Desde Roma

En un momento de gran incertidumbre a nivel mundial, no sólo por las guerras en curso, sino por los desafíos de un mundo que se ha hecho cada vez más tecnológico y menos humano, el Papa Francisco dedicó su mensaje para la 57a Jornada Mundial de la Paz difundido este jueves, a la inteligencia artificial  y a sus consecuencias sobre la fabricación de armas, la paz, y el aumento de las desigualdades y de la pobreza, si no se imponen normas que la reglamenten.

La Jornada Mundial de la Paz se celebra 1 de enero de cada año, pero el Papa difunde sus mensaje normalmente varios días antes.

“Mi oración al comienzo del nuevo año es que el rápido desarrollo de formas de inteligencia artificial no aumente las ya numerosas desigualdades e injusticias presentes en el mundo, sino que ayude a poner fin a las guerras y los conflictos, y a aliviar tantas formas de sufrimiento que afectan a la familia humana”, escribió Francisco.

En sus mensajes al mundo político y en sus encuentros con los fieles, Francisco no ha dejado de insistir sobre la paz. Lo hizo también el miércoles pasado, en la audiencia general que tradicionalemente hace ese día con miles de fieles de todo el mundo en el Vaticano. El Papa dijo allí que seguía “con gran preocupación y dolor el conflicto en Israel y Palestina. Renuevo mi llamamiento a un alto el fuego humanitario inmediato (...)Animo a todas las partes implicadas a reanudar las negociaciones y pido a todos que se comprometan urgentemente a hacer llegar ayuda humanitaria a la población de Gaza, que está agotada y la necesita de verdad (...)Que todos los rehenes, que habían visto esperanza en la tregua de hace unos días, sean liberados inmediatamente: que termine este gran sufrimiento para israelíes y palestinos. Por favor, no a las armas, sí a la paz”

En el nuevo Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, Francisco hizo un elaborado análisis del “progreso de la ciencia y de la tecnología” para que se transforme en un “camino hacia la paz”.

“Agradecemos las extraordinarias conquistas de la ciencia y de la tecnología, gracias a las cuales se ha podido poner remedio a innumerables males que afectaban a la vida humana y causaban grandes sufrimientos”, escribió . Pero ahora los progresos técnico-científicos “están poniendo en las manos del hombre una vasta gama de posibilidades, algunas de las cuales representan un riesgo para la supervivencia humana”, señaló.

Francisco planteó en el texto algunas “preguntas urgentes”: ¿Cuáles serán las consecuencias, a medio y a largo plazo, de las nuevas tecnologías digitales? ¿Y qué impacto tendrán sobre la vida de los individuos y de la sociedad, sobre la estabilidad internacional y sobre la paz?”. Y en este sentido recordó que estas tecnologías pueden extraer datos de los rastros dejados en internet y “controlar los hábitos mentales de los individuos y las relaciones interpersonales con fines comerciales y políticos”, limitando “su capacidad de elección” sin que ellos lo sepan.

La inteligencia artificial “debe ser entendida como una galaxia de realidades distintas y no podemos presumir a priori que su desarrollo aporte una contribución benéfica al futuro de la humanidad y a la paz entre los pueblos. Tal resultado positivo sólo será posible si somos capaces de actuar de forma responsable y de respetar los valores humanos fundamentales como la inclusión, la transparencia, la seguridad, la equidad, la privacidad y la responsabilidad”, continuó. Y por eso propuso “reforzar o, si es necesario, instituir organismos encargados de examinar las cuestiones éticas emergentes y de tutelar los derechos de los que utilizan formas de inteligencia artificial o reciben su influencia” a fin de que el progreso digital “pueda realizarse en el respeto de la justicia y contribuir a la causa de la paz” (...) “salvaguardando los derechos humanos fundamentales, respetando las leyes que promueven el desarrollo humano integral”.

