El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, recibió este lunes en la sede del Gobierno a decenas de personas en situación de calle y anunció un vasto plan de apoyo para los que definió como "la gente más sufrida" de la sociedad.
"Por este palacio ya pasaron príncipes, reinas, presidentes y empresarios, pero pocas veces fue abierto para que participe la gente más sufrida", que "ni siquiera tiene dónde dormir", declaró Lula con relación a una situación que, según datos oficiales, afecta a unas 236.000 personas en Brasil.
Lula atribuyó "la culpa" de esa realidad a "un Estado que no se ha dedicado a cuidar a los más pobres" y se comprometió a atender ese drama, agregando que también es necesario "cambiar la mentalidad" de quienes, "cuando ven a la gente en la calle, pasan bien lejos o miran hacia otro lado".
El programa de atención a la población en situación de calle comprende diversas iniciativas en las áreas de salud, seguridad alimentaria, educación, empleo y sobre todo vivienda, considerada una de las más difíciles solucionar en el corto plazo.
El plan, dotado de 1.000 millones de reales (204 millones de dólares) propone un trabajo conjunto con gobiernos regionales y municipales, universidades y los movimientos de la sociedad civil ya dedicados a atender a los sin techo.
En el caso de la vivienda, el más complejo, se plantea facilitar el acceso de la población en situación de calle a los programas de residencias populares que ya ejecuta el Gobierno, pero en un primer momento habrá apoyo para ampliar el número de albergues municipales.
En el acto participó el sacerdote católico Julio Lancellotti, quien atiende a las personas en situación de calle de San Pablo, ciudad que concentra a casi la cuarta parte de los sin techo del país.
En homenaje a ese trabajo que desarrolla desde hace décadas, el Congreso bautizó con su nombre una ley que prohíbe la arquitectura "hostil" a los sin techo en todo Brasil y que fue reglamentada por el Gobierno en la misma ceremonia en que se anunció el nuevo programa asistencial.
Esa ley, aprobada el año pasado, fue vetada en su momento por el entonces presidente Jair Bolsonaro, líder de la ultraderecha, pero esa decisión fue luego anulada por el Parlamento.
Arquitectura contra los pobres
Las iniciativas de urbanismo para quitar a los pobres de la vista en los espacios públicos --la "arquitectura hostil"-- han implicado en Brasil las tácticas de clavar piedras con salientes filosas debajo de los puentes, e instalación de alféizares --bases de ventana-- con objetos puntiagudos, los cuales fueron prohibidos por el presidente Lula Da Silva. En su momento el presidente de Brasil declaró: "Están poniendo piedras debajo de los puentes, porque no quieren que los más pobres tengan ni siquiera el derecho a dormir debajo de un puente".
En 2021, tras las denuncias del padre Lancelotti, la alcaldía de San Pablo se vio obligada a retirar las piedras que había instalado abajo del viaducto Luciano Mendes de Almeida.
Lancelotti denuncia este tipo de arquitectura como parte de la aporofobia que se vive en Brasil. Para la ONU, la aporofobia es un conjunto de actitudes y comportamientos negativos hacia personas que viven en situación de pobreza.