“Honoré de Balzac escribía libros para comer. / Yo como libros para escribir”. Completamente familiar su gesto a la movida de la poesía de acá, la poeta es implacable, filosa. Con la consistencia del spray Legna Rodríguez Iglesias (Cuba, 1984) dispara al aire su palabra que se adhiere al mundo.
En este proceso nos deja visualizar sobre él una serie de trampas a las que parece a veces exponernos la posibilidad –o no– de movernos y de circular por el mundo atendiendo a sus mentiras y sus máscaras, como si fuéramos fruta resquebrajada que se ofrece siempre –y al mejor precio posible– a la voracidad de otro: “La apertura es asombrosa, / mi colonia celular va creciendo lentamente, / se mantiene encapsulada, / y sus unidades mantienen / una morfología y biología normales, / así que no contagia los tejidos aledaños / y mucho menos afecta otros órganos. / Después ya no se sabe, / fuga hacia una forma más irregular, / invade o destruye lo que rodea / y en su progresión genera / desprendimientos de estructuras idénticas a sí / capaces de trasladarse a otros tejidos y órganos / por canales que no puedo recordar / constituyendo depósitos, colonizándome, / un efecto conocido con el nombre de metástasis. // Los familiares lloran, gritan, discuten. Cada media hora o menos / un desfile de personas que ni siquiera conozco / hace acto de presencia en nuestro hogar. / Conversan, comen toman agua, van al baño, / invaden o destruyen lo que rodean / y en su progresión generan / desprendimientos de estructuras idénticas a sí / capaces de trasladarse / por canales que no puedo recordar / constituyendo depósitos, colonizándome, / un efecto conocido con el nombre de metástasis.”
Hija de intelectuales y artistas cubanos que la nombran como “ángel” al revés, es además autora de novelas y libros de cuentos premiados en distintos países y columnista de medios en revistas digitales. Reside en Miami. Sin dudas un hallazgo de Nebliplateada, editorial que salvo a Lihn y a Alemian viene entregando, desde 2019, sólo poetas femme al público lector. Estos poemas incisivos de Rodríguez Iglesias disparan contra varixs a punta de pistola (de agua, 35mm) para poder seguir pensando y, en una de esas, lograr responder a la pregunta que –como en cualquiera de las otras citas de Bernhard que separan las secciones– mantiene en vilo la ironía y la sospecha permanentes: ¿No vemos y buscamos siempre enseguida, en todo lo que vemos y buscamos, un significado?
Explica la cita Legna: “Agradezco a todos ellos que siempre me desearon el bien / y no me dejaron por incorregible. / Les agradezco infinitamente / y no les deseo la muerte/ ni la vida.” Hay que hacerse cargo de este tipo de existencia que habitamos y para eso hay que estar atentxs, no queda opción, parece decirnos Dame Spray: “La mujer es un monstruo debilucho, / un concepto de música que no se oye, / y mi bulldog francés dirige su cabeza / cuadrada hacia mis dedos / los aparta de él, se lame el prepucio.”
Y en CULTIVOS VARIOS: “Los campesinos son más felices que yo. / Cultivan la tierra y se alimentan de los bienes que ella les brinda./ La gente de mi casa está hecha de tierra. Yo los cultivo y me alimento de ellos. /Me brindan algo que no son bienes, ni males. / Una campesina, todavía.”, revelando más adelante la MENTIRA MÁS GRANDE: “Aquellos escritores de clase media y alta y revolucionarios / y viejos y pedófilos, me miraban así como a una fruta / sin jugo ni masa y sonreían cautelosos de mí, / pequeña sabandija legüilarga: / la honestidad sólo existe en tus pulmones.” Al otro lado de la frontera espera el gendarme, o el peligro de ser cooptada por la estupidez, o lo que sea que te den para comer y sucumbir al embrutecimiento, al control de la producción: “En cuanto a mí, una semilla no.”
Mientras tanto, las coordenadas Gandhi-Mandela-Cienfuegos protegen desde lo alto, ahí como encriptados: “no se duerman”, les pide. La sección sobre el teatro alemán y Brecht no tiene desperdicio. Consigan este libro para leer muy pronto. Nos insta a seguir armando y ampliando nuestras propias armas para resistir en este mundo hostil de soledad: “Lo que escribo no es fruto de la creatividad. / Es fruto de la debilidad./ En la unión está la debilidad / y en la separación está la fuerza.”