El 40 aniversario del regreso a la democracia en Argentina coincidió con la asunción de una fórmula presidencial cuya llegada al poder evidencia profundas novedades en relación con el tradicional funcionamiento de la vida política. Los nuevos protagonistas del Poder Ejecutivo cuentan con muy escasa trayectoria dentro del sistema de partidos. Sin embargo, han logrado desarrollar una carrera política meteórica que en cortísimo tiempo les permitió acceder a la dirección de la Nación.
Ahora bien, aunque en un sistema político presidencialista la figura del primer mandatario posee especial envergadura, la condición republicana del régimen político supone un sistema de frenos y contrapesos entre los tres poderes de la Nación. En este sentido, la labor del Congreso resulta central en tanto espacio de deliberación y negociación para la sanción de las leyes que permitan desplegar políticas de Estado. No obstante, el primer discurso presidencial en el marco de la toma de posesión del cargo se realizó en fuera del recinto. Una escena disruptiva que se suma a una extensa serie de escenas que han ido conformando la nueva fisonomía comunicacional de la fuerza electoral que llega al gobierno.
Varios y de diverso orden son los fenómenos que merecen ser considerados para comprender el triunfo de la nueva gestión.
Aquí nos detendremos apenas en uno de ellos: el papel central que han tenido las formas de comunicación utilizadas por La Libertad Avanza (LLA) y, en particular, por el candidato convertido en Presidente.
Que las primeras palabras que el presidente electo dirigió a la Nación tuvieran lugar al pie de las escalinatas del Congreso y refrendaran frente ante la ciudadanía presente su promesa de ajuste, configuró una composición escénica inédita respecto de las anteriores imágenes y discursos que habitan en la memoria democrática.
Esta elección habilita diversos órdenes de lectura sobre el fenómeno de la llegada al poder de un candidato ajeno a la política que hizo de su imagen y su estilo comunicacional una de las claves que permiten explicar su éxito electoral. Un éxito construido a contrapelo de todas las propuestas que formaron parte de la oferta electoral. Cabe recordar que se trata de un candidato surgido y construido en la arena de los medios que en menos de un lustro de circular por los todos los sets televisivos alcanzó gran popularidad. Portador de una gran capacidad performática que lo convirtió en un panelista codiciado y profusamente entrevistado en programas que, en muchos casos, poco tenían que ver con el análisis de la política. Un garante del rating para los diversos formatos televisivos que de manera creciente conjugan el entretenimiento con la información y opinión sobre la actualidad.
Con ese capital simbólico en su haber sumado a una campaña electoral que conjugó de manera intensa y metódica el uso de las redes sociales logró captar la adhesión de sectores de la población muy heterogéneos que accedieron a su propuesta desde sus aplicaciones móviles. El uso sistemático de tiktok, potenciado por la lógica implacable del algoritmo, para presentar las ideas libertarias resumidas en frases breves, simples y rupturistas respecto de los modos tradicionales de la discursividad política se impuso frente a otras fuerzas con proyectos menos drásticos en relación al ajuste a implementar pero cuyas estrategias comunicacionales no lograron alcanzar el mismo nivel de penetración y adhesión en la ciudadanía.
En este sentido, resulta interesante la sugerencia del pensador italiano Franco Bifo Berardi quien invita a pensar que a partir del auge de las redes sería conveniente observar el surgimiento de un tercer tipo inconsciente que se genera en el ida y vuelta que ellas facilitan. Aproximaciones como las de Berardi, entre otras, serán claves para analizar este nuevo momento político y comunicacional.
* Investigadora UBA/UNTREF