"¿Elon Musk fue un invitado en Los Simpson?” Harry Shearer repite la pregunta. No parece saber de qué estoy hablando. Normalmente, uno esperaría que un actor se acordara de cuando el hombre más rico de la Tierra apareció en el mismo programa de televisión que él. Y no solo eso: Musk tuvo un episodio entero de Los Simpson dedicado a él, "El Musk que cayó a la Tierra", de 2014, en el que el muy criticado magnate de la tecnología se ve envuelto en una disputa con el nefasto Sr. Burns, al que pone voz Shearer. Pero ésta no es, por supuesto, una serie de televisión cualquiera. Después de haber interpretado a docenas y docenas de personajes en 757 episodios, se le puede perdonar a Shearer que se haya olvidado de uno o dos.
A sus 79 años, Shearer habla desde su casa de Nueva Orleans. Es Acción de Gracias y su mujer, la cantautora galesa Judith Owen, está actuando en París. Es una experiencia surrealista escuchar su voz por teléfono: de vez en cuando, se puede oír a sus personajes -el alegre y eclesiástico Ned Flanders y el malhumorado director de escuela Seymour Skinner, entre otros- cuando se cuelan en los robustos tenores nasales de su forma natural de hablar. Shearer también tiene cara, por supuesto. Ha lucido una larga melena glam-rockera para interpretar a Derek Smalls de This is Spinal Tap, ha pasado por docenas de disfraces diferentes para Saturday Night Live e incluso se ha enfundado en elaboradas prótesis para encarnar a Richard Nixon en la serie de Sky Arts Nixon's the One. Pero hoy es sólo una voz.
A pesar de cumplir 35 años el año que viene, Los Simpson ni siquiera es el proyecto más longevo de Shearer. Ese sería Le Show, su serie radiofónica y podcast del servicio público de radiodifusión, que ahora celebra su 40º aniversario al aire. "Llevo la radio en la sangre", dice. "Me encanta la radio. No hay director artístico que pueda compararse con la imaginación del oyente".
El formato de Le Show (cuyo título es una especie de chiste sobre los nombres "afrancesados" de los negocios locales que se inspiran en la historia de Nueva Orleans como antigua capital de la Luisiana francesa) es un tanto libre. Los episodios pueden incluir sketches, monólogos, imitaciones o música, así como debates y entrevistas serias. A lo largo de los años en Le Show, Shearer ha perfeccionado las imitaciones de muchos presidentes de Estados Unidos, y se ha burlado regularmente de Donald Trump durante su tumultuoso mandato.
En las últimas cuatro décadas ha "perseguido a todo el mundo", tanto demócratas como republicanos. En los últimos años, sin embargo, ha recortado sus críticas cuando se trata del actual comandante en jefe. "Joe Biden es el primer presidente con el que nunca me he ensañado", señala Shearer. "En parte por la existencia de Trump en este mismo momento. Pero es que no siento la necesidad de ir a por él. Puede que sólo sea lástima".
Shearer señala que el programa ha "evolucionado" a lo largo de los años, y que la guerra de Irak provocó un giro hacia un tono más serio en algunos momentos. En el periodo previo a la invasión de 2003, dice, "me di cuenta de que estaba recibiendo información de fuentes de fuera de este país que no se emitía ni se publicaba en Estados Unidos. Decidí que tenía, si no el deber, al menos la oportunidad de compartir ese tipo de información con la audiencia. Así que se convirtió en un programa más cargado de información, y así ha seguido desde entonces".
Esta inclinación por los hechos resultaría inestimable tras el huracán Katrina en 2005, cuando la información precisa sobre el desastre y sus causas estuvo lamentablemente ausente de la cobertura de los principales medios de comunicación. En Le Show, Shearer dio la palabra a expertos y especialistas, cuestionando las ideas erróneas generalizadas sobre los errores humanos de ingeniería y de juicio que habían llevado a la ruptura del dique de prevención de inundaciones, causando una pérdida desmesurada de vidas humanas, así como daños a la infraestructura.
En 2010 dirigió un documental sobre la inundación, The Big Uneasy. Pero si esperaba un bombazo, se llevó una decepción. "Mi plan era tener la película terminada y disponible para cuando llegara el quinto aniversario del Katrina, y sabía que todos los medios de comunicación nacionales llegarían aquí. Así que eso es lo que hice. Y la ignoraron totalmente".
Shearer se muestra algo distante en su forma de conversar, pero está dispuesto a hablar de casi cualquier cosa (salvo de una anécdota que aborta al principio, bromeando -o no- con que lo haría "quedar mal"), y es agradablemente franco cuando se trata de quejas. Tras la mención de la aparición de Musk en Los Simpson, Shearer se lanza a un relato detallado de sus experiencias como uno de los primeros usuarios de Tesla y del "muy, muy mal servicio de atención al cliente" que recibió. "Nunca vi a Musk como un genio de los negocios", dice. "Los fundadores de empresas son malos gestores".
Shearer empezó joven, incluso para los estándares del mundo del espectáculo. A los siete años ya aparecía en la radio, en The Jack Benny Program. De niño y joven trabajó en televisión, cine y radio, y en 1969 se unió al grupo cómico radiofónico The Credibility Gap. Su entrada en el mundo de la comedia llegó con Saturday Night Live, donde fue miembro del reparto y guionista de 1979 a 1980 (convocado para sustituir a John Belushi y Dan Aykroyd) y de nuevo de 1984 a 1985.
Los supuestos desafíos de SNL están bien documentados: muchas antiguas estrellas han hablado de la inmensa presión que ejercen los sketches cómicos en directo. Menciono esto, y Shearer prácticamente se burla. "No, no, no, no", dice. "Entré en el mundo del espectáculo en la radio en directo. Básicamente trabajé en televisión en directo cuando empecé en televisión. Pero cuando empecé en SNL, había producido un programa piloto para una cadena de comedias; sabía lo que valía tener la oportunidad de grabarlo, de hacerlo bien y lo más perfecto posible. La idea de hacerlo en directo me parecía absurda. ¿"Hagámoslo en un formato que impida que sea lo mejor posible"?
Describiendo el proceso de escritura de SNL como "una especie de dormitorio universitario", señala con cierto escepticismo que la falta de tiempo de ensayo hizo que los artistas dependieran de las tarjetas guía. Pero los problemas de Shearer con SNL van más allá de las quejas creativas. "Llegué a detestar al productor del programa", dice, refiriéndose al poderoso showrunner de SNL, Lorne Michaels. Recuerda su primer encuentro con Michaels tras ser contratado, cuando ambos se encontraron entre el público de un teatro. "Las primeras palabras que me dijo fueron: 'Nunca había contratado a un hombre judío para el programa'", recuerda Shearer. "Y saber que era judío le dio un toque extra".
La aprensión de Shearer hacia SNL parece ser una calle de doble sentido: el productor Dick Ebersol sugirió que Shearer era "exigente" y "difícil trabajar con él" durante su segunda etapa en el programa. Pero la animosidad de Shearer parece persistir más con Michaels. "SNL era básicamente una lucha interminable para salir al aire", añade Shearer. "Michaels es realmente un