Originalmente el disco se iba a llamar Quince Cicatrices, dado que justamente son quince los años que el Quinteto Negro La Boca lleva activo. La idea era contabilizar cada año como una “marca musical”. Más luego, quedó llanamente Cicatrices y aquellas marcas musicales iniciales, mutaron en socioculturales. “Son sellos que nos siguen acompañando retóricamente como heridas que pueden volver a sangrar en cualquier momento y que están siempre ahí…hablando de un mundo sangrante”, determina Pablo Bernaba, fundador, director, cantor y bandoneonista. “Hablamos fundamentalmente de la historia argentina, dado que tenemos temas que hablan de los desaparecidos, de los genocidas, de la pandemia, de la cárcel, de las luchas sociales, de las guerras… y de una visión medio dark punk del mundo”.

Habrá tiempo de comprobarlo entonces cuando la agrupación estrene en público su sexto disco, este viernes 15 de diciembre a las 21 en la Sala A del Centro Cultural Caras y Caretas (Venezuela 330), donde Bernaba más Brisa Videla, en percusión y voz; Guillermo Borghi, en piano y teclados; Gastón Ruiz, en guitarras; Maylen Otero, en saxo alto; y Oscar Pittana, en bajo y contrabajo, toquen de un saque y con furia los once temas que pueblan la nueva, además de esos tangos anarcopunks que ya son marca registrada del QNLB, desde los tiempos que ensamblaba con Osvaldo Bayer. “Al ser además nuestra última fecha del año, convocamos a la gente a que venga a despedir el año algo para comer y beber. Haremos un gran concierto a la canasta, porque la idea es compartir no sólo música. Se vienen tiempos turbulentos, y hay que estar hermanados”.

-A propósito, parece algo cíclico eso de “se abre el cielo y vuelve a llover”, que canta Brisa en “Cicatrices”. ¿Presagios de eso que se está por venir, tal vez?

-Y, un poco sí va en sintonía con lo que decía antes. La historia parece reiterarse con distintas variantes pero con desenlaces conocidos. En este tema en particular, hablamos de las guerras que se reciclan con nuevos armamentos y vuelven a empezar con nuevas tecnologías. De hecho, la palabra “Bagdad” está utilizada como una ciudad metafórica, porque Bagdad puede ser cualquier ciudad, cualquier lugar, incluso la Argentina. En línea con esto, estamos boceteando un tema también premonitorio que ya tiene nombre: “Aunque venga la derrota”.

-Algunos temas del disco, casos el tango con alma de punk “Que te vomite Dios” u “Oda a las huelgas patagónicas”, ya se conocen porque fueron saliendo de a singles. ¿Ha rendido la estrategia?

-Es lo que se estila ahora a nivel industria y no me parece mal. Tiene más que ver con lo inmediato, con la rapidez de mostrar algo, porque grabar todo un disco lleva tiempo, y si uno tiene un tema que tiene ganas de mostrar o que tenga que ver con una coyuntura en particular, lo saca como un simple y listo. Después, lo puede incluir en un álbum o no. Por ejemplo, nosotros sacamos como single el tema “Gato” antes de las elecciones del 2019, dado que tenía mucho más sentido en ese contexto y no podía esperar el disco. Con “Oda a las Huelgas Patagónicas” pasó lo mismo, porque lo dimos a conocer para el aniversario de las mismas.

-Y gracias a ellas ganaron el Gardel a la mejor canción de tango del 2022, nomás. 

-Recibir la premiación con esta temática fue muy emocionante porque los hechos de las huelgas patagónicas están muy vinculados a Osvaldo Bayer y, a través de él, también a nosotros. De hecho, Esteban Bayer estuvo junto a nosotros durante la entrega, y los actores sociales vinculados a la investigación del hecho hicieron mucha fuerza para que el tema salga nominado primero y ganador después… Fue una fuerte oleada del sur (risas). La conexión viene porque yo había escrito medio tema como parte del “Concierto por el centenario de las huelgas Patagónicas” y precisamente lo tocamos en Calafate, frente a las tumbas que evocan la masacre. A la vuelta de ese viaje compuse la otra mitad y quedó el tema. En fin, más allá de lo que cada uno pueda pensar de los premios, de lo justo o lo injusto, de lo relativo o lo banal, nosotros lo tomamos como un hecho que pone su granito de arena para seguir visibilizando hechos trágicos de nuestra historia.

-¿Cómo se coló, entre los típicos poderosos tangos que hacen, una zamba a través de “Almitas del Yotivenco”?

-Todo nuestros discos tienen algún tema digamos folklórico. En trabajos anteriores hemos versionado “La Juguetona”, “Merceditas”, y en Cruces Urbanos hicimos varias “cositas” con el “Chango” Spasiuk, Víctor Heredia y Raly Barrionuevo, entre otros. En el caso de “Almitas del Yotivenco”, yo tenía la melodía compuesta hacía tiempo pero no me animaba a ponerle letra, hasta que finalmente lo hice como un homenaje a nuestro querida República de la Boca, al Riachuelo y a sus conventillos, los yotivencos. Luego, Borghi, el que más sabe de ese palo, hizo un hermoso arreglo.

-Otra data madre del disco es que se cuelan plumas femeninas, mediante Eleonora Eubel y Natalí De Vicenzo, en “Los muros” y “Apagón”, respectivamente. ¿Qué color sumaron ambas a la de por sí profusa paleta del Quinteto?

-En el caso de “Los muros”, yo tenía la música y quería que hablara sobre los desparecidos de la última dictadura, y ahí está el corazón de Eleonora. En el caso de Natalí, ella estuvo trabajando con nosotros varios años y en ese momento me había pasado varios tangos suyos para que yo arreglara, y me decidí hacer finalmente “Apagón”, reversionando con la voz de Brisa en este caso.

-La introducción y cierto desarrollo de “Por las calles de Barracas”, otra de las piezas fuertes del disco, suena piazzolliano. ¿Cuánto sobrevuela Astor al Quinteto?

-Si bien puede ser que en este tema en particular se puede ver más la influencia de Astor que en otros, siempre está un poquito presente su obra en la nuestra. Es permanente, como la de Troilo, Pugliese y otros grandes maestros.