El presidente Alberto Fernández reivindicó ayer los logros de su gobierno, admitió su responsabilidad por no haber podido fortalecer el ingreso, disminuir la inflación y la pobreza, pero sobre todo destacó que la Argentina es “un país más federal, más justo, más potente” que hace cuatro años, cuando inició su mandato, y que con las exportaciones previstas para 2024 y el ahorro derivado de la construcción del gasoducto Néstor Kirchner “no es razonable pensar en un ajuste que detenga nuestra producción y restrinja el empleo y el consumo”. En clara alusión al discurso que instaló con éxito Javier Milei, que lo sucederá a partir de mañana, pidió “cuidar que bajo el argumento de querer resolver el problema fiscal, no se vulneren los derechos de los que trabajan ni se frustren las aspiraciones de los que invierten y producen”.
En su discurso de cierre de gestión, que grabó en los jardines de la Casa Rosada, el presidente saliente recordó que se cumplen 40 años del final de “la más feroz dictadura militar de nuestra historia” y que desde entonces “la democracia transitó muchos vaivenes hasta consolidarse”. Admitió también que no se logró garantizar “el acceso a una vida digna para todos y todas”. “Ampliamos derechos, pero faltan. Pusimos la Justicia Social como horizonte, pero no alcanzamos”, lamentó.
Fernández recordó que asumió “en una situación calamitosa” heredada del gobierno de Mauricio Macri, que incluía pobreza, inflación y “una deuda que nos comprometía por generaciones”, y consideró que “la Argentina es un país mucho mejor que hace cuatro años, con más trabajo, más obras de infraestructura construidas, más viviendas, más industria, más universidades, más derechos para las mujeres y disidencias, más desarrollo de ciencia y tecnología”.
Dijo tener “sensaciones encontradas” por los avances pero también por “lo que faltó hacer, lo que nos impidieron hacer, lo que no debimos hacer o lo que debimos haber hecho de otro modo”. “En todo tengo responsabilidad” y “no estoy aquí para cargar culpas en otros”, destacó. Mientras en el mundo crecen los discursos de odio “tenemos la obligación de estar serenos y recuperar el diálogo”, dijo, y añadió que se reprocha “no haber podido terminar con la grieta que no separa y nos enfrenta”.
Como “principal causa de nuestra crisis social y económica” el presidente mencionó “la deuda que irresponsablemente” tomó Macri y que “se ha fugado especulativamente”, pues “no ha quedado en Argentina un solo dólar”. Luego, aclarando que no eran “excusas por nuestros eventuales errores”, reiteró la sucesión de “desafíos tan inesperados como fatales: una pandemia que arrasó con 15 millones de vidas en el mundo, una guerra que distorsionó todos los precios de la energía y los alimentos, y, finalmente, una sequía que terminó con el 23 por ciento de nuestras exportaciones”.
Sobre esa base enumeró las políticas con que respondió el Estado. Frente a la pandemia, la reconstrucción del sistema de salud, los hospitales modulares y “el plan de vacunación más grande que nuestra historia registra”; la asistencia para cuidar empleos y empresas, el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) a más de 9 millones de personas, los créditos a las pymes y el Previaje. Frente a la guerra y la disparada de los precios de la energía, el uso de reservas para garantizar insumos y defender la producción y el trabajo.
Fernández destacó el crecimiento de la economía entre 2021 y 2022 (16%) y del empleo registrado durante 37 meses ininterrumpidos. Como contracara del récord de empleo desde 2012, una desocupación de apenas el 6,2%. Destacó las transferencias de recursos a las provincias hasta la semana pasada y que “el gobierno entrante encontrará en la caja del Estado Nacional más de 1 billón de pesos”. Enfatizó el récord de producción de gas no convencional en Vaca Muerta, los récords en creación de trabajo y exportaciones en el sector minero, y “la inversión más federal de la historia en materia de ciencia y tecnología”. “Impulsar nuestra ciencia es un imperativo para vivir en el siglo XXI. No es justo ni inteligente retrotraer la Argentina a las lógicas del siglo XIX”, remarcó.
En materia de salud, remarcó el índice más bajo de mortalidad infantil de la historia, que adjudicó al impacto de la “Ley de los 1.000 días”, para el cuidado integral durante el embarazo y la primera infancia; la sanción del Aborto Legal, Seguro y Gratuito, que era “una deuda de la democracia” y que en conjunto con la Educación Sexual Integral logró disminuir en un 40 por ciento la mortalidad materna por embarazos terminados en abortos y redujo a menos de la mitad los embarazos de niñas y adolescentes.
Fernández destacó también la solidez del sistema de seguridad social, con un Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES que alcanzó los 76.000 millones de dólares y creció un 117 por ciento en cuatro años. “Es el fondo financiero más importante de América Latina, y es de todas y todos los argentinos”, dijo sobre uno de los blancos codiciados por la nueva gestión.
Luego hizo “un reconocimiento especial a las empresas estatales que demostraron capacidad de trabajo y de crecimiento”: el balance positivo de Aerolíneas Argentinas “sin haber ejecutado un solo peso del presupuesto asignado por parte del Estado”; YPF con ganancias por 926 millones de dólares y consolidada como “pieza clave en la matriz productiva y en nuestra soberanía energética”; Arsat, que además de garantizar el servicio de telecomunicaciones en todo el país incrementó sus ingresos en un 823 por ciento; o AYSA, con 4.000 kilómetros de redes de agua potable y cloacas.
Aseguró que su gobierno fue “el que más obra pública desarrolló en su mandato”, con “más de 400.000 trabajadores de la construcción que se incorporaron al aparato productivo”, y enumeró: acueducto El Impenetrable en Chaco; Instituto Malbrán y hospitales modulares; obras en universidades de todo el país; el cohete Tronador II, el reactor CAREM, y el gasoducto Néstor Kirchner “la mayor obra pública hecha en democracia en poco más de nueve meses, que nos permitirá ahorrar cerca de 5.000 millones de dólares que hasta aquí gastábamos importando gas licuado”. Precisó que en cuatro años se edificaron y entregaron 141.000 viviendas y “si el plan que impulsamos continuara” otras 50.000 familias accederían a la suya durante 2024. “Si el Estado no lo hace no habrá nadie en el mercado que se preocupe de hacerlo”, apuntó.
“Sabemos que no alcanzamos los objetivos que nos propusimos en el fortalecimiento del ingreso, la lucha contra la inflación y la disminución de la pobreza. Porque las circunstancias y el contexto no nos acompañaron y también porque deberíamos haberlo hecho mejor o diferente o porque no encontramos las herramientas adecuadas”, dijo a modo de autocrítica.
Recordó que en 2024 ingresarán alrededor de 35.000 millones de dólares por exportaciones agrícolas y ganaderas, de gas y de litio, y que gracias al gasoducto “dejaremos de gastar 5.000 millones de dólares para importar gas licuado”. “De aquí hasta el 2030 las estimaciones marcan que las exportaciones sumadas de bienes y servicios crecerán el 80 por ciento”, precisó, como introducción del mensaje para el gobierno entrante: “Con semejante escenario no es razonable pensar en un ajuste que detenga nuestra producción y restrinja el empleo y el consumo que tanto nos ha costado recuperar. Debemos cuidar que bajo el argumento de querer resolver el problema fiscal, no se vulneren los derechos de los que trabajan ni se frustren las aspiraciones de los que invierten y producen”.
Al margen de los números, se enorgulleció de haber mejorado la calidad institucional, de haber garantizado que “la libertad de expresión fue absoluta” y que “nuestras fuerzas de seguridad jamás fueron acusadas de haber ejercido violencia institucional”. “Como siempre nos marcaba Néstor, como siempre creyó Cristina, estoy convencido de que hacemos política para poder transformar la Patria. Mi reconocimiento también a ellos”, dijo en su primera alusión a la ex presidenta que le ofrendó al cargo. Entre sus recuerdos imborrables recordó también “el terror de la noche en que atentaron contra la vicepresidenta”.
"Guardo conmigo el dolor profundo de no haber llegado a mejorar la vida de quienes aún están en la pobreza", aseguró. Dijo que no esperará el juicio de la historia sino que “escucho y me hago cargo del juicio de mis contemporáneos, de su entusiasmo, sus enojos y sus críticas”. Agradeció “el inmenso honor que me dispensaron” y llamó a cuidar la democracia. “A 40 años de democracia, defendámosla cada día, como nos enseñaron las Abuelas y las Madres de Plaza de Mayo, y todos y todas quienes nos marcaron el camino. Más y mejor democracia, siempre”.