El impacto en la información y el área laboral

El Papa argentino, que el domingo cumple 87 años, también advirtió sobre los peligros de los contenidos falsos difundidos por los medios y empleados como “campaña de desinformación” que hacen crecer “la desconfianza en los medios de comuniación”. Pero puede haber otras “consecuencias negativas” de la inteligencia artificial como la “discriminación, la interferencia en procesos electorales, la implementación de una sociedad que vigila y controla a las personas, la intensificación del individualismo”. “Todos estos factores corren el riesgo de alimentar los conflictos y de obstaculizar la paz”, enfatizó.

Otro problema es que “las desigualdades podrían crecer de forma desmesurada, y el conocimiento y la riqueza acumularse en las manos de unos pocos, con graves riesgos para las sociedades democráticas y la coexistencia pacífica”(...) “No debemos permitir que los algoritmos determinen el modo en el que entendemos los derechos humanos, que dejen a un lado los valores esenciales de la compasión, la misericordia y el perdón”. añadió.

Los trabajos “que en un tiempo eran competencia exclusiva de la mano de obra humana, son rápidamente absorbidos por las aplicaciones industriales de la inteligencia artificial. También en este caso se corre el riesgo sustancial de un beneficio desproporcionado para unos pocos a costa del empobrecimiento de muchos”, agregó Francisco subrayando la importancia del “respeto de la dignidad de los trabajadores y la importancia de la ocupación para el bienestar económico de las personas, las familias y las sociedades”.

La influencia en el sector de los armamentos

La “posibilidad de conducir operaciones militares por medio de sistemas de control remoto ha llevado a una percepción menor de la devastación que estos han causado y de la responsabilidad de su uso, contribuyendo a un acercamiento aún más frío y distante a la inmensa tragedia de la guerra”, dijo Francisco en tácita alusión a los drones y otros tipos de armas remotas que se estań usando en la guerra Rusia-Ucrania y en la de Israel-Palestina. “Los sistemas de armas autónomos no podrán ser nunca sujetos moralmente responsables”, dijo. Por este motivo, “es imperioso garantizar una supervisión humana adecuada, significativa” de esos sistemas de armas”, subrayó.

Y agregó, refiriéndose al terrorismo, que “tampoco podemos ignorar la posibilidad de que armas sofisticadas terminen en las manos equivocadas facilitando ataques terroristas o acciones dirigidas a desestabilizar instituciones de gobiernos legítimos.”.

“En síntesis, realmente lo último que el mundo necesita es que las nuevas tecnologías contribuyan al injusto desarrollo del mercado y del comercio de las armas, promoviendo la locura de la guerra. Si lo hace así, no sólo la inteligencia, sino el mismo corazón del hombre correrá el riesgo de volverse cada vez más artificial”, subrayó Francisco, aclarando que “las aplicaciones técnicas más avanzadas no deben usarse para facilitar la resolución violenta de los conflictos, sino para pavimentar los caminos de la paz”.

Cómo hacerla positiva

Si la inteligencia artificial fuese utilizada para promover el desarrollo humano integral, “podría introducir importantes innovaciones en la agricultura, la educación y la cultura, un mejoramiento del nivel de vida de enteras naciones y pueblos, el crecimiento de la fraternidad humana y de la amistad social (...) El modo en que la usamos para incluir a los últimos, es decir, a los hermanos y las hermanas más débiles y necesitados, es la medida que revela nuestra humanidad”, recordó el Papa, destacando la importancia del “diálogo interdisciplinario” para conseguir mejores resultados pero también una educación que promueva el “pensamiento crítico” y la “capacidad de discernimiento” entre los jóvenes, para lo cual convocó a colaborar a escuelas, universidades y sociedades científicas. Al concluir hizo un llamado a las organizaciones internacionales y a la comunidad de las naciones para adoptar “un tratado internacional vinculante, que regule el desarrollo y el uso de la inteligencia artificial en sus múltiples formas”, lo que puede revelarse como valiosa ocasión para una reflexión sobre el rol que la tecnología debería tener en nuestra vida personal y comunitaria. Y pidió que de ese proceso participen todas las partes interesadas, incluidos pobres y marginados.