Entre los días 29 y 30 de noviembre y 1° de diciembre pasados se realizó en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA el IX Encuentro Nacional de Geografía de Universidades Públicas. El evento reunió a más de mil docentes e investigadores de todo el país y tuvo un significado especial en el contexto de los 40 años de democracia que cumple y celebra el país todo. 

Los ejes temáticos abordados incluyeron todas las áreas actuales de actividad académica de la geografía: Epistemología de la geografía, Sistemas de Información Geográfica, conflictos ambientales, problemáticas territoriales en los espacios urbanos y rurales, políticas territoriales, educación ambiental, género, espacios y territorios, enseñanza de la geografía. El trabajo estuvo dividido en exposiciones en mesas temáticas, paneles a cargo de especialistas, presentación de libros y revistas, salidas de campo y una visita a la exposición conmemorativa que el Instituto de geografía y el Departamento de geografía de la Facultad de Filosofía y Letras montaron en el Centro Cultural Paco Urondo.

El panel "Geografía. A 40 años de democracia" estuvo a cargo de docentes investigadores de la UNLP, la UNTREF, la UBA, la UNPSJB y la UNNE. Allí se abordó el recorrido, político, ideológico, epistemológico, pedagógico y las líneas de investigación de la geografía en los 40 años de democracia. La geografía, como todas las ciencias, están atravesadas por los procesos sociales mundiales, nacionales y locales. Las universidades no están desconectadas (no deben estarlo) de lo que sucede en el mundo "real". Esto se evidenció en el abordaje de los integrantes del panel: el retorno a la democracia en el año 1983, luego de la cruenta dictadura militar iniciada en 1976 que tenía entre sus objetivos disciplinar a la sociedad argentina, destruir el proceso de industrialización del país iniciado en la posguerra, retornar al modelo agroexportador "que hizo grande al país" y adecuar la economía argentina al ciclo neoliberal que se viene imponiendo sobre el mundo, con avances y resistencias de los territorios desde esa década. 

La reflexión política y la intervención en la organización socioeconómica de los territorios estuvieron presentes en el origen mismo de la geografía como ciencia moderna a mediados del siglo XIX. Allí, en la efervescencia de los estados nacionales europeos, la competencia global por los recursos, la creación de nuevos mercados y la división internacional del trabajo que requería la economía globalizada se estaba configurando la geografía del mundo y la geografía académica. Eso explica el surgimiento de la geografía en las universidades de las metrópolis y las sociedades científicas que populizaron el saber geográfico. Inventariar los territorios allende los mares, contribuir a su explotación, hacerlos parte del imperio y contribuir a la grandeza de Inglaterra, Francia, Bélgica era la misión civilizadora, la "carga del hombre blanco" a la que estaba contribuyendo la geografía. "El cumplimiento de esta función ideológica junto con la provisión de capacidades prácticas (como la exploración, la realización de inventarios, los mapas y el trazado de fronteras) hicieron de la geografía una ciencia moderna", dice el geógrafo crítico estadounidense Richard Peet. 

El pensamiento darwiniano de la época impactó fuertemente en la geografía. La competencia y la lucha por la supervivencia permitió que autores como Ratzel elaboraran una teoría organicista del estado y la necesidad de Lebensraum (espacio vital) con las nefastas consecuencias de las dos guerras Interimperialistas. Estos conceptos cruzaron el océano Atlántico Norte y dieron origen a la doctrina del Destino Manifiesto que la providencia habría asignado a los Estados Unidos, naturalizando y legitimando científicamente la imposibilidad de evitar el sometimiento de los bárbaros salvajes para la concreción del American Way of Life. "Las fábricas americanas producen más de lo que la gente americana puede usar, el suelo americano produce más de lo que pueden consumir. El destino ha escrito nuestra política; el comercio del mundo debe ser y será nuestro", expresaba el senador por el estado de Indiana Albert Beveridge en los albores del siglo XX.

Este amplio conjunto de ideas geográficas de bases biologicistas también llegó a las costas occidentales del Atlántico Sur y fueron parte del fundamento organizacional de los estados territoriales herederos del orden colonial virreinal. La llegada del Ejército Argentino a la margen izquierda del Río Negro, a las órdenes de Julio Argentino Roca, hizo expresar a su secretario Estanislao Zeballos (jurista, fundador y primer director del Instituto Geográfico Argentino): "No es menos brillante la gloria científica de la jornada, durante la cual han luchado la chuza de tacuara, distintivo de los araucanos, con el sextante y el cronómetro, que marchan a la vanguardia de la Humanidad, descubriendo y situando en todas las zonas del Planeta nuevos teatros para la actividad prodigiosa de la Civilización". 

La mensura de los nuevos territorios requirió la creación de la Oficina Topográfica Militar, antecedente del Instituto Geográfico Militar, encargado de la geodesia, y del amojonamiento y representación cartográfica del territorio nacional. Hacia comienzos del siglo XX se crean las primeras cátedras de geografía en las carreras de historia de las facultades de filosofía en las universidades de Buenos Aires, Córdoba y Tucumán. Los primeros institutos de geografía aparecen en la década de 1940, comenzando por la UNT. 

