Desde San Pablo
La relación entre Paul McCartney y Brasil comenzó hace treinta y tres años. Los días 20 y 21 de abril de 1990, el bajista abarrotó las instalaciones del Estadio Jornalista Mário Filho, más conocido como Maracaná, en Rio de Janeiro. La segunda función reunió más de 184.000 espectadores, la mayor asistencia paga a un evento público. Semejante hito le valió un lugar en el Libro Guinness de los Records. En diciembre de 1993 volvió al país para ofrecer un concierto en San Pablo y otro en Curitiba. Tras un intervalo de diecisiete años, regresó con un recital en Porto Alegre y dos en San Pablo. Entre mayo de 2011 y marzo de 2019, el sempiterno beatle realizó veinte actuaciones. Las ciudades elegidas fueron Rio de Janeiro, Recife, Florianópolis, Belo Horizonte, Goiânia, Fortaleza, Cariacica, Brasilia, San Pablo, Porto Alegre, Salvador y Curitiba.
El Got Back Tour –que ya pasó por Estados Unidos, Inglaterra, Australia y México, pero no vendrá a la Argentina– marcó el retorno del compositor a la tierra verde y amarilla. Esta vez son nueve encuentros –incluyendo uno “sorpresa” en el mítico Clube do Choro de Brasilia- en cinco metrópolis. El cuarto de ellos se llevó a cabo en el Allianz Parque, en Sampa.
Paul, camisa celeste, pantalón negro y saco al tono, pisó las tablas treinta minutos después de las veinte horas. Portando su icónico bajo Hofner, y tras saludar a la multitud, desató la primera conmoción colectiva de la mano de “Can’t Buy Me Love”. Luego siguieron la impetuosa “Junior’s Farm” y la poderosa “Letting Go”, temas de la época de Wings. Los fanáticos de “paladar negro” se deleitaron con “She’s A Woman”. La canción, publicada como lado B de un simple de The Beatles en noviembre de 1964, sonó por primera vez en Sudamérica en el marco de esta gira. “Got To Get You Into My Life”, oda a la marihuana y, a la vez, homenaje al sonido Motown, permitió el lucimiento de los eficaces The Hot City Horns, tTrío conformado por el saxofonista Kenji Fenton, el trompetista Mike Davis y el trombonista Paul Burton.
Después fue el turno de la machacante “Come On To Me”, pegadiza como chicle a la suela del zapato. Tras ella, Macca se desprendió de su saco, cambió el Hofner por una Gibson Les Paul y descerrajó el portentoso riff de “Let Me Roll It”. Sobre el final, la banda ofrendó un fragmento de “Foxy Lady”, de Jimi Hendrix. El otro debut sudamericano, gentileza del Got Back Tour, fue el de “Getting Better”. Mientras sonaba esa maravilla, cosecha beatle 1967, la pantalla ubicada al fondo del escenario mostraba lugares célebres (como el Puente de Londres y el Arco del Triunfo) en ruinas. El panorama desolador cambiaba cuando, desde el suelo agrietado, emergían flores multicolores. El mismo soplo de vida que experimentó el mundo con el surgimiento de los cuatro genios de Liverpool.
Sentado ante un piano de cola, el creador dio paso a la hipnótica “Let’ Em In” donde cita a celebridades como The Everly Brothers y Martin Luther King. En la romántica “My Valentine” (escrita para su esposa Nancy, presente en el estadio) las pantallas a los costados del escenario mostraron a Natalie Portman y a Johnny Depp quienes traducían la letra al lenguaje de señas. La apabullante “Nineteen Hundred And Eighty Five”, de Wings, demostró la cohesión de un grupo con veintiún años en la ruta. “Maybe I’m Amazed” fue otro momento destacado: McCartney entonó la pieza -dedicada a su primera mujer, Linda- con una visceralidad estremecedora. El segmento acústico se inauguró con una ajustada versión de “I’ve Just Seen A Face”. Le siguió la entrega más antigua de la velada, “In Spite Of All The Danger”. El tema pertenecía al repertorio de The Quarrymen, el combo que el bajista tenía junto a John Lennon y George Harrison antes de The Beatles. “Love me do” fue coreada por todo el estadio y sirvió para que el tecladista Paul “Wix” Wickens se luciera en armónica.
Posteriormente a la celebratoria “Dance Tonight”, Macca quedó solo ante sus feligreses: Subido a una plataforma que lo elevó varios metros sobre el escenario, regaló “Blackbird”. Allí también compartió “Here Today”, ideada como un diálogo imaginario con Lennon. Al comando de un piano vertical, intervenido con motivos psicodélicos, arremetió con la optimista “New”. “Viniste e hiciste de mi vida una canción”, entonó con su eterna jovialidad. Una descripción exacta de lo que él mismo provocó en el alma de millones de personas en las últimas seis décadas.
La colosal “Lady Madonna”, deudora tanto de Fats Domino como del “Bad Penny Blues” de Humphrey Lyttelton, fue recibida con algarabía. La enérgica “Jet”, donde volvió al Hofner, fue la antesala a “Being For The Benefit Of Mr. Kite!”. Una perla de aires valseados, atmósfera circense e impronta lisérgica. El espíritu de George Harrison se hizo presente en el Allianz Parque cuando su compañero, ukelele en mano, le rindió tributo con la preciosa “Something”. A la jubilosa “Ob-La-Di, Ob-La-Da” le sucedió “Band On The Run”, obra maestra de Wings. La ceremonia continuó con una tríada insuperable: la irresistible “Get Back”, la redentora “Let It Be” y la pirotécnica “Live And Let Die”. La despedida formal, con Paul otra vez frente al piano colorido, fue con “Hey Jude”. Su interminable coda desató una conmovedora comunión colectiva.
“¿Quieren más?” preguntó con picardía de regreso a escena. La atronadora respuesta afirmativa dio paso a un momento especial, cuando en “I’ve Got A Feeling” volvió a cantar junto a John. La tecnología desarrollada por el director Peter Jackson para el documental Get Back permitió extraer la voz de Lennon –limpia de todo tipo de sonidos– de la filmación que Los Fab Four registraron de esa composición durante su último concierto. Así, el bajista de 81 años se “reencontró” con su partenaire de eternos 28. La festiva “Birthday” (con el lucimiento del baterista Abe Laboriel Jr.), la enérgica “Sgt. Pepper Reprise” y la abrasiva “Helter Skelter” dejaron a los asistentes noqueados. El final llegó con una parte del popurrí de Abbey Road. “Golden Slumbers”, “Carry That Weight” y “The End” (con un preciso duelo de guitarras entre McCartney, Brian Ray y Rusty Anderson) cerraron la noche de una manera inmejorable.
“¡Hasta la próxima!”, saludó el liverpuliano a una muchedumbre que ya había sido bendecida con sus melodías imperecederas. Hace tres décadas, Paul debutó en la Argentina con tres conciertos en el estadio de River Plate. Días antes, un aviso de su casa discográfica promocionaba las fechas con la siguiente leyenda: “Nadie te dio tanta música durante tu vida”. Una frase tan desmesurada como certera.