en oposición a Macri) se postula para permanecer en el cargo, argumentando que su vocación es favorecer la relación entre los dos países. No importa que el gobierno entrante plantee la no participación en BRICS, postula abrir fronteras e, incluso, llegó a cuestionar los vínculos con el país vecino. Y podemos seguir con una larga fila de postulantes de distintos orígenes haciendo fila frente al Hotel Libertador, sin mencionar numerosos gobernadores de signos variopintos que, mencionando la voluntad popular, se desviven por colaborar con el nuevo gobierno. Tal vez la única excepción que debemos reconocer es la de Luis Caputo. El sabe muy bien qué viene a hacer, independientemente del gobierno que lo ponga.

Algunas veces hay fricciones entre nuestras identidades. Me ha pasado que compañeros de carrera que esgrimiendo argumentos científicos (o pseudo científicos) trataban de explicar las diferencias entre los géneros, o tratar de explicar la homosexualidad como una anomalía, o justificar planteos xenofóbicos. Nada me obliga a consentir ni a estar de acuerdo. Negar o diferenciarme de estas posiciones no me aleja de mi comunidad.

Por otra parte, muchas veces las hinchadas adoptan posiciones xenofóbicas u homofóbicas en sus cánticos. No tengo por qué adscribir y sigo siendo fanático de Gimnasia.

Por eso me llama mucho la atención que un periodista, auto proclamado antiperonista (entiendo que esto no afecta su objetividad) entrevistando a la futura canciller y al preguntarle sobre su visión sobre la ley de matrimonio igualitario (por la proclamación de esta ley, dicho periodista pudo contraer matrimonio) y al responder la futura funcionaria con un ejemplo que comparaba los que eligen el matrimonio igualitario con piojosos, dicho periodista no se escandalizó, ni repreguntó profundamente ni acusó a la entrevistada de homofóbica. La misma actitud tuvo cuando un miembro de LLA comentó que cuando ve dos hombres besándose, le duele la barriga. Sólo invitó al entrevistado a asistir a la marcha por el Orgullo Gay. Considero que haberlos cuestionado no lo hace ni menos anti peronista ni menos afín con el gobierno que comienza. Recientemente atacaron en un colectivo a una docente por su condición de homosexual.

Lo que sí me da miedo es la declaración de la DAIA ante el nombramiento de un funcionario con antecedentes antisemitas y que realizó un atentado contra una sinagoga. La DAIA, lejos de protestar por esta designación, declaró que: “ tendrá como un eje central la lucha contra el antisemitismo y la discriminación “. Es como poner al zorro a cuidar el gallinero. . Y no es el único antisemita cercano a LLA. Por qué no protestar, por qué no oponerse. Es verdad que Milei plantea una alineación absoluta con las políticas de Israel, aparte de haber ido a la tumba de un Rabino en Nueva York y planteó incluso su voluntad de convertirse al judaísmo. La DAIA podría seguir alineada con estas posiciones y, a pesar de eso, defender a la comunidad que representa, evitando, o al menos cuestionando el otorgamiento de cargos políticos a antisemitas activos. Cuando quiera levantar la voz, ya va a ser tarde.

Creo que hoy en día hay que ser consecuente con los pareceres que uno tiene y plantearlos socialmente.

Se puede cambiar de identidad, se puede entrar en cierto conflicto entre dos identidades, lo que no se puede es anteponer intereses mezquinos a los valores propios.

* Doctor en Ciencias Biológicas