Los argentinos y las argentinas saben qué significa vivir sometidos a las políticas de ajuste del Fondo Monetario Internacional. El primero en acudir al FMI fue Arturo Frondizi en 1958 y la Argentina conoció ahí la receta, luego repetida hasta el hartazgo, que desde Economía aplicó Alvaro Alsogaray: recorte del gasto público, apertura de importaciones, congelamiento de salarios y liberación del dólar. De entonces a la fecha hubo una década de excepción y no fue magia: al promediar su mandato Néstor Kirchner anunció su decisión de librarse de ese yugo que condiciona el desarrollo del país y la vida cotidiana de cada uno de sus habitantes. Así, el 3 de enero de 2006 la Argentina –a la que luego Mauricio Macri volvería a atar a los dictados del FMI- saldó su deuda de 9506 millones de dólares con el organismo y recuperó la capacidad de decidir el destino de su economía. La imagen en la tapa de PáginaI12 de quien dirigía al FMI, Rodrigo Rato, atendiendo el pedido de Kirchner bajo el título "Mozo, la cuenta", sintetizó aquel momento trascendente.
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