En las décadas siguientes se crearían carreras de geografía en varias universidades nacionales fundamentalmente a partir de la demanda de profesores en la enseñanza secundaria. Los planes de estudio tanto de las universidades como los de los institutos de formación docente cambiaron casi nada en varias décadas. Es así como la geografía escolar arrastró un pesado lastre como materia memorística, descriptiva, estática y preeminentemente basada en el aspecto físico de la superficie terrestre, es decir en lo que no cambia. Cuando se pasaba a "la parte humana" se hablaba de "la población", no de la sociedad, los intereses de los actores o de sus conflictos. Hasta finalizado el siglo XX los estudiantes leían (¿estudiaban?) en los libros escolares "África es el continente negro por lo ignoto de su interior y por el color de piel de sus habitantes", también podían leer (estudiar) que nuestro país había sufrido "amputaciones en su territorio por las apetencias de sus vecinos". La geografía escolar, además de resabios biologicistas y racistas, tenía también una fuerte impronta militarista del territorio

Augusto Pinochet era ingeniero geógrafo del ejército chileno y propuso, luego del golpe militar, sacar de las universidades materias como filosofía y antropología, que formaban subversivos, para reemplazarlas por geografía, para que los chilenos aprendan a amar a la patria. Es a partir de la recuperación de la democracia en nuestro país que se produce una profunda transformación y renovación de la geografía académica y escolar.

Con el regreso de la democracia a las universidades se produce una significativa renovación de los cuerpos docentes mediante concursos públicos y se retoma el contacto con la producción geográfica de otros lugares del mundo y fundamentalmente de Latinoamérica, desde donde se recupera, solo para dar un ejemplo, el pensamiento geográfico crítico brasileño. Un hito trascendente en ese derrotero fue la realización del VI encuentro de geógrafos de América Latina- EGAL-en 1997 en la UBA, donde la conferencia de apertura estuvo a cargo del geógrafo marxista británico David Harvey y en la de cierre tomó la palabra el célebre geógrafo brasileño Milton Santos, quien refutó la expresión del británico de que el idioma inglés era el "esperanto de la globalización" ya que el esperanto había sido concebido como un idioma para la paz y la hermandad de todos los hablantes del mundo, mientras que el inglés, según el brasileño, era el idioma de la violencia, el saqueo de los recursos y del sometimiento de los pueblos del mundo.

Sin embargo, la geografía del abordaje social del espacio, de sus conflictos, sus desigualdades, sus fragmentaciones y de las luchas por sus territorios de los "perdedores" de la globalización capitalista, tuvo muchas resistencias por parte de la geografía "tradicional". "Eso no es geografía", se escuchaba en muchas conversaciones en las universidades y en los profesorados de todo el país. El abordaje (¿la enseñanza?) del inventario y la descripción de la geografía física era (es) mucho menos problemático que la problematización del espacio construido socialmente de la ciudad, por ejemplo. O los conflictos en torno a los territorios de los pueblos originarios donde se impone la lógica extractivista y la continuidad de una economía reprimarizada en muchos lugares del mundo producto de la irracionalidad del tecnocapitalismo neoliberal. Este abordaje es mucho mas complejo y complejizador que simplemente decir "la Puna tiene importantes yacimientos de recursos minerales", y aún falta el enlace con la dimensión Tiempo; el abordaje del espacio no puede ignorar la temporalidad. Tiempo y espacio son dimensiones inherentes a la vida individual y social. Los procesos sociales se expresan en ellos y a través de esas dos dimensiones.

Así entonces, la geografía se ha renovado y revitalizado enormemente durante estos 40 años de democracia, acercándose y colaborando con otras disciplinas de las ciencias sociales. Actualmente existen en diversas universidades líneas de investigación, publicaciones, revistas que abordan los conflictos territoriales, ambientales, la perspectiva de género, los espacios de memoria, los espacios de consumo y de ocio o las representaciones del espacio, que revitalizan las líneas tradicionales como la geografía urbana, la geografía rural, la geografía política o la geografía económica.

Así mismo, la muestra "Geografía en 40 años de democracia. Memorias, transformaciones, desafíos" continúa en exhibición en el Centro Cultural Paco Urondo, cuyo edificio era un hotel de la esplendorosa y abismalmente desigual Argentina del Centenario, ubicado en el corazón financiero de la ciudad de Buenos Aires. El montaje visual da cuenta de los valiosos aportes al estudio de la realidad social, sus conflictividades y territorialidades en lugares y escalas diversas que aporta una geografía "cómoda y legítimamente ubicada en el campo de las ciencias sociales".

*Profesor de geografía, Instituto Superior del Profesorado de Salta, IEM "Dr. Arturo Oñativia", Facultad de Humanidades, UNSa.