Este 10 de diciembre se terminó la vida intensa de Javier Milei como panelista y comienza su nueva vida como Presidente de la Nación. Ahora sus palabras y diagnósticos tendrán que volverse acciones de gobierno. Por esta razón, despertaba tanto interés su primer discurso frente a la Asamblea Legislativa en el momento mismo que se producía esta mutación. La primera sorpresa fue que no le dirigió la palabra a los diputados y senadores que se constituyeron como representantes del pueblo: las dos cámaras reunidas encarnan las preferencias siempre heterogéneas de nuestra sociedad. Milei prefirió la explanada y hablarle a sus seguidores, no al pueblo todo (que estaría representado justamente por los miembros de la Asamblea) sino a sus propios seguidores. Primer gesto.
Habló rodeado de líderes mundiales, algunos en ejercicio de sus funciones y otros exmandatarios que fueron invitados especialmente. Habló sin su vicepresidenta y sin su gabinete. Lo acompañó su hermana Karina que se desempeñó como el Jefe del partido libertario, Jefe de la campaña y también como ordenadora de las designaciones del nuevo gabinete. También fue “Jefe” de la explanada en el momento de su discurso inaugural y la única persona que lo acompañó en el auto que lo llevó al Congreso y luego a la Casa Rosada. Otro gesto para imaginar la futura arquitectura del poder.
Frente a sus votantes hizo una interpretación del voto que lo llevó a la presidencia: “Los argentinos eligieron un Nuevo Contrato Social Liberal. Cuyas instituciones fundamentales son: la propiedad privada, los mercados libres de intervención estatal, la libre competencia, la división del trabajo y la cooperación social”. Menos la cooperación, todo es casi idéntico del discurso con el que la dictadura cívico militar inició el proceso de mayor decadencia del siglo XX. Sin embargo, la periodización que realizó en su discurso no se detuvo en ningún gobierno de los últimos 100 años: solo dijo que la decadencia comenzó cuando el populismo destruyó el gran proyecto de la generación de 1880. De allí las referencias a Julio A. Roca: su gran faro político del siglo XIX y principios del XX. Aunque se vea obligado a recortarlo un poco ya que Roca creía mucho más en la acción del Estado que en la mano invisible del mercado.
Pero hoy ese discurso cruel fue avalado en las urnas por una aplastante mayoría lo que le permite a Milei (absolutamente coherente entre sus palabras de campaña) afirmar en el inicio de su gestión que “la conclusión es que no hay alternativa al ajuste y no hay alternativa al shock, naturalmente eso repercutirá de modo negativo sobre el nivel de actividad, el empleo, los salarios reales, la cantidad de pobres e indigentes”. Es lo que prometió y lo va a cumplir. Y repitió una y otra vez que la única solución es el ajuste y que “no hay plata” (otro latiguillo de campaña). En el momento de decirlo, en la plaza del Congreso la multitud lo ovacionó. Puede resultarnos extraño que la promesa de que se aproxima “la nueva era” inicia con un gran sufrimiento. Esto fue dicho antes de ser votado como Presidente, lo que transforma el anuncio de tanto dolor como un alivio de sanación.
Javier Milei apareció por primera vez como Presidente y mostró su carácter: es pura voluntad de poder. Está solo y decidido a empezar “una nueva era de prosperidad, crecimiento, desarrollo, libertad y progreso”. No tiene mayorías parlamentarias ni alianzas con otros partidos o fuerzas políticas para sostenerlo. Ni siquiera se lleva del todo bien con su vicepresidenta ni con todo su bloque parlamentario. Se apoya en el contundente 55% que lo votó. No es poco para legitimar su presidencia pero se revela escaso si quiere respetar los procedimientos y equilibrios republicanos. Salvo que Milei crea más en la democracia plebiscitaria que en la República del diálogo y el consenso parlamentario. No lo sabemos aún, pero todo parece indicar que su destino de éxito o fracaso será en plazos cortos.
“Será difícil pero lo vamos a lograr; viva la libertad carajo!” Este fue el cierre sincero y contundente de su discurso como Presidente. Muestra la convicción de Milei sobre sus primeros pasos. Sin embargo, estas palabras también requieren una interpretación. A juzgar por el contexto discursivo debemos suponer que la promesa señala que lo difícil de lograr (y por lo que Milei luchará) será sostener con mano firme el ajuste, la caída en el nivel de actividad, los bajos salarios y el incremento de pobres e indigentes. Es decir, poner a prueba a toda la sociedad argentina en un largo y duro camino por el desierto. ¿Será suficiente la libertad para compensar esta dura realidad económica y social en sus primeros años de gobierno? A partir de hoy empezaremos a develar tantos interrogantes.
* Sociólogo e investigador de FLACSO Argentina.