I
Mientras tanto, en Ciudad Gótica, continúan las balaceras y los crímenes. La semana pasada fue en Nuevo Alberdi, mañana podría, hipotéticamente, ser en tu casa o en la mía. Frente a esto debemos ser tajantes y manifestarnos de manera contundente para que no ocurra ninguna balacera más, ni en escuelas ni en casas particulares.
No termino de escribir este párrafo y la tele ya anuncia otro hecho delictivo en Barrio Azcuénaga. ¿En qué barrio se van a mover mañana las mafias a sus anchas? ¿Qué pasó que no ganó Juan Monteverde, quien tenía un plan sólido de gobierno?
Más allá de todo lo que se dijo en durante el año de campaña respecto de las responsabilidades de este contexto oscuro, lo cierto es que no se puede más vivir así como estamos viviendo: con miedo a salir a la calle. Tal vez el mejor remedio sea el mismo veneno, es decir, salir a la calle y manifestarnos como salimos cuando ganamos el Mundial de fútbol. Algunos dirán que estoy exagerando, yo creo que elles están minimizando.
II
Hace algún tiempo escribí una novelita titulada La Rotonda en la cual se plantea la siguiente profecía (que Dios quiera que no se cumpla): en la noche de Navidad, desde los barrios llega una oleada de gente que ataca el centro de Rosario confluyendo en el Arbolito de Avenida Pellegrini y Bulevar Oroño, centro de llegada de una invasión feroz con características zombis.
El otro día se me ocurrió una posible contracara de esas fiestas sangrientas y es la de organizar un gran festejo popular en el arbolito más icónico de Rosario. Tal vez no en nochebuena porque es una fecha que tradicionalmente se pasa con la familia (con lo que cada cual considere su familia), pero sí podría ser para recibir el año nuevo en comunidad y libres del miedo de ocupar las calles de nuestra gloriosa ciudad.
Lo imagino también como un mensaje para Angelito Di María y Leo Messi de que pueden volver a Rosario a vivir en paz; un mensaje que sea las antípodas del crimen de Jimy y de Cesar, un festejo en que haya ocasión de clamar por Justicia, por Paz y por Amor.
Mi deseo es empezar así el 2024, marcándole la cancha a la dirigencia política para que resuelva de raíz el problema de la violencia social, esta especie de guerra posmoderna que estamos viviendo en una ciudad que solía ser pacífica.
Un festejo de año nuevo que sirva para mostrarle a las mafias que la sociedad está unida para desterrar el mal que significa el crimen organizado y sus responsables, no sólo los soldaditos que se suben a una moto con la misión de matar a un desconocido como en un lúgubre juego de aventuras, sino también a los responsables, a los titiriteros de esta tragedia, que ya es sabido dónde están, lavando dólares y digitando mensajes siniestros desde sus teléfonos móviles.
III
Recuerdo las navidades del 2001 en mi barrio, con tablones en la vereda y una escasez compartida que el mal clima político no logró empañar. Ojalá que nada nos empañe la alegría de poder bailar en este fin de año y de recibir el nuevo brindando con conocides o desconocides por un 2024 próspero y en paz.
Los personajes de mi libro La Rotonda se ven implicados en una batalla navideña que los trasciende y los hace pelearse a muerte con quienes son, en definitiva, sus iguales.
Dicen que el momento más duro de la noche es justo antes de que amanezca, ¿cuánto más dura se tiene que poner la realidad para que vuelva a brillar la ciudad como se lo merece? ¿Cuánto vale un deseo de año nuevo? ¿Y si en vez de hacer listas de deseos individuales hacemos una gran lista de deseos colectivos para este año que comienza? Mi deseo individual es que la comunidad rosarina consiga atravesar esta noche violenta y pueda disfrutar de un amanecer solidario y gozoso.
El librito La Rotonda, para quienes estén interesades, se presentará en el Salón Central del Museo Castagnino hoy, de 18 a 20, en un evento que contará con la presencia de Fidel Maguna de la revista Rio Belbo y de Carolina Musa de la Editorial Brumana. Será ocasión también de que se lo declare de interés municipal gracias al Concejo Municipal.
La invitación está hecha. Que nada nos quite el placer de desearnos felicidades.