Darío Santillán todavía está vivo en la foto. La tomó Sergio Kowalewski momentos antes de que el militante de 21 años fuera asesinado por el aparato represivo estatal. El intento demencial de acallar a sangre y fuego la protesta de los que el ajuste del gobierno de Duhalde dejaba afuera. La secuencia de fotos que ilustra la tapa convierte el trabajo del fotoperiodismo en una herramienta de denuncia, pero también en una crónica perfecta de la tragedia. A su lado, el cuerpo de Maximiliano Kosteki (22 años) anticipa lo que va a ocurrir con Santillán. Más allá, como un ave de rapiña, uno de los asesinos exhibe su Itaka. Hay tanto dolor, tanta indignación, tanta injusticia en esos dos crímenes cometidos por la policía que la tapa tradicional de Página/12 no alcanza y tiene que ser diseñada apaisada. No. La crisis no causó dos nuevas muertes. Las causó la represión del gobierno. Alguien vio cómo los mataban y lo fotografió. Un medio lo publicó en su tapa. El resto es parte de la historia trágica de la Argentina.
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