El villano - 7 puntos
Argentina, 2023
Dirección y guion: Luis Ziembrowski y Gabriel Reches
Montaje: Florencia Gómez García, Andrés Tambornino y Camila Blanco
Duración: 73 minutos
Intérpretes: Luis Ziembrowski, Ricardo Ragendorfer, Manolo Iedbabni, Gloria Dziembrowski, Claudia Dziembrowski, Antonio Dziembrowski, Nina Dziembrowski, Gabriel Goity, Alejandra Flechner, Gabo Correa, Dady Brieva, Pablo Echarri, Flor Dyzel, Sergio Boris.
Cine Gaumont, Av. Rivadavia 1635, y Malba, Figueroa Alcorta 3415.
“Hablemos de mamá, hablemos de papá”: esa es una consigna que desde hace unos años se repite dentro del cine argentino. Es el tema del que varios directores y directoras se apropiaron para realizar distintos documentales, en los cuales, claro, se dedican a retratar a alguno de sus progenitores. A esa ola se sube ahora Luis Ziembrowski, conocido sobre todo por su prolífica carrera como actor, pero que también ha desarrollado en los últimos 20 años una obra como director. El villano es su cuarta película, la tercera realizada en codirección -esta vez junto a Gabriel Reches-, que además representa su primera experiencia en el terreno del documental.
Se trata de una indagación acerca de su padre, Israel Dziembrowski, alias Santiago, nombre por el que lo siguen llamando todos en su familia, aunque lleva muerto varios años. Que un hombre sea identificado dentro de su propia familia por un alias (que no es lo mismo que un apodo o un sobrenombre) resulta significativo. Y es que el padre de Luis y de sus dos hermanas mayores, Gloria y Claudia, era delincuente, razón por la cual sus hijos dejaron de verlo cuando fue detenido y encarcelado en 1964. En ese momento el director tenía apenas dos años de edad y desde entonces la figura de su padre se convirtió en la de un fantasma que desaparecía de sus vidas más de lo que aparecía.
El villano comienza con Ziembrowski realizando el trámite de exhumación de los restos de su madre, para pasarlos de una tumba en la tierra al osario general. Desde el guion ese momento es usado como disparador, el movimiento inicial que pondrá al director/protagonista tras las huellas de ese padre esquivo y ausente. El devenir del relato demostrará que el impulso de hacer esta película es muy anterior a esa acción, pero la decisión de tomarlo como punto de partida funciona muy bien en términos de estructura narrativa.
No es descabellado pensar a El villano como una puesta en acción surgida de una necesidad profunda: la de cerrar un duelo que lleva abierto casi toda la vida de sus protagonistas. Porque aunque es cierto que la muerte de Santiago se produjo hace más o menos una década, los hermanos Ziembrowski parecen llevar casi 60 años tratando de asimilar su pérdida. Así lo da a entender Nina, hija de Luis, luego de presenciar una escena catártica en la que su padre y sus tías se quiebran durante una constelación familiar. “No entendía muy bien por qué papá quería hacer esta película, pero ahora lo entendí”, dice. “No es para perdonar a Santiago, sino para darse cuenta de que toda esa mierda que vivió es lo que lo hace estar hoy acá”.
También es cierto que la película por momentos se vuelve un poco exhibicionista e histriónica, a partir de algunos caminos un poco artificiosos que asume en su búsqueda. En contra de eso, lo mejor de El villano está en su capacidad para guiar a sus protagonistas hacia una salida en la que el dolor, el resentimiento e incluso la culpa le hacen lugar a alguna clase de reconciliación. Algo de eso se percibe en su segunda mitad.
Ahí se lo ve a Luis yendo a Mar del Plata para ver a Santiago en algún momento de 2006, una visita que tiene un motivo puntual que no hace falta revelar. Ese rencuentro del hijo con el padre resulta luminoso, no solo porque ofrece una imagen muy distinta de la figura paterna que se venía pintando desde el comienzo, sino porque el propio Luis exhibe sentimientos distintos del desprecio que expresó hasta acá. No se trata de que todo lo malo haya desaparecido en 50 minutos de película, sino que el director decidió cerrar el duelo quedándose con lo mejor de ese vínculo fallido. Un generoso acto de amor no muy frecuente en el cine.