¡Ah, sí! La biblioteca". Colman Domingo se ilumina al oír la palabra. El protagonista de Fear the Walking Dead y Euphoria, de 53 años, se encuentra en el pasillo de un céntrico hotel londinense, ansioso por escapar del laberinto de habitaciones privadas agradablemente amuebladas pero ligeramente soporíferas. Fue en las bibliotecas, cuenta más tarde, donde exploró por primera vez su amor por la narración, el impulso creativo que le conduciría hacia una carrera en el mundo del espectáculo. ("Hacía pequeñas tiras de películas y cosas así... en la biblioteca siempre me encontrabas"). Difícilmente podría elegir un lugar mejor para contrarrestar su jet lag.

Domingo está promocionandio su nueva película, Rustin. Estrenada en Netflix la semana pasada, la película biográfica que dirige George C. Wolfe está ambientada en los preparativos de la emblemática Marcha sobre Washington de 1963, el mitin en el que Martin Luther King pronunció su discurso "Tengo un sueño". Rustin se centra en los entresijos de la organización de los derechos civiles, y cuenta con la extraordinaria actuación  de Domingo, que interpreta a Bayard Rustin, un brillante e importante activista cuyo papel en el movimiento de los derechos civiles ha sido históricamente poco reconocido. Cuando pregunto por qué, Domingo responde: "No está infravalorado. Borrado", dice. "Fue borrado porque era abiertamente gay."

"Cómo puedo decir esto...", reflexiona. "Los negros, sobre todo en los años '50 y '60, teníamos que mostrar lo 'mejor' de nosotros mismos, porque las imágenes lo eran todo. La televisión, cómo nos perciben. Así que había una idea monolítica de cómo teníamos que presentarnos. Y Bayard era un caso atípico en todos los sentidos".

Acomodado en un sofá en un rincón de la biblioteca, Domingo pide un espresso. Sólo uno. Habla con los brazos cruzados, con simpatía y seguridad. Como Rustin, Domingo es gay y está casado con el productor Raúl Domingo desde 2014. Pero la historia que contaba era una muy alejada de la suya. "Es curioso... si la gente sabe que los dos somos abiertamente gays, piensan que claramente debe haber alguna parte de mí en él. Pero tuve que construir este personaje como cualquier otro", dice. "El proxeneta vicioso que interpreté en Zola, o el padre en If Beale Street Could Talk pudiera hablar... tuve que construirlos exactamente de la misma manera, y luego infundirlos con lo que puedo acceder en mi alma".

Para una película como Rustin, que es en muchos sentidos una respuesta a décadas de marginación homófoba, es importante que su protagonista sea interpretado por un actor gay. Pero en lo que respecta al eterno debate sobre los actores heterosexuales que interpretan papeles gay, Domingo ve las dos caras de la moneda. "Tengo opiniones muy firmes al respecto", explica. "Si se ha erizado la piel, es porque ha habido menos oportunidades para que las personas LGBTQIA+ se representen a sí mismas en la pantalla". Pero un dictado moral no es lo que quiere. "¿Los queer deben interpretar a queer? Por supuesto que no. Eso no tiene ningún sentido para mí".

Domingo cita el oscarizado papel de Tom Hanks como enfermo de sida en Filadelfia como ejemplo de lo que se perdería. Y además, agrega, "¿significaría eso que no puedo interpretar a heterosexuales? Debería poder hacerlo. Debería tener el corazón, la aptitud y el coraje para interpretar a muchos personajes diferentes: negros, blancos, queer".

Rustin es el primer protagónico de Domingo en la pantalla, y sin duda lo hace valer: las casas de apuestas ya lo consideran un serio aspirante para la próxima temporada de premios. Esta semana, de hecho, su trabajo fue reconocido con una nominación a "Mejor actor en drama" en los Globos de Oro. Sin embargo, su ascenso de actor medio a protagonista le llevó más de tres décadas y estuvo a punto de abandonar la industria. Nació en Filadelfia, de padres de clase trabajadora: su madre era ama de llaves y trabajaba en el servicio de atención al cliente de un banco, mientras que su padre era un obrero que "lijaba suelos de madera y los dejaba bonitos y hermosos". Domingo señala el suelo. "Probablemente él habría hecho esto".

Domingo, un chico tímido que ceceaba y era "muy estudioso, nada atlético", se inició en la interpretación a través del teatro, después de haber estudiado periodismo en la universidad. (Si ahora queda algún rastro del ceceo en su voz, no se nota: habla con una calma elegante, suavemente grave). Sus primeros papeles incluyeron pequeños papeles en el drama policíaco Nash Bridges, Crímenes verdaderos de Clint Eastwood y episodios de La Ley y el Orden. Hacia fines de los 00 y principios de 2010, empezó a conseguir papeles más destacados: en los aclamados musicales de Broadway Passing Strange y The Scottsboro Boys; un papel menor en Lincoln, de Steven Spielberg. Domingo escribió y dirigió teatro; durante un tiempo se dedicó a la fotografía, especializándose en retratos.

Sin embargo, tras una temporada actuando en el Reino Unido y Australia, regresó a Nueva York sin saber si quería seguir actuando. "No se trata de una historia de Hollywood", dice, "sino que estaba literalmente a punto de abandonar este negocio. Creía que ya no me iba a sentir realizado después de volver de Londres. Me presentaba a audiciones para proyectos muy tontos". El plan era dedicarse a la fotografía a tiempo completo. En lugar de eso, cambió de representante y de agente, y se presentó a una audición para un spin off muy esperado de una serie de éxito de AMC: Fear the Walking Dead.

Como Victor Strand en Fear the Walking Dead.

La serie fue considerada a menudo como una decepción por la crítica y los fans del Walking Dead original, pero Domingo, que terminó siendo el miembro del reparto que más tiempo estuvo en la serie, sólo guarda buenos recuerdos. "Realmente me cambió. Cambió mi posición en esta industria. Me dio una base sólida de trabajo y riqueza. Me convertí en director de televisión y en productor de ese programa". Su posición le permitió actuar como defensor de mejores condiciones de trabajo. "En un programa de larga duración, hay cosas que se pueden complicar, hay cosas por las que tenés que abogar", dice. "Tenés que abogar por el tiempo, asegurarte de que las cosas funcionan de manera eficiente. O una buena comida. No puedo hacer mi trabajo si no estoy sano y caliente. Me gusta presentarme y saber que voy a tener un buen día. No quiero librar muchas peleas".

Fear the Walking Dead era una cosa. ¿Pero qué hay de Euphoria? Domingo fue nominado a un Emmy por su papel como invitado en el drama adolescente de Sam Levinson, interpretando al patrocinador de sobriedad de la Rue de Zendaya. La serie debutó en 2019; alrededor del estreno de su segunda temporada el año pasado, surgieron informes de caos y discordia detrás de las cámaras, con el elenco supuestamente descontento con las jornadas de trabajo demasiado largas y el proceso creativo de Levinson. ¿Fue ésta la experiencia de Domingo? "No", responde con firmeza. "En absoluto. No voy a invalidar la experiencia de nadie. Pero trabajar en televisión son muchas horas. A veces trabajás hasta 14 horas al día. Y luego tenés que ir a casa y prepararte. Hay que vivir y trabajar de una manera muy metódica. Puede que muchos actores jóvenes no logren soportar el ritmo o no tengan esa misma ética de trabajo".

Ambientada en el mundo de la droga y el sexo de un instituto de Estados Unidos, Euphoria cuenta con un reparto que ronda la veintena, lo que convierte a Domingo -que ha aparecido en siete de los 18 episodios- en "uno de los veteranos" del rodaje. "Llevo 32 años en este negocio", continúa. "Sé lo que es el trabajo duro. Así que cuando oí esos 'informes'" -aprieta los dedos entre comillas- "pensé, '¿de dónde sale esto? Es un día normal de trabajo'. Sé profesional".

Domingo ya trabajó antes con Levinson, en la película de 2018 Nación asesina, igualmente provocativa, y no tiene más que buenas palabras para él. "Nadie te va a maltratar en el set de Euphoria", afirma. "Sam Levinson es alegre, y colaborador, y no podría ser un mayor defensor de sus actores".

Levinson es sólo uno de los colaboradores de alto nivel que figuran en el currículum de Domingo, una lista envidiable que incluye a Spielberg ("cálido, amable... divertido"), Steven Soderbergh ("reflexivo y tranquilo") y Ava DuVernay ("cada día entra y abraza a cada uno de sus actores"). Fue dirigido por Barry Jenkins, de Moonlight, en Beale Street, y sigue siendo optimista sobre la decisión del cineasta de dirigir una secuela del Rey León para Disney: "La gente tiene que hacer lo que tiene que hacer... Sé que cuando recibió la oferta para hacerlo, estaba muy emocionado".

Cuando menciono a Chadwick Boseman, el fallecido coprotagonista de Domingo en La madre del blues, se inclina hacia delante y su voz se suaviza ligeramente. "Oh, man... Chad era un buen amigo y un actor realmente inventivo. Siempre estuve muy orgulloso de él, sobre todo cuando empezó a despegar. No sólo porque era Pantera Negra, sino porque me encantaba cómo se representaba a sí mismo. Me encanta cómo hablaba de la humanidad. Por eso hay edificios y escuelas que llevan su nombre. Tuvo un gran impacto para una vida tan joven y creo que se dejará sentir durante generaciones".

La avalancha de cineastas de primera fila que se alinean para contratar a Domingo no muestra signos de agotamiento: el año que viene, el actor podrá ser visto en Drive Away Dolls, de Ethan Coen, una película que él describe como "muy divertida, oscura y extraña". Pero con la temporada de los Oscar aún por llegar, es probable que sea Bayard Rustin quien domine la vida de Domingo durante los próximos meses. Es una suerte, pues, que la película sea tan oportuna.

"En estos momentos, una película como Rustin necesita impulso", afirma con entusiasmo. "Tanta legislación en Estados Unidos intenta retroceder a 1963, en lo que se refiere a los derechos LGBTQIA+, prohibiciones de libros, etc. Creo que esta película responde a este momento". En un momento en que la izquierda necesita más que nunca estrategia política y coordinación, el enfoque práctico y granular de la historia de Rustin puede ser el biopic adecuado. "Es una película muy sexy sobre la organización, básicamente", dice Domingo. "Esa es la parte más sexy de la película. Ni siquiera trata de la vida sexual de Rustin. Trata realmente de la potente energía de la organización y de intentar inclinar nuestro país hacia la justicia". Suelta una última carcajada. "Eso es sexy".

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.