El 10 de diciembre de 1983, José María Vernet asumía como el primer gobernador santafesino de la vuelta de la democracia. Un peronista que, desde Santa Fe, resistió a la ola de votos alfonsinistas e inauguró una cadena de gobiernos justicialistas que siguieron Víctor Reviglio, Carlos Reutemann y Jorge Obeid. Con 39 años de edad lidió y trabajó para depurar un sistema que continuaba funcionando con la inercia de los sucesivos gobiernos de facto. Pero notó que algo comenzaba a cambiar con la respuesta política y social al levantamiento carapintada de Semana Santa de 1987. “Hasta ahí cualquier movimiento era un golpe militar y el militar de turno asumía de presidente”, analizó en diálogo con Rosario/12. En la víspera de la asunción de Javier Milei a la presidencia, el exgobernador lamentó el discurso negacionista de algunos dirigentes de ese espacio: “Nosotros hemos respetado el derecho al voto, porque somos partidos políticos. Esperemos que ellos respeten el derecho a la vida”.

- ¿Qué recuerda de aquel 10 de diciembre de 1983?

-Nos encontrábamos asumiendo por los resultados electorales. Fue la primera elección que tuvimos para la vuelta de la democracia, pero también eran las primeras elecciones sin Perón vivo. Nosotros estábamos contentos por haber obtenido la victoria en Santa Fe, pero teníamos una desazón terrible por haber perdido la elección nacional. En la provincia tuvimos el criterio de mirar bien la elección, porque 30 días antes todos pensaban que el peronismo ganaba, pero si vos estudiabas las encuestas te daban que la mayoría votaba a Raúl Alfonsín quien, ante la muerte de Perón, venía con un discurso de la unidad de los argentinos.

- ¿Cuáles eran los discursos que se desprendían de aquella campaña?

-Alfonsín había comprendido la necesidad del Tercer Movimiento Histórico, que tuvo un gran apego en el pueblo argentino, como también los valores de la democracia. Y nosotros estábamos con un peronismo viejo, antiguo, que no le hablaba a la sociedad. Lúder tenía un discurso de sed de justicia, una cosa anodina. Y cuando fuimos a elección, el sentimiento general del peronismo era que ganábamos, pero el que yo había visualizado era que perdíamos. 

- ¿Cómo fue iniciar un gobierno con la dictadura tan presente, y en algunos casos todavía ocupando lugares de poder?

-Fue difícil. Nosotros asumimos con un programa político democrático de apertura y relaciones con las instituciones. En el plano judicial mi pretensión era cambiar 200 jueces. La presión de la familia judicial, que había negado la Constitución y votado por el proceso sobre las instituciones de la provincia de Santa Fe, fue brutal. A tal punto que le dije a la Legislatura que los partidos pongan los candidatos a jueces y que yo iba a vetar: cedí la posición de elegir, por la posición de veto. Cuando tuve todas las listas simplifiqué y me fui al Comando del Segundo Cuerpo y hablé con el comandante para que me indique quiénes habían colaborado desde la parte civil del proceso militar y los eliminé de las listas. Después se la pasaron agrediendo con los servicios de inteligencia a mi persona, a mi familia y finalmente terminaron procesados. Fue muy difícil.

- ¿Tuvo amenazas?

-Al principio teníamos amenazas por teléfono casi todos los días. Tuve amenazas e incluso una vez sufrí un sabotaje en el avión de la provincia y tuvimos que aterrizar de emergencia. Donde más he sentido miedo es en los viajes; un día explotó el parabrisas por el calor y yo creía que nos habían tirado. No era una época cómoda y yo tenía seis hijos, que era lo que me preocupaba.

- ¿Cuál fue el momento más complejo de aquellos años?

-Muchos. Tuvimos que soportar la Semana Santa con el levantamiento de Aldo Rico cuando todos eran procesistas. Algunos en mi gabinete me decían que no me peleara con Rico, porque muchos de los nuestros buscaban el apoyo de los militares para el próximo golpe y su seguridad personal. A lo que yo contesté que no, porque no se trataba de tener el apoyo militar, se trataba de cambiar el modelo de la historia republicana. Y yo fui el primero que salió a apoyar a Alfonsín ante la amenaza del golpe de Rico. La historia me dio la razón. Hoy Rico no es parte de la historia. 

- ¿Creyó que el período democrático se iba a extender por 40 años?

-Al principio no. Pero creo que empezó a marcarse un camino con la respuesta que tuvimos nosotros en Semana Santa, que fue un golpe que se resolvió institucionalmente. Hasta ahí cualquier movimiento era un golpe militar y el militar de turno asumía de presidente. Pero no hay que olvidarse que derecho que no se defiende, derecho que se pierde. La tercera vez que voté en mi vida voté por mí. Tenía 39 años y había votado tres veces. Hoy la gente está cansada de votar. La crítica que yo hago es que en aquellos tiempos nosotros creíamos que había que cambiar la conducta de los partidos y hoy me doy cuenta de que había que cambiar la conducta de la sociedad. Nosotros teníamos un maestro, que fue Juan Domingo Perón, que siempre le había hablado a la sociedad. Y nosotros nos hablábamos entre políticos. Si me preguntás cuál es el error, es no saber hoy dónde se afirmó la democracia, que no queda claro.

- Hoy asume la presidencia un espacio político que llega con una postura negacionista. ¿Qué le genera la victoria de Javier Milei?

-Hay pruebas de que en medio del proceso militar se habían superado los 20 mil desaparecidos, como si además la cantidad pusiera en duda si está bien o mal. La muerte, la falta de libertad y el abuso son insostenibles de parte de vista del Estado. Mucha gente vuelve a reivindicar la tortura y la muerte; acá se votó contra toda la historia y es una reacción de la sociedad que tiene que probarse. Nosotros hemos respetado el derecho al voto, porque somos partidos políticos. Esperemos que ellos respeten el derecho a la vida. Yo imagino y quiero una sociedad armónica. No se puede tirar la Constitución y los pactos federales, que son constitutivos de la Argentina.

- ¿Cómo ve al peronismo posicionado para hacer frente a lo que viene?

 

-Para mí hay que hablarle a la sociedad. Perón hablaba de la hora de los pueblos y de que para un argentino no había nada mejor que otro argentino. No hablaba solamente del peronismo, y cambió la historia. Nosotros tenemos que partir de ahí y organizar la sociedad. Y tenemos que saber que la sociedad se construye de abajo hacia arriba. Al peronismo hay que reconstruirlo en la sociedad, logrando que los pueblos vuelvan a tener una tendencia a la justicia social, a la solidaridad y a los principios de la Revolución Francesa.