La segunda reunión de Gabinete la encabezó nuevamente Javier Milei, pero la protagonizó Luis Caputo. El ministro de Economía le anticipó a sus pares los principales lineamientos de las medidas que anunciaría horas más tarde. Sentado en la cabecera, el Presidente acompañó cada una de sus palabras y le pidió a todos los funcionarios que se comprometan a fondo con los recortes en el Estado, que incluyen el despido masivo de empleados públicos. Quien no lo haga "tendrá la sanción correspondiente", advirtieron en el Gobierno. Tras un breve cuarto intermedio, se sumaron a la cumbre dos viejos conocidos de la casa: Federico Sturzenegger y Lucas Llach. Los exfuncionarios de Cambiemos trabajan en un plan de desregulación estatal que caracterizan como una “descontaminación legislativa”. Sus presencias llamaron la atención porque hasta el momento no fueron designados en ningún cargo y por el histórico enfrentamiento que Caputo y Sturzenegger arrastran desde la presidencia de Mauricio Macri.

El encuentro en el Salón Eva Perón comenzó unos minutos antes de las 9 de la mañana. Hacía una hora que Milei ya había llegado a la Casa Rosada. A diferencia del día anterior, el libertario dejó tirado el traje y la corbata y volvió a ponerse la clásica campera de cuero y los borcegos negros. En la primera parte de la reunión, Caputo explicó que diseñó un plan de estabilización que buscará evitar una “catástrofe económica” y que implicará un fuerte recorte del gasto público. Como refuerzo, el Presidente les pidió enfáticamente a los funcionarios que achiquen al máximo el presupuesto de sus carteras. Entre las tareas que tienen para los próximos días, está el despidos masivo de empleados del Estado, en donde no se renovarán los contratos laborales que tengan menos de 1 año de vigencia. Así, la bajada de línea de Milei y Caputo fue clara: "no hay un peso de sobra" para los ministerios. Incluyó también una advertencia que más temprano había lanzado el vocero presidencial Manuel Adorni: "Todo funcionario que no quiera dar la información que se está solicitando tendrá la sanción correspondiente".

La reunión fue extensa y tediosa. Fueron dos horas en las que los ministros iban y venían. Del primer tramo participaron el jefe de Gabinete, Nicolás Posse; la secretaria General de la presidencia, Karina Milei; y los ministros Guillermo Francos (Interior); Diana Mondino (Relaciones Exteriores); Guillermo Ferraro (Infraestructura); Patricia Bullrich (Seguridad); Sandra Pettovello (Capital Humano), Mariano Cuneo Libarona (Justicia) y Luis Petri (Defensa). En la lista de asistentes también apareció el abogado Silvestre Sívori, nuevo titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Su nombre sorprendió porque todavía no fue oficializado en el cargo, aunque en un comunicado posterior se confirmó que será el jefe de los espías.

Tras un durísimo diagnóstico económico hubo un cuarto intermedio. En ese breve lapso, Mondino se acercó a hablar con la prensa y señaló que la política monetaria del gobierno saliente fue “demencial” y que se va a “tardar mucho tiempo en solucionar". Respecto a la escalada inflacionaria, la canciller señaló que es producto de que "en los últimos tres meses la emisión de dinero ha sido monumental” y de los controles de precios que provocan que las subas sean “más rápidas".

Finalizada la pausa, un grupo de funcionarios se sumó a la cumbre: el presidente del Banco Central, Santiago Bausili; el secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo; y el nuevo procurador del Tesoro, Rodolfo Barra, uno de los arquitectos jurídicos de las privatizaciones menemistas. Al día de hoy, Barra se encuentra impedido de asumir el cargo por ser mayor de 70 años, aunque desde el Gobierno dejaron trascender que modificarán esa normativa en los próximos días.

Quienes también se sentaron a la mesa fueron Sturzenegger y Llach. Los exfuncionarios de Cambiemos, aún sin cargo, trabajan en un armado legislativo para “desburocratizar” el Estado, que será una parte de la batería de medidas que el oficialismo enviará a las sesiones extraordinarias del Congreso. Sturzenegger sostiene que es necesario avanzar en una “descontaminación legislativa” para “liberar” al comercio interior y exterior de regulaciones. Es un proyecto que hace un tiempo le había presentado a Carlos Meclonian para aplicarlo en una eventual presidencia de Patricia Bullrich y que tras la derrota se lo trasladó a Milei. El vínculo entre ambos tiene varios años. El mandatario ha confesado su “admiración y afecto” por Sturzenegger y es una fuente habitual de consulta. De ahí que tiempo atrás hayan existido conversaciones para que asuma la cartera de Economía.

Los antecedentes con Caputo, por el contrario, no son buenos. Arrastran choques desde fines de 2017 cuando el ahora ministro era secretario de Finanzas y Sturzenegger ocupaba la presidencia del BCRA. En aquel momento, las diferencias por las tasas de interés y las metas inflacionarias, los dejaron en veredas opuestas. En junio de 2018, una semana después de sellar el megaendeudamiento con el Fondo Monetario Internacional, Macri echó a Sturzenegger y en su reemplazo designó justamente a Caputo. A partir de ese momento, las heridas quedaron abiertas. Con ese historial de contrapuntos y rencores, más de uno se pregunta si la convivencia dentro de un mismo gabinete será posible sin afectar la coordinación económica.

Más allá de la falta de credenciales oficiales, Sturzenegger ya se maneja dentro del Gobierno. Luego de la reunión de Gabinete fue al edificio de Economía y mantuvo un encuentro con el secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo. El objetivo conjunto es delinear los pasos para desregular el sector.

Caputo, por su parte, fue el primero en retirarse de la Casa Rosada porque a las 13.30 debía ir a grabar el video con los anuncios económicos. El mensaje, que supuestamente se iba a emitir a las 17, se terminó retrasando hasta casi las 19 porque en Balcarce 50 no habían quedado conformes con su realización. Ante la larga espera, la segunda toma finalmente salió. Ya no había más tiempo para seguir probando.