Javier Milei eligió a un abogado de confianza de su jefe de Gabinete, Nicolás Posse, para hacerse cargo de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). El próximo “Señor Cinco” –como se conoce al jefe de los espías– será Silvestre Sívori, que trabajó más de una década dentro de la órbita del macrismo. En las últimas semanas, había estado a cargo de la transición con la exSIDE y con la Secretaría de Legal y Técnica, como había publicado Página/12.

Sívori estuvo este martes en la reunión de Gabinete que presidió Milei en la Casa Rosada. Por esa presencia se terminó de confirmar que él será el próximo titular de la AFI. Hacía tiempo que el abogado administrativista estaba cerca del economista libertario: había sido uno de los invitados al debate con Sergio Massa y había ocupado uno de los palcos VIP el domingo en el Congreso para presenciar la jura de Milei y de Victoria Villarruel.

Sívori –sub 40– trabajó en los últimos trece años en la órbita del macrismo. Fue el jefe de Jurídicos del Ministerio de Transporte en épocas de Guillermo Dietrich. Antes, había trabajado en el Gobierno de la Ciudad. En 2008, se había desempeñado en la Secretaría de Legal y Técnica porteña. Desde 2010, había estado en la Unidad de Coordinación de Asuntos Jurídicos de la Agencia de Protección Ambiental. Después reportó bajo el ala de Dietrich en la Ciudad antes de que Mauricio Macri ganara las elecciones en 2015. Hasta 2021, trabajó en la Dirección General Técnica Administrativa y Legal de la Procuración General de la Ciudad, que es el cuerpo de abogados que representa a la administración porteña.

Sívori comparte el estudio jurídico con Manuel Izura, uno de los asesores de Germán Garavano en el Ministerio de Justicia. Izura fue abogado de la Policía Metropolitana y defensor del exsubjefe de la Armada Benito Rótolo, que terminó condenado por el escándalo de espionaje en la base Almirante Zar de Trelew. En el mismo estudio también está asociado Jaime Seoane, de larga relación con Pablo Noceti, el exjefe de gabinete de Patricia Bullrich.

Según pudo saber este diario, Sívori mantuvo, al menos, una reunión con la última interventora de la AFI durante la gestión de Alberto Fernández, Ana Clara Alberdi. En todo momento, se mostró como hombre de Milei pese a que tiene antecedentes en el macrismo.

Sívori reporta a Nicolás Posse, jefe de gabinete de Milei y otro de los hombres de la escudería Eurnekian que nutren las filas del gobierno de La Libertad Avanza (LLA). Una de las versiones que echaron a rodar desde el oficialismo es que la AFI podría dejar de depender directamente de la Presidencia para estar subordinada directamente a la Jefatura de Gabinete. Bajar a la Agencia de estatus no necesariamente es algo que puede ser bien visto por la comunidad de inteligencia internacional. Sin embargo, este medio no pudo confirmar que este cambio esté efectivamente en agenda.

El futuro de la AFI

Milei deberá conseguir los votos en el Senado para aprobar el pliego de Sívori. Esa negociación quedará en cabeza de Victoria Villarruel. La relación entre Milei y Villarruel dista de ser cercana. La vice quiso tener bajo su órbita los ministerios de Seguridad y de Defensa, pero Milei privilegió su alianza con Bullrich y le hizo un desplante a su compañera de fórmula. Durante la campaña, Villarruel también había insinuado su voluntad de tener influencia en la exSIDE, pero el edificio de 25 de mayo también quedó lejos de sus dominios. Sin embargo, las versiones indican que hubo militares retirados trabajando con Sívori o Posse.

Desde el entorno de Sívori adelantan que pretende gobernar la exSIDE sin un número dos –o Señor Ocho, como se lo conoce dentro del organismo de inteligencia–. Desde que se creó la AFI –por la modificación de la Ley de Inteligencia de 2015–, quedó establecida por ley una estructura con dos cabezas: la del director y la del subdirector. Así funcionó durante los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner y de Mauricio Macri.

Cuando llegó la intervención de Cristina Caamaño, la exfiscal, a través de una resolución, modificó la estructura bifronte para evitar un doble comando. En el pasado, el director general solía ser responsable de la relación política y del área administrativa –que incluye, por ejemplo, la relación con los tribunales– y el subdirector general solía ocuparse de las cuestiones operativas. Caamaño quiso que el cambio se cristalizara con una reforma de la ley en la que trabajó y que fue anunciada por Alberto Fernández, pero nunca llegó al Congreso.