“Podrán cortar todas las flores, pero no detendrán la primavera”, sostuvo alguna vez el poeta chileno Pablo Neruda. Con ese puñado de palabras como trampolín, como metáfora de la potencia inquebrantable de las luchas populares, el director Rafael Monti ideó “La noche que cortaron las flores”, una pieza basada en el episodio de los adolescentes secuestrados en La Noche de los Lápices, que podrá verse hoy y mañana, a las 21.30 en el Salón Auditorium (Belgrano 1349) de la ciudad de Salta.
La propuesta, enmarcada en el teatro musical, cuenta con la codirección y coreografía de Ángeles Guzmán González, quien expresó que el formato les permite "llegar a otros públicos y comunicarnos en la contemporaneidad” de esos públicos. La bailarina comentó además: "Para trabajar la parte coreográfica, me basé mucho en los textos, videos y otros materiales de diferentes autores, que narran sobre violencia y desapariciones en Latinoamérica y el mundo. El cuerpo debe hablar en escena, eso es muy complejo de transmitir y en especial enseñar”.
Más aún, la artista destacó: “siempre creemos que abrir el diálogo y en especial la escucha es lo más importante al tratar este tipo de temas, dado que las nuevas generaciones deben tener estos espacios de expresión y visibilidad”.
En esa línea, el elenco que recreará los hechos acaecidos durante la última dictadura cívico militar, conformado por Maira Bulacio, Rodrigo Durand, Raquel Guzmán Posse, Pilar Hearne, Miqueas López, Alberto Luna, Leo Martínez y Cristian Quiroga, apostará a conmover y mantener las consignas de memoria, verdad y justicia sobre el escenario.
Este espectáculo, con melodías que invitan a la reflexión, tiene una entrada general de 3 mil pesos en boletería, con descuento para personas jubiladas y otras promociones.
Horas antes del encuentro con el público, Rafael Monti, director y creador del proyecto, dialogó con Salta/12 y adelantó algunos detalles de lo que hoy se verá sobre las tablas
-¿Cómo nace esta obra, sobre una temática tan particular y sensible?
-Siempre me interesó escribir sobre la historia reciente de la Argentina de las décadas de los setenta y ochenta, como una forma de mantener viva la memoria. Por ejemplo, “En un azul de frío” (2004), “Códigos Rotos” (2005) y “Abrazar el aire” (2012), componen mi visión de los dramáticos años del proceso cívico militar, del genocidio, la dictadura y el terrorismo de estado, involucrándome con la Guerra de Malvinas, los centros clandestinos de detención, la trama de Hijos /Abuelas y la acción de la militancia por los derechos humanos. En esta unidad dramatúrgica, no podía faltar el recuerdo del secuestro y asesinato de estudiantes, en su mayoría integrantes de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios), en La Plata, el 16 de septiembre de 1976, que participaron de la campaña por el boleto estudiantil, considerada por las Fuerzas Armadas "subversión en las escuelas", hecho conocido como La Noche de los Lápices.
-El hecho de hacer un musical basado en el episodio de las y los adolescentes secuestrados en La Noche de los Lápices resulta, en algún punto, disruptivo ¿Que los motivó a elegir este formato?
-El hecho de que el rock nacional es un registro cultural realmente significativo en la estética, sobre todo juvenil, y además un reconocido elemento de resistencia. Durante la década de los años 60 y 70 el rock nacional se convirtió en un boom y la Junta Militar atacó todo lo que envolvía a esa cultura de canciones, artistas, vestimentas y más, por ser considerado "subversivo" y peligroso. Muchas de las canciones censuradas hablan sobre la libertad de los pueblos.
-En este sentido, ¿Con qué criterio se trabajó sobre las coreografías y las canciones?
-La comedia musical como representación teatral, combina canciones, diálogos hablados, actuación y danza coreografiada. La historia y el contenido emocional de un musical se comunican a través de las palabras, la música, el movimiento y los aspectos técnicos del espectáculo como un todo integrado.
-¿La danza, las melodías, actualizan el reclamo de aquellos jóvenes, sostienen la memoria de los acontecimientos?
-La armonía y la emotividad, están inmersos en la estética general y esa compleja diversidad, de transiciones, nos ayuda a completar la dramaturgia, revitalizando emocionalmente, nuestra manera de contar la historia.
-¿Cuál es la expectativa respecto de la recepción del público?
-La expectativa es la de haber podido emocional e históricamente, plasmar un momento de nuestra historia, que seguramente no es una verdad única e indiscutible, pero es la nuestra, nacida del corazón y el deseo de mantener siempre la memoria, hoy a cuarenta años de la recuperación de la democracia. Hemos pensado incorporar a las representaciones charlas, en funciones didácticas, destinadas especialmente al público estudiantil, sobre todo, para propiciar el diálogo con los más jóvenes, sus maestros y nosotros.
-Entonces, la pieza fue concebida con fines didácticos, para llevar a las escuelas…
-Indudablemente. Por eso hemos trabajado en una puesta minimalista y casi despojada, que nos permita poder movernos más fluidamente a cualquier escenario.
-¿Tomaron el testimonio de los sobrevivientes, la película de Héctor Olivera u otros materiales para pensar la dramaturgia?
-Esencialmente. Desde la escritura, mezcla de ficción y datos testimoniales, a partir de una investigación documental, que conforma la historia política y personal de los protagonistas, hasta la labor actoral, de dirección y puesta en escena, jugando momentos diferentes en tiempo y lugar, se apela al testimonio histórico en función de los estudios recogidos. Una forma de participar de la construcción de nuestra memoria.
-En los afiches promocionales, algunos de los protagonistas sonríen ¿por qué se tomó esa decisión?
-Resulta parte esencial a la idiosincrasia de esa etapa de la vida, el permitirnos un momento para el juego, la búsqueda del amor, el compañerismo de los buenos momentos y la evocación, aun cuando parezca utópica o romántica, de nuestra propia adolescencia. A partir del recuerdo, la vida vence a la muerte. Hasta en el relato de la tragedia, puede surgir un instante para la lágrima y para la sonrisa.
Una obra que repasa la historia
A través de la estética del teatro musical, con temas emblemáticos del rock nacional de los 70 y 80, la obra, mezcla de ficción y realidad, se basa en delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar a partir del secuestro y asesinato de diez estudiantes, en su mayoría integrantes de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios), de La Plata, el 16 de septiembre de 1976, como una forma de mantener la memoria histórica.
La CONADEP estableció que la policía bonaerense había preparado un operativo de escarmiento para quienes habían participado de la campaña por el boleto estudiantil, considerada por las Fuerzas Armadas como "subversión en las escuelas". El caso tomó notoriedad pública en 1985, luego del testimonio de uno de los sobrevivientes: Pablo Díaz, en el Juicio a las Juntas. Mencionó un documento hallado en la Jefatura de Policía de la provincia de Buenos Aires, titulado La Noche de los Lápices, en el que describía las acciones a realizar contra las y los estudiantes, a quienes se calificaba como "integrantes de un potencial semillero subversivo". Habrían sido fusilados a principios de enero de 1977.