Daniel Bozzani,  asumió como rector de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) en reemplazo de Ana Jaramillo, quien renunció por jubilación tras una extensa  trayectoria. Jaramillo fue designada rectora organizadora en 1996 y encadenó sucesivos mandatos hasta esta semana. 

En diálogo con Buenos Aires/12, Bozzani aborda cuestiones como la compleja realidad nacional que acompañará su mandato, a partir de la asunción del nuevo gobierno, el rol del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y la singularidad de su formación artística y musical en esos ámbitos.

Días antes, en el marco de su asunción, Bozzani agradeció a su antecesora por confiar en él “para asumir este rol tan trascendente". "Ana fue una gran líder, de quien muchos aprendimos tanto y más todavía aquellos que pudimos estar a su lado de manera más presente y compartir su amistad, viajes, sueños, política y música… Deja una huella imborrable”, señaló. 

Justamente, Jaramillo fue distinguida el pasado 28 de noviembre con la Medalla el Mérito que otorga el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. El decreto lleva la firma del gobernador Axel Kicillof.

Bozzani, hasta ayer vicerrector, estudió piano y composición en la Universidad Católica Argentina, y luego prosiguió su formación musical en el Mozarteum de Salzburgo y en el Conservatorio de Rotterdam. En la Musikhochschule de Zúrich finalizó sus estudios de Composición. 

En 2001 fue designado director de la Licenciatura en Música de Cámara y Sinfónica de la UNLa. En 2014 asumió como Director del Departamento de Humanidades y Artes de la Universidad, cargo que desempeñó hasta asumir como Vicerrector en 2022. Actualmente además es docente investigador y Director titular de la Orquesta Académica y de Cámara de la UNLa. 

Entre otras cosas, Bozzani integra el equipo de dirección del proyecto de producción del bandoneón "Pichuco", que va por su cuarta generación y sigue sustituyendo componentes para abaratar costos y facilitar el acceso de los estudiantes, con apoyo del programa nacional Equipar Ciencia.

--¿Qué aporta su formación en música y arte a la hora de conducir y gestionar?

--Me parece que soy uno de los pocos rectores del sistema que viene de una formación artística. Y creo ser el único con una formación como director de orquesta. Habría que verificarlo. Pero ese no es el punto. Ana Jaramillo, a quien sucedo hoy para continuar con su gestión y su legado, amante de la música y de la filosofía, me regalaba cada vez que viajaba, una batuta. Me decía que si yo podía dirigir una orquesta y hacer concertar las distintas partituras de cada músico, las distintas visiones, las distintas propuestas intelectuales de cada uno, y que de ello, se lograba construir una verdad artística, aunque no fuera unívoca, todo era posible, porque no era más dificil conducir una universidad que una orquesta. Por eso, en otros idiomas, las palabra director se dice “conductor”.

--Es un rol político.

--El que no obliga, pero sabe persuadir. El que tiene que contagiar su energía a los demás para lograr un objetivo común que es el de generar belleza. Como rector, tengo un objetivo común que es el de forjar que toda una comunidad universitaria se ponga al servicio de los más altos ideales, de la excelencia académica, de la creación transversal del conocimiento, de la comunicación, de la interacción con la sociedad, y de la defensa de todos los valores que tienen sus raíces más profundas y que abrevan en la equidad, la justicia social, la paz, y la defensa de los derechos humanos.

--¿Cambió la agenda o la discusión, tanto en el CIN como en la UNLa, a partir de la elección del nuevo Presidente? 

--La agenda necesariamente va a tener que cambiar si se interponen o se cuestionan aspectos relativos al financiamiento. El financiamiento de la educación, como de la cultura y la sanidad, es una política de Estado, sin la cual no es posible la aplicación de programas, agendas de vinculación, cooperación y desarrollo de la investigación o de la creación de conocimiento. Luego, la agenda de cada universidad, donde se respeta la autonomía y la autarquía, define sus políticas en función de sus necesidades, las de la comunidad a la que pertenecen y finalmente de la Nación. Pero no en los temas centrales que hacen a la educación superior. Hemos acordado 7 puntos estratégicos entre todas la universidades nacionales, con políticas claras, con la centralidad puesta en el estudiante, con políticas de créditos, con la implementación de carreras cortas, pero a la vez con un rigor de evaluación de cada universidad, que nos permita superarnos en cuanto a la excelencia académica. 

--Las carreras cortas son una demanda recurrente.

--Tramos cortos, como bachilleratos universitarios y tecnicaturas que abran puertas a desempeños profesionales y profesionalizantes. Vamos a tener un encuentro, en los próximos días, de todo el sistema universitario, con una agenda política para definir estrategias y puntos de encuentro. El CIN está cohesionado, es coherente, solidario y democrático. La defensa de la educación pública y gratuita o desarancelada, es incuestionable.

--¿Se activa la memoria institucional de lo vivido en los 90 y el macrismo?

--Se activa la memoria institucional, todavía reciente, del sufrimiento de tantos compatriotas que perdieron su trabajo, su dignidad, su bienestar y sus derechos vulnerados y pisoteados. No hay Nación posible si el 80 por ciento de la población queda excluida. El gobierno para los privilegiados de las clases dominantes, el gobierno del poder real, sólo trae tristeza, desamparo y exclusión. Aún para aquellos que pensaron que un cambio era posible. Nada es posible sin un Estado presente. Algo que los países más desarrollados e industrializados, aún con gobiernos de derecha o ultra derecha, no se lo plantean. Porque no venden su soberanía. La soberanía energética, la soberanía de los ríos, la soberanía de la cultura, entre tantas otras, no se negocia.

--¿Cuál es el ánimo o la preocupación central de la comunidad educativa, por estos días?

--Creo que la incertidumbre es el peor de los males. Las idas y vueltas, las marchas y contramarchas, la especulación en todos los órdenes de la actividad comercial y financiera, pero sobre todo con lo que tiene que ver con los derechos laborales, con los derechos humanos, con los derechos a la sanidad y a la educación, y a una justicia que garantice lo que proclama nuestra constitución nacional, es la preocupación central. Algunas ya vienen siendo vulneradas, pero la velocidad en que se pueda avanzar en tantos otros avasallamientos, es una preocupación genuina, que sólo puede derivar en un estado de alerta máxima para el control de los organismos gubernamentales, con los derechos a la libertad de expresión y a la libertad de manifestarse.