El ministro hizo el viernes una mueca. “Ya nos juega un poquito en contra todo esto”, argumentó. Se refería a la increíble cronología de la semana pasada en el comité de Cambiemos con sede en Comodoro Py. La agenda fue perfecta. El lunes, Cristina Fernández de Kirchner y Héctor Timerman fueron llamados a indagatoria por el caso del Memorándum; el martes hubo sesión del juicio por Ciccone contra Amado Boudou y testimonio de Nicolás Ciccone contra el ex vicepresidente; el miércoles, juicio contra Julio De Vido por la tragedia de Once y rechazo a sus planteos de nulidad; el jueves, procesamiento de Alejandra Gils Carbó por el edificio de la Procuración. El mensaje del ministro podría ser: “aflojen un poco, se nota mucho”. Tal vez por eso aflojaron el viernes. Pero la carrera electoral de Comodoro Py continúa en la semana que empieza mañana. Queda exceptuado –al menos por ahora– el día lunes, que es feriado. El martes debe declarar Timerman por el Memorándum; el miércoles hará lo propio el representante de la comunidad chiita en la Argentina, Jorge Yussuf Khalil, que recibió el apoyo de la Federación de Entidades Islámicas de la Argentina; el jueves le toca a Luis D’Elía también por el Memorándum y tal vez el viernes se atengan a la veda, pero no es seguro. En el medio es probable que la Cámara Federal pida el desafuero de De Vido. Como se ve por el cronograma, esta semana el eje estará puesto en la causa del Memorándum y también en el debate por la pericia que realizó la Gendarmería respecto de la muerte de Alberto Nisman. Está pendiente la decisión sobre el cambio de calificación, ya que la Gendarmería dice que lo del fiscal fue un homicidio.
Discrepancias
Aunque nadie quiere hablar, es un secreto a voces que en el Cuerpo Médico Forense (CMF) están furiosos con el dictamen de la Gendarmería que virtualmente los trata como ineptos o, peor aún, responsables de una falsificación de los resultados. Quienes conocen el CMF no sólo saben que depende de la Corte Suprema, sino también que en este caso el titular del máximo tribunal, Ricardo Lorenzetti, estuvo directamente encima y recibió la autopsia antes que la fiscal Viviana Fein. O sea que la autopsia y la posterior junta médica no fue dominada por el gobierno de Cristina Kirchner sino por Lorenzetti.
El resumen es que para el CMF “no hay rastros de accionar homicida, desde el punto de vista médico legal”, mientras que los gendarmes –que no tienen la menor experiencia en materia forense y de autopsias– afirman que se trató de un asesinato. Pero lo más significativo no es ese diagnóstico, sino las bases en las que se sustenta el “Estudio Pericial Interdisciplinario” de 387 páginas que la Gendarmería le presentó al fiscal Eduardo Taiano y al juez Julián Ercolini.
La secuencia que presentan los gendarmes, apoyados por los peritos de Sandra Arroyo Salgado y de la madre de Nisman, es la siguiente:
- Al fiscal le dieron una paliza, fracturándole la nariz, con golpes en el hígado, en una pierna, en la boca y torciéndole un pulgar.
- Le suministraron ketamina, produciéndole una “anestesia disociativa”, o sea que Nisman perdió bastante la conciencia.
- Luego, dos presuntos sicarios lo llevaron al baño, uno lo tenía agarrado desde el costado y el otro le disparó parado detrás de él.
Los forenses especialistas en autopsias rechazan de plano la parte que les corresponde: - No existe fractura de la nariz. No hay hematoma (se ve a simple vista en la fotografía), no hay características de una fractura en la nariz, o sea bordes muy finos, como los de un vidrio que se quiebra. En Nisman se verifica un desvío del tabique nasal, pero de antigua data, cicatrizado.
- Ni en el hígado, ni en la boca, ni en el pulgar hay hematoma. El encargado de la autopsia, Héctor Di Salvo, cortó el pulgar para ver si había una acumulación de sangre, propia de un golpe. En las fotos se ve que no existe. En la zona del hígado se percibe la misma situación: no hay hematoma sino una marca muy superficial. La lesión muy leve que tiene en la boca es claramente post mortem, posiblemente por el traslado del cuerpo.
