El Otra vez del título lo sintetiza todo. La masacre de la AMIA repetía la matanza de la Embajada de Israel. Pero no sólo las muertes, sino la falta de respuesta del Estado argentino, de sus servicios de inteligencia y de su justicia. Ante todo, de un gobierno que transó todo y que en los primeros días de la investigación -los días decisivos- no encontró ni un solo sospechoso ni una pista valedera.
Desde entonces y hasta hoy, usaron a los muertos de la AMIA para hacer política y perseguir adversarios; para actuar de serviles de los poderes en la geopolítica internacional.
El atentado fue una catástrofe humana conmovedora, pero también una catástrofe de manipulación y de burla a la sociedad argentina.