“El ruido en mi cabeza es siempre una sinfonía”, dice Miho. Tres años atrás, encerrada en un pequeño departamento en Harlem durante la pandemia, comenzó a imaginar una suite inspirada por planetas alejados del sistema solar. Era su manera de tomar vuelo más allá de una situación difícil de narrar. Pero no se pensó sola. Bocetó cada movimiento y cada arreglo de esa odisea musical a partir de su gente en m_unit, un ensamble con espíritu de big band compuesto por trece sesionistas de todas las edades que antes trabajaron junto a George Harrison, Herbie Hancock, Cassandra Wilson, Chick Corea, Norah Jones y hasta Andrea Bocelli. Y no organizó sesiones online. Esperó hasta el momento en que pudieran juntarse cuerpo a cuerpo para que ese ruido en su cabeza comenzara a tomar forma definida. A partir de allí cocinó cada sonido con paciencia y dedicación. Recalibró el rumbo desde lo nuevo que surgía en las escuchas de cada encuentro. Sumó ideas, métricas y melodías que nacieron de esa comunión, y finalmente en septiembre de este año vio la luz Beyond Orbits, el disco que terminó con la movida de posicionar a Miho Hazama en el futuro posible de joven prometedora para confirmarla en la potencia de su actualidad.
Nacida en Tokyo en 1988 y formada en piano y composición clásica durante su infancia y adolescencia, a partir de 2013 comenzó un meteórico recorrido que la llevó a ser considerada tres años después por la revista Downbeat como una de las 25 jóvenes del futuro del jazz. Además de los cuatro discos que lleva grabados con la m_unit, su talento como compositora y conductora de orquesta llevó a que fuera elegida en 2019 como la primera mujer directora (y la más joven) de la Danish Radio Big Band, toda una institución de la radio estatal danesa que se ganó la reputación de estar entre lo mejor del jazz europeo. En YouTube hay un video de la bienvenida sorpresa que la banda le dio a Miho en el aeropuerto la primera vez que pisó Copenhague: su reacción inmediata es reír y avergonzarse a la vez, casi suplicando de manera muy simpática que por favor no la hicieran pasar por eso mientras la gente se agolpaba alrededor.
A su vez, en los últimos seis años condujo una serie de obras para la también estatal Metropole Orkesta de Países Bajos, un ensamble que supo contar con la participación de artistas como Stockhausen, Dizzie Gillespie o Brian Eno. Y hay más. Innumerables colaboraciones como arreglista, bandas de sonido para sagas de animé como Evangelion o Berserk o el llamado de Ryuichi Sakamoto para que realizara arreglos en tres piezas de los shows que grabó en Japón para la reversión de su disco en vivo Playing the Orchestra (1988). Y hace apenas diez días, por encargo de la BBC Concert Orchestra, estrenó una obra en el London Jazz Festival junto al guitarrista Rob Luft.
Su relación con la música comenzó desde muy temprano en su infancia. Asombrados por los precoces intereses de la pequeña Miho, cuando cumplió tres años su familia la anotó en la prestigiosa Yamaha Music Foundation. Ya de adolescente estudió composición clásica con orientación en bandas de sonido cinematográficas en la Tokyo Music School, y fue al final de esa carrera cuando descubrió su pasión por el jazz a partir de un grupo de amigos que tenía una big band que interpretaba después de clase piezas de Maria Schneider o Jim McNeely. La curiosidad pronto dio lugar al entusiasmo tanto por esos artistas como por la posibilidad de profundizar en la música creada de manera orgánica: “No me entusiasmaban las computadoras, y en el espíritu de esa banda encontré algo que venía buscando”, contó. “Me enamoré de esas composiciones, y me fascinó el hecho de que fueran obra de artistas contemporáneos. Como estudiante de música clásica no podés conocer a Stravinsky, pero de pronto podía audicionar en las escuelas donde daba clases esta gente que admiraba y estudiar con ellos”.
Becada por su país viajó a Nueva York para una maestría en jazz en la Manhattan School of Music, donde hizo realidad su deseo de estudiar durante dos años con McNeely. El apoyo económico de su país también le permitió grabar en 2012 el álbum debut de su m_unit, Journey to Journey, pero el reconocimiento global comenzó a llegar a partir del genial Dancer in Nowhere (2018), un disco que por momentos remite a los Beach Boys, el Space Age Pop o Piazzolla con arreglos ensamblados en capas imprevisibles. Y al año siguiente cumplió otro sueño al ser invitada por su adorada Maria Schneider para colaborar en una obra: “Desde el momento en que escuché por primera vez las composiciones de Miho me enamoré de las sorpresas y contrastes que siempre sabe descubrir”, contó Schneider. “Me encanta ver que su música finalmente está recibiendo la atención que merece”.
Y así llegamos a Beyond Orbits, el flamante álbum con el que celebró los diez años de la m_unit. A partir de temas que llevan nombres como “Órbita Elíptica”, “Tres Soles” o “Planeta Nueve”, el disco parte de un sonido de big band enloquecida con agregado de cuerdas, vibráfono y un enfoque de raíces afro-futuristas que había comenzado a imaginar en esos días de encierro pandémico en Nueva York, durante el turbulento gobierno de Donald Trump. De hecho, en medio de la composición de ese disco, Miho participó junto a Björk, Maria Schneider y otras artistas en un concierto de protesta por el asesinato de George Floyd. “Hago muchos borradores. Y una vez que arranco a escribir imagino los sonidos de cada integrante de la banda, así es como orquesto todo”, contó. “En cada trabajo de la m_unit siento como si mi misión fuera la de conectar el talento y el estilo personal de todos esos intérpretes. Y este disco fue mi obsesión principal después de estar atrapada en un departamento pequeñísimo de Nueva York durante la pandemia. Ansiaba juntarme con estas trece personas para crear algo en un mismo lugar, ¡lo extrañaba tanto! Amo todo lo que hago, pero la m_unit va a ser siempre mi hogar dulce hogar”.