Días atrás, el cantante Duki se emocionó en la conferencia de prensa antes de brindar los primeros dos recitales de su carrera en el estadio River Plate y la abandonó por unos minutos debido a la angustia que estaba experimentando. Esta reacción se viralizó de inmediato y, como todo lo que hace el Duki, generó distintos tipos de opiniones y comentarios. El sábado, en su primer show, el músico se pronunció al respecto de esta situación: "Yo soy hombre y lloro desde que nací, viví triste toda mi vida y gracias a eso me hice fuerte. Así que toda la gente que piensa que llorar y estar triste está mal, son todos unos cagones y no tienen huevos. Yo lloro, yo estoy triste me la banco y salgo adelante. Así de simple: si tienen problemas de ansiedad, problemas mentales... loco, hay forma de salir adelante. La vida es una, es hermosa, se los juro".
El Duki no es el único músico en pasar por esta situación. También vimos pronunciarse sobre circunstancias similares a Lali, a Ale Saenz, a la Joaqui, a Tini, a Karina la Princesita, entre otres. Estxs ídolos, expuestos a una presión enorme, siempre deben mostrarse bien, exitosos, hacernos creer que la vida les sonríe. Todxs ellxs tienen millones de seguidores en redes, llenan estadios, venden su música: ¿por qué estarían tristes o angustiados, si en sus publicaciones los vemos felices con sus autos lujosos y sus buzos de diseñador? La insatisfacción, la ansiedad, la tristeza son estados que nada tienen que ver con el género. Sin embargo, toma mayor dimensión o interés la noticia de que quien manifieste sentirse así se trate de un varón cis porque no estamos acostumbrados a que los varones se muestren vulnerables. En todo caso, solo lo pueden hacer los homosexuales. Cuando Duki dice "lloren, que nadie les diga lo contrario" nos hace pensar en esta masculinidad incómoda, que pide ayuda a gritos porque se da cuenta de que los superhéroes solo están en los comics.
¡Cómo afectan los mandatos de género! ¿Cuánto tiempo más vamos a escuchar eso de que expresar las emociones es de débiles? (O que es solo para mujeres y disidencias). Todo humano tiene la capacidad de llorar cuando siente angustia, sin embargo, parece que la posibilidad de hacerlo frente a otrxs sigue estando reservada al universo femenino. Crecimos en un mundo que le decía a los varones: "no llores, que eso es de mujercita", "no seas maricón", "hablá más fuerte, como los hombres".¡Cómo odiaba esas máximas! ¡Qué poco empáticas y cuánto daño hicieron! Estas frases, que para algunes pueden parecer inofensivas, han calado fuerte en la estructura machista de nuestra sociedad. Los hombres deben ser fuertes, proveedores, autosuficientes, racionales y no expresar ninguna emoción que se pueda asociar con la vulnerabilidad. Este estereotipo está tan instalado en el inconsciente que a muchos no les permite ni siquiera poder exponer sentimientos en la intimidad.
En estos discursos y mandatos culturales conviven las contradicciones, porque un hombre puede llorar en la cancha cuando su equipo pierde una final, pero no por un corazón roto o por amor. Se prepara a los hombres para que sean fuertes y oculten lo que sienten, impidiendo que tengan herramientas para transitar las emociones, como cualquier ser humano. Se está por cumplir un año de la final del mundo: ahí lloramos todxs de manera colectiva. Nadie se atreve a cuestionar esas lágrimas, pero cuando un varón llora por frustraciones, impotencia o angustias que atraviesan su vida cotidiana, como mínimo, se lo pone en duda: se debate sobre su estado mental, su sexualidad, se lo etiqueta como raro o sensible.
Virginie Despentes, en su libro Teoría King Kong, lo expresa con gran claridad: las mujeres son criadas como muñequitas sensibles, que deben agradar a los hombres, ser frágiles y sumisas. En cambio, el varón fuerte, que puede pelear y enojarse, está bien visto y se justifica. ¿Qué pasa cuando las mujeres se enojan? Son locas, histéricas, están en "esos días". Hay emociones que solo se les permiten a los varones y otras, a las mujeres.
Estoy segura de que deconstruir esta masculinidad machista posesiva va a ser un aporte invaluable contra la violencia hacia las mujeres y disidencias. Hay un nuevo modelo que se viene construyendo a partir de la desconstrucción de la masculinidad hegemónica y esta búsqueda de nuevos estereotipos sociales y culturales en el cual la rudeza es remplazada por sensibilidad. A los varones se les enseñaba a ocultar, de a poco algunos de los que tienen impacto en la gente están empezando a mostrar.
Que un referente tan importante como es el Duki dé un mensaje como este es superpoderoso, porque habla de salud mental y pone en su voz los gritos de la mal llamada generación de cristal. El mensaje "ustedes también pueden llorar, emocionarse, angustiarse o pedir ayuda" dicho por un referente tiene otro impacto. También es importante que se muestre esa ambigüedad: el mismo músico que, frente a la exposición de su angustia frente a la prensa tuvo que abandonar la escena, después reconoce esa contradicción y le hace frente.
Aunque ya no hablemos, solo pasaron tres años de la pandemia y aún no sabemos con certeza las consecuencias que esta ha dejado en la salud mental de las infancias y adolescencias. Sabemos que han sufrido un gran impacto. Ellxs son el futuro: abramos nuestros corazones, seamos empáticos y abracemos esta nueva masculinidad donde los hombres también lloran, que con la otra nos fue bastante mal.