“Mientras los ‘Chicago boys’ han provisto una apariencia de respetabilidad técnica a los sueños de ‘laissez-faire’ y a la avidez política de la vieja oligarquía agraria y alta burguesía de monopolistas y especuladores financieros, los militares han aplicado la fuerza bruta requerida para alcanzar esos objetivos. Represión para las mayorías y ‘libertad económica’ para pequeños grupos privilegiados son en Chile dos caras de la misma moneda”. Orlando Letelier, agosto de 1976.
1. El término shock comenzó a circular de modo asiduo en las últimas semanas a propósito del discurso de Milei y el modo que tomaría la aplicación de las medidas económicas. El plan motosierra supuso un garrafal ajuste fiscal, con una monumental devaluación del peso del 118%, recorte del gasto público, liberalización de los combustibles, el transporte público, las tarifas de luz, agua y gas, apertura de las importaciones y aumento de retenciones a la industria, entre otras medidas. Para enmarcar estas medidas, el domingo anterior en su asunción afirmó: “No hay alternativa posible al ajuste, tampoco hay lugar a la discusión entre shock y gradualismo”, palabras casi idénticas a las que Milton Friedman, una de las referencias teóricas del propio Milei, expresó en el diario chileno El Mercurio un 23 de marzo de 1975: “promover un tratamiento de shock para la economía chilena, la única medicina. Absolutamente. No hay otra. No hay otra solución de largo plazo”.
La idea de shock en tanto medidas económicas se encuentra asociado al ajuste fiscal, la pulverización de los salarios, a la brutal transferencia de ingresos hacia los sectores más concentrados del capital y un debilitamiento del Estado en tanto actor clave del desarrollo económico, de la expansión de derechos y productor de sentidos colectivos. Sin embargo, además de la dimensión económica, debemos reponer otras dos dimensiones que suelen estar ausentes o, en el mejor de los casos, una de ellas presente pero operando de manera accesoria, la otra sí casi por completo omitida en relación al shock. La primera refiere al aspecto represivo que acompaña a todas las medidas de shock, ya que no hay posibilidad de pensar en medidas tan descomunales de saqueo de la riqueza nacional sin el conflicto político y social que ello despierta. La segunda, a un aspecto cultural, la precariedad como modo de vida, “el no saber lo que va a venir como una virtud”.
2. Dos intervenciones públicas en los ’70 advirtieron este necesario matrimonio entre shock económico y políticas represivas. En primer lugar, Orlando Letelier, funcionario de la Unidad Popular chilena, perseguido, torturado y finalmente asesinado por el pinochetismo, decía en agosto de 1976 en el periódico The Nation en Washington: “…un sistema social en el cual la ‘libertad económica’ y el terror político coexisten sin interferirse” y más adelante, aludiendo a Milton Friedman, “…las teorías económicas que él defiende coinciden con una absoluta restricción de todo tipo de libertad democrática”. Unos pocos meses más adelante, el 25 de marzo de 1977, Rodolfo Walsh hacía lo propio con el análisis de la dictadura cívico-militar argentina: “Estos hechos que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.
Ambas consideraciones ponen en evidencia el maridaje entre las medidas de shock económica y efectos regresivos de los ingresos con las políticas represivas.
El pasado jueves, la Ministra de Seguridad de Milei tuvo su primera intervención. Debemos lograr apreciar en su real magnitud lo que significa que en esta primera aparición pública ofreció los lineamientos para reprimir la protesta social. Quiero decir, de esta manera la seguridad queda comprendida en relación al disturbio y la obsesión por no interrumpir la circulación. ¿ La circulación de qué? ¿De personas? Sí, pero no en tanto sujetos de derecho, sujetos jurídicos, sino en tanto portadores de valor, en tanto mercancías. La obsesión es liberar el flujo del Capital, de ahí la relación entre orden, libertad y progreso. David Harvey decía que el Capital no es una cosa, sino un proceso que sólo existe en movimiento; cuando la circulación se detiene, el valor desaparece y todo el sistema corre el riesgo de venirse abajo. De este modo, tiene un gran valor simbólico y material que la primera definición de Seguridad de Bullrich refiera a los piquetes, los que cortan calles, los que protestan. “El que las hace las paga” desde luego que está dirigido al ladrón de poca monta, pero su definición primera estuvo asociada a la protesta social, quienes interrumpen la libre circulación de los factores económicos.
En conferencia de prensa Bullrich involucró a las cuatro fuerzas federales (Policía, Prefectura, Gendarmería y PSA) además del Servicio Penitenciario Federal dándole potestad para reprimir bloqueos de caminos, piquetes o protestas, instando a las fuerzas provinciales para que hagan lo propio en sus jurisdicciones.
Si el día anterior habían sucedido las balaceras en Rosario y las amenazas al gobernador Pullaro, para Bullrich siguió siendo prioritario dar un mensaje abierto en relación a la represión de la protesta social, no a un hecho de una gravedad institucional insólita y a uno de los acuciantes problemas en materia de seguridad que tiene como epicentro la ciudad de Rosario, como es el narcotráfico. La saturación de Rosario con fuerzas de seguridad quedó para después, lo prioritario fue ir contra la protesta.
Lo decía hace casi cincuenta años Letelier, estas medidas económicas tienen como correlato la restricción de las libertades democráticas y en la conferencia Bullrich explicó que parte del modus operandi de las fuerzas represivas debe ser vigilar para evitar una protesta antes de que ésta se produzca, algo que a todas luces resulta inconstitucional.
Bullrich termina la lectura del nuevo protocolo con lo siguiente: “Se deroga el protocolo garantista de Nilda Garre”. En conferencia dirá “Sin orden no hay libertad, y sin libertad no hay progreso”, confirmando la tríada conformada por orden, libertad económica y shock, contrarrestando las libertades políticas y democráticas. El vínculo con la dictadura no se encuentra sólo en el eslabón de la vicepresidencia, sino en las medidas económicas de shock y su amalgama con la política represiva. La carta de presentación de la flamante ministra de Seguridad fue hablarle directamente al Capital y garantizar la represión de aquellos sobre los que recaerán las consecuencias sociales calamitosas del shock.
3. Hace unos años, en 2017 escuchábamos azorados y no dejábamos de responder con cierto sarcasmo, las palabras del entonces Ministro de Educación Esteban Bullrich quien, en un foro internacional dijo: “hay que enseñar a nuestros hijos a vivir en la incertidumbre y disfrutarla, a qué no saber lo que va a venir no es un disvalor”.
También respondíamos con sorna los titulares de la prensa hegemónica, sobre la conveniencia de ser despedido, de no tener un laburo estable, etc. Lo comenzamos a llamar militando el ajuste y nos mofamos de ello. Sin embargo, al parecer no entendimos que lo que estaban haciendo, tanto Bullrich como esa prensa, no era una enunciación de principios o no era sólo eso. Estaban describiendo lo que ya ocurría en parte de la sociedad, a nivel de las relaciones laborales, pero también afectivas, institucionales.
La inestabilidad, la precarización se habían instalado como la regla y hasta como principio vital. La existencia de carreras laborales no resultaban ser atractivas y no seducían como proyecto de vida para una generación que experimentaba el cambio, los desafíos, la inseguridad laboral como parte constitutiva más que como problemas o disfuncionalidades a ser resueltas.
En un artículo del Banco Mundial del 30 de septiembre de 2015 titulado “Emprender está de moda en América Latina”, en una sección titulada “Buscar empleo vs. crear empleos”, se decía: “A diferencia de otras generaciones, son cada vez menos los jóvenes que esperan ser contratados por una empresa para comenzar su carrera laboral”. Se alentaba a la escritura de la biografía laboral por los propios involucrados parece señalar el documento, pero a ello se suma la importancia de construir una cultura del riesgo.
Quiero decir, el shock no refiere sólo a las medidas económicas adoptadas, sino también a cierto ethos que comienza a proliferar socialmente, nos encontramos con la proliferación de una mecánica de producción deliberada de crisis, ya que ese escenario es el que haría posible llevar adelante transformaciones que de otro modo, no se podrían hacer. Esta política no tiene el objetivo de resolver o atenuar las crisis, sino de producirla. Gobiernan no para resolver la crisis, sino a través y gracias a ella.
En la edición de 2018 de Le monde diplomatique, Alexandre Roig decía lo siguiente en referencia al gobierno de Cambiemos: “Por primera vez un gobierno induce una crisis profunda para cambiar un régimen de acumulación. En general las grandes transformaciones económicas fueron producto de ciclos donde se incrementaban progresivamente contradicciones estructurales. Estas fueron contradicciones provocadas por el gobierno para favorecer a los sectores más concentrados y rentísticos”. El neoliberalismo no asume la crisis como un elemento propio de la dinámica del Capital que lo reestructura y lo relanza o, al menos, no la piensa sólo de esa manera. La crisis aparece en un horizonte de mayor regularidad y constancia, no asociada a los ciclos económicos y se termina constituyendo en la plataforma a partir de la cual se conduce, se gobierna. Reitero, el neoliberalismo no gobierna con el fin de resolver crisis, sino que gobierna a través y gracias a ellas. El shock no es sólo un conjunto de medidas confiscatorias, es lo que le da nombre a una sociedad inestable, riesgosa, prepotente y antidemocrática.
Dicho todo esto, es un buen momento para volver a leer La doctrina del shock de Naomi Klein, éste debe ser hoy nuestro texto de cabecera.
*UNR-CONICET. Director del Centro de Investigaciones sobre Gubernamentalidad y Estado (CIGE).