DOS MANZANAS 6 puntos

Argentina, 2023

Dirección: Eduardo Raspo.

Guion: Enrique Cortés.

Duración: 90 minutos.

Intérpretes: Martín Slipak, Diego Cremonesi, Luis Ziembrowski, Pepe Monje, Osqui Guzmán, Pilar Boyle.

Estreno en Cine Gaumont y Cine Arte Cacodelphia.

La placa al comienzo de la proyección es clara y pertinente: la historia que está a punto de narrarse no es otra cosa que “una hipótesis desmesurada y necesariamente falaz” del breve encuentro entre Charles Darwin y Juan Manuel de Rosas. Gracias a esa aclaración, Dos manzanas evita el choque frontal con aquellos espectadores deseosos de hallar y destacar imposibilidades históricas o de otra índole, ya que si bien la cita entre el joven naturalista británico y el político argentino realmente ocurrió –hay varios párrafos dedicados a ello en el volumen Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo– casi todo lo que se ve y escucha en el nuevo film de Eduardo Raspo forma parte de la más rabiosa imaginación. El director de Tatuado y Expuesta abre el juego con varios guiños a la imaginería del western, con un grupo de hombres a caballo enfrentados a la inmensidad del paisaje. Pero no se trata de vaqueros ni de forajidos: quienes cabalgan son Darwin (Martín Slipak), su asistente y dibujante en la expedición (Luis Ziembrowski) y el resto de la partida, que viene recorriendo el territorio argentino desde la Patagonia en camino hacia el puerto de Buenos Aires.

El año es 1833 y la carreta, cargada de fósiles y otras muestras animales y vegetales, queda varada cerca de un pantano. Los ingleses piden ayuda al exgobernador de Buenos Aires y uno de sus hombres los conduce al interior del campamento militar. A partir de ese momento, Dos manzanas abandona el registro realista para ingresar en una zona artificiosa, por momentos fantasmal. El rodaje en estudio no hace más que destacar esas intenciones y lo que sigue, una serie de extensas conversaciones entre un puñado de personajes, podría perfectamente trasladarse a las tablas. Un hombre cercano a Rosas (interpretado con certera ambigüedad por Diego Cremonesi) introduce desde muy temprano la posibilidad de la traición y la presencia de una cautiva irlandesa recientemente rescatada erige otro prolegómeno al núcleo narrativo: la conversación franca entre los protagonistas respecto de cuestiones tan profundas como la existencia o no de un dios, el lugar de los hombres en la política y la Historia, la construcción de las sociedades modernas merced al fuego y la sangre.

Slipak, Cremonesi y el resto del reparto exponen sus ideas y emociones a partir de diálogos conscientemente literarios, alejados en cierta medida del naturalismo (la cuestión de los diferentes idiomas también queda zanjada como axioma: todo el mundo habla español). Esa decisión genera una sensación equívoca, ya que la película parece por momentos jugar con la fantasía histórica de una manera realista, en tanto que en otros se abandona a la construcción de un universo alucinado que coquetea con el distanciamiento formal sin llegar a tomarlo por asalto. El resultado es ligeramente insatisfactorio pero de todas formas interesante. Las dos manzanas del título –la de Adán y Eva por un lado; la de Newton, por el otro– remiten a diferentes puntos de vista acerca de la creación del mundo y el lugar del ser humano en este, en una instancia bisagra de la historia de la ciencia, dos décadas antes de la publicación de El origen de las especies.