La Sala II de la Cámara Federal porteña decretó nulo el requerimiento de elevación a juicio contra 17 acusados de integrar la "Escuela de Yoga de Villa Crespo" y puso en dudas las pruebas en la investigación sobre lavado de dinero y trata de personas con fines de explotación sexual.
La nulidad de la elevación a juicio fue decretada con la firma de los jueces Martín Irurzun y Roberto Boico, y la disidencia del juez Eduardo Farah, que postulaba el sobreseimiento de los a 17 acusados
Los magistrados hicieron lugar al planteo de nulidad realizado por las defensas encabezadas por el abogado Alfredo Olivan, quienes pidieron que el caso no fuera a juicio oral porque en primera instancia no se habían valorado nuevos elementos de la causa.
Los jueces de la Cámara fueron más allá al poner en duda las pruebas ante un reclamo de excepción de falta de acción pedido por los abogados de los acusados. Es decir, no existió delito según ellos.
Los camaristas le pidieron al juez Lijo que evaluara si efectivamente existió delito en el caso, pues la hipótesis es que hubo maniobras de lavado de dinero y trata de personas con fines de explotación sexual. Por tanto, el juez deberá reexaminar toda la prueba y luego decidir tomando en cuenta todos los elementos.
Un camarista quiere sobreseer a los 17 imputados
En disidencia, el camarista Eduardo Farah directamente votó por sobreseer a los 17 acusados que estaban a punto de ir a juicio oral y público. "Entiendo que las pruebas colectadas a lo largo de toda la instrucción terminan de corroborar lo que había anticipado antes: no hay elementos que den sustento a la hipótesis delictiva por la que se indagó a los imputados y se dictó el auto de procesamiento", sostuvo Farah. Sobre la supuesta asociación ilícita conformada por miembros de la EYBA, dirigida a la explotación sexual de mujeres miembros de esa misma asociación, y al lavado del dinero proveniente de esa actividad.
Incluso, este camarista dijo que sobre las supuestas víctimas de trata "no se identificaron indicadores de vulnerabilidad ni otra situación que permita sostener que hayan sido manipuladas o influenciadas o guionadas, con lo que debe descartarse que su relato en la causa pueda ser descalificado con base científica". Y agregó: "Esta conclusión también se vio reflejada en la impresión que recogí de las manifestaciones realizadas en las audiencias".
Cómo funcionaba la organización
Para el juez Lijo y la fiscal Mangano, bajo la fachada de una escuela de yoga funcionó una organización criminal estructurada verticalmente en jerarquías que iban del 4 al 7, en las que cada número tenía un significado: el 4 era “el ser humano filosóficamente equilibrado”; 5, “el genio”; 6, “el santo” y 7, “el ángel”.
En la cúspide estaba Juan Percowicz, a quien llamaban “el ángel”, “maestro” o “papi”, y sobre quien los testigos que declararon en la causa dijeron: “Llegaba Juan al edificio y era como si llegara el mismísimo dios, todos acudían a él, había abrazos, besos, toqueteos”.
Para los investigadores, el sistema de jerarquías y la supuesta “evolución” para que los captados pudieran convertirse en “ángel” era la fachada del verdadero objetivo de los imputados: alcanzar un billón de dólares.
Quienes debían recaudar el dinero también eran sus víctimas, según surge del expediente. De la documentación contable de la organización se desprende que los imputados lograron acumular un patrimonio de 50 millones de dólares conformado, entre otras cosas, por alrededor de 15 millones depositados en cuentas bancarias en el extranjero.
Quiénes son los acusados
Los acusados en esta investigación son Percowicz; y también Marcela Sorkin, María Susana Barneix, Ruth Viviana London, Susana Mendelievich, Mario Alberto Leonardo, Gustavo Aníbal Rena, Georgina Ivonne Hirschfeld, Marcela Argüello, María del Carmen Giorgi, Daniel Eloy Aguilar, Alicia Arata, Silvia Alicia Herrero, Luis Romero, Horacio Vesce, Daniel Gustavo Trepat Fryd y Federico David Sisrro.
Todos ellos se encuentran en libertad luego de haber permanecido algunos meses con prisión preventiva. Se los acusa de formar una asociación ilícita que operó desde 2004 al 2022 con "rasgos de secta de naturaleza espiritual".
Según la acusación, el fin fue "captar personas mediante engaños o que se encuentran en situación de vulnerabilidad para incorporarlos a la organización con el fin de reducirlos a una situación de servidumbre y/o explotación sexual, construir un culto alrededor de su líder y promover una estructura ilegal de negocios en la Argentina y en Estados Unidos, que permitiera otorgar apariencia lícita a los fondos obtenidos como producto de sus actividades, con el único fin de enriquecerse y obtener influencias y/o coberturas para sus líderes".
A fines del año pasado, la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex) presentó una denuncia en los tribunales de Comodoro Py sobre el accionar de la EYBA. La denuncia abarca lo sucedido entre 2004 y el 12 de agosto de 2022, pese a que queda en claro que la secta comenzó a funcionar durante los años ‘80.
Según la información recabada, el grupo liderado por Percowicz cuenta con un patrimonio de 35 millones de dólares –con cuentas radicadas en los Estados Unidos–. La práctica sexual era una herramienta para amasar esa fortuna, que terminaba inevitablemente en manos del “líder” como paso necesario para “sanar” a quienes eran reclutadas/os como alumnas/os.
Los clientes y el geishado VIP
De acuerdo a los testimonios, Carlos Pedro Blaquier, quien fuera dueño de la agroindustrial Ledesma, era uno de los clientes VIP de la Escuela Yoga Buenos Aires. Blaquier murió en marzo de este año y había logrado durante años esquivar a la justicia en lo que hace a su responsabilidad por los secuestros y desapariciones ocurridos en 1976 en la zona del ingenio Ledesma que él mismo dirigía, pero su nombre sigue apareciendo en distintos expedientes judiciales.
La organización reclutaba a distintos grupos de mujeres que eran obligadas a mantener encuentros sexuales a cambio de dinero. Dentro de la EYBA, eso se conocía como “geishado VIP”. En general, esos encuentros tenían lugar en distintos departamentos de la Ciudad de Buenos Aires.
Un testigo de cómo funcionó esa organización criminal se refirió a los encuentros entre el empresario azucarero y una de las chicas que eran sometidas por la secta, tal como lo recogen en un extenso dictamen el fiscal Carlos Stornelli y la fiscal Mángano, titular de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex).
“Entre las ‘personas de poder’ tuvo la oportunidad de conocer al director o presidente de la compañía ‘Azúcar Ledesma’, un hombre mayor que concurría asiduamente, a quien luego conoció como Carlos Pedro Blaquier”, dice el testimonio extractado.
“La escuchaba llorar previo a los encuentros con Blaquier por no querer estar con él, situación en la que siempre mediaba ‘Mendy’”, agrega la persona que brindó su testimonio. “Mendy”, en realidad, era Susana Mendelievich, la encargada del “Geishado VIP”. Como tal, era quien se encargaba de la selección de las “alumnas” de la secta para los encuentros sexuales con personas de alto poder adquisitivo.