Suave
Aunque no tiene nada ver con la mirada forense, desde el punto de vista criminalístico se indica que Nisman no tiene ni una lesión defensiva, es decir que le pegaron sin que ponga siquiera los brazos para evitar los golpes. A esto se suma que no hubo ningún desorden ni en el departamento ni en el baño, algo atestiguado hasta por la propia madre de Nisman. En una palabra, una golpiza tan suave que no dejó rastros.
Anestesia fantasma
Volviendo a la mirada de los forenses, otro punto clave en el que centran su rechazo a la pericia de la Gendarmería es el análisis del hallazgo de la ketamina. En la página 52 del estudio de los gendarmes hay un cuadro de lo encontrado. Como se sabe, había clonazepam (Rivotril, que la madre le suministraba en gotas), alprazolam (Alplax), cafeína y la ketamina. En los cuatro casos va acompañado de las letras N/C, que significa no cuantificable. Pero, además, la Gendarmería admite que la sigla N/C tiene que ver con que lo hallado es mínimo, apenas trazas: “El resultado no cuantificable indica que las drogas halladas se encontraron en baja concentración, cercano al límite de detección”.
Los toxicólogos sostienen que las muestras utilizadas estaban en un frasco, preservadas en formol, que los gendarmes desformolizaron. Sin embargo, todos desconfían de la preservación, ya que la ketamina no se conserva dos años y medio, y además el formol es altamente contaminante porque lo es la sustancia en sí y porque en la morgue está en contacto con otros casos. Para conservar ketamina por dos años y medio, la muestra –que se llama pool de vísceras– debería estar a bajísimas temperaturas –un toxicólogo señaló 80 grados bajo cero–, algo que no ocurre en la morgue. La conservación es en una habitación refrigerada, es decir a una baja temperatura ambiente, pero no bajo cero.
De todas maneras, los toxicólogos afirman que esas trazas no demuestran ni remotamente que Nisman estaba en situación anestésica disociativa. Los gendarmes hablan de que se encontró en el hígado, pero sucede que ni bien entra a ese órgano se empieza a metabolizar y lo que se encuentra es norketamina, lo que no fue detectado por la Gendarmería. Por otra parte, las dosis necesarias son enormes, con inyecciones de gran volumen. Pero sucede que en ninguna de las fotos ni en la filmación se observa pinchazo alguno, de manera que los propios gendarmes admiten que no saben la forma en que se suministró. Por último, si apenas se encontraron trazas en el hígado, debió haber mucho en sangre para producir el efecto anestésico, algo que no se encontró.
Sangre
El baño del departamento de Nisman tiene apenas 2,33 metros por 2,34, es decir que es un espacio más que reducido. En ese ámbito, la Gendarmería dice que un hombre sujetó al fiscal y el otro le disparó, parándose detrás.
Hay un aspecto criminalístico de ese dictamen, que tiene que ver con que en todo el baño hay gotas de sangre, es decir que ningún cuerpo interrumpió los recorridos de esas gotas. Se ve salpicadura de sangre en el bidet, en el inodoro, en la pared del inodoro que estaba detrás del supuesto asesino.
Desde el punto de vista también criminalístico, otra de las claves está en la sangre en ambas manos de Nisman. La explicación siempre fue que el fiscal tomó la pistola con la mano derecha, sostuvo esa mano con la izquierda y por eso hay sangre en las dos ya que el disparo produce salpicaduras de sangre hacia atrás del orificio (retrosalpicaduras). El informe de Gendarmería afirma, en cambio, que las manchas de sangre se produjeron por contacto, es decir que los supuestos asesinos tocaron las manos o que las manos se mancharon en el piso. “Se pueden atribuir a la manipulación del cuerpo por parte de los perpetradores como así también a un contacto direccionado por parte de las personas allí presentes”, afirman los gendarmes. Por el contrario, lo que se percibe a simple vista en las fotografías es que las manchas son en forma de pequeñas gotitas, como una especie de spray de sangre que sale del orificio y no manchas redondas producto de contactos.
Igualmente, desde el punto de vista criminalístico, la Gendarmería afirma que después de matar al fiscal, los dos supuestos homicidas colocaron el cuerpo de Nisman en el suelo y le pusieron la pistola en el hombro, algo irracional porque si querían simular un suicidio la lógica era que le colocaran el arma en la mano o cerca de la mano. En el mismo estudio, los gendarmes señalan que Nisman tuvo sobrevida, es decir que no fue una muerte instantánea. Eso hace pensar que la caída pudo ser hacia atrás, pero también que pudo haber estado unos segundos erguido antes de derrumbarse, por lo cual la pistola –un elemento pesado– pudo haber caído al suelo antes que el cuerpo y por lo tanto que la pistola quedara bajo el hombro.
Nuevamente, en el baño no hay rastros ni de pelea ni de desorden y, como señala la defensa de Diego Lagomarsino, a partir del dictamen de los peritos José Speranza, Mariano Castex y Luis Olavarría, las fotos muestran que no se podía abrir la puerta dado que Nisman medía 1,82 y el largo del baño no daba para que cayera recto hacia atrás. Por ello su cabeza quedó un poco ladeada y contra la puerta, lo que impedía abrirla. Eso fue testificado por la madre y por los médicos que llegaron a Le Parc. La conclusión es que ni una ni dos personas pudieron salir del baño, menos aún sin dejar pisadas. Por supuesto que de afuera hubiera sido imposible ubicar el cuerpo como quedó.
Muerte
Uno de los mejores ejemplos del direccionamiento de la Gendarmería es que para establecer el horario de la muerte usaron una tesis de grado presentada para recibirse de médico. O sea una tesis de un estudiante. Ese estudio crea una tabla para calcular la data de muerte en función del potasio en el humor vítreo, o sea en el ojo. El problema es que la tabla se creó en base a 462 muertes, de las cuales sólo 163 fueron muertes traumáticas y apenas cinco se corresponden a disparos. La cuestión es que había decenas de estudios de forenses prestigiosos para tener en cuenta, entre ellos el de Fernando Trezza, uno de los tanatólogos que estuvo en la autopsia. De todas maneras, el CMF no se inclinó por esa metodología porque es controvertida y da resultados diferentes según cada autor. En cambio, la Gendarmería hizo un copy and paste de la tesis de un estudiante porque le convenía para lo que el Ejecutivo le había pedido: intentar meter a Lagomarsino en la escena. Tampoco ese objetivo se cumplió del todo porque su cálculo máximo es que la muerte del fiscal ocurrió a las dos de la mañana del domingo 18 de julio, cuando en realidad Lagomarsino abandonó el edificio a las 20.30 del sábado y está probado que después de esa hora Nisman mantuvo contactos telefónicos con uno de sus custodios y dos periodistas.
Ferocidad
Uno de los elementos más llamativos de las casi 400 páginas del estudio de la Gendarmería es la ferocidad contra los miembros del CMF, incluyendo los que hicieron la autopsia y los que luego integraron la junta médica forense. También exhibe dureza contra el levantamiento del cuerpo en el baño de Le Parc, eso incluye furibundas críticas a sus pares de la Policía Federal y a la fiscal Fein.
A lo largo de todo el texto insisten una y otra vez con que la autopsia estuvo mal hecha, que no detectaron ni la ketamina ni los golpes ni la fractura en la nariz y se equivocaron (sugieren que hubo cierta intencionalidad) en la data de muerte.
Por ahora, los integrantes del CMF tienen prohibido hablar, más aún teniendo en cuenta que las nuevas autoridades, que no son las que estuvieron al frente de los estudios después de la muerte de Nisman, ahora responden a la Casa Rosada, con la intermediación de Lorenzetti. Sin embargo, tarde o temprano tendrán que responder, tanto en la causa judicial como para defender su prestigio personal. Y, además, porque consideran que la Gendarmería se limitó a incluir en su dictamen golpes y fracturas inexistentes y ketamina de la que no pueden establecer ni la dosis ni cómo fue suministrada, pese a lo cual aseguran que Nisman no opuso ni una mínima resistencia porque lo tenían dormido.
En el edificio de Comodoro Py la versión es que la pericia de la Gendarmería no convenció a nadie y sienta una base débil en el expediente. Aún así, no son tiempos para desautorizar a esa fuerza y menos todavía en un dictamen concretado a pedido: de la muerte de Nisman había que decir que fue homicidio. Sí o sí. Fue la pericia más anticipada de la historia.