Dar de nuevo. Empezar de cero, el rito de la renovación, todo por hacer, todas las posibilidades sobre la mesa... casi vacía, apenas maquillada por los atributos de mando que uno dejó y otro se demora en tomar, como si supieran que el poder que representan ya se desangra. Barajar y dar de nuevo. ¿Dónde están las cartas? ¿Alcanzan para todos? ¿Quiénes juegan? ¿Quién es el croupier que, fuera de cuadro, mezcla antes de repartir? ¿Es uno de esos a los que pronto, cuando la ilusión de un mundo posible se haya desvanecido, les pedirán "que se vayan todos"? ¿Los mismos que volverán, recursivamente, años y décadas después? ¿O hay otros más allá de las reglas, los dueños del mazo, los que condicionan el juego? Los límites de la democracia como el marco de un cuadro: "El marco -decía Gregory Bateson- funciona como un mensaje que dice: presta atención a lo que está adentro y no te fijes en lo que está afuera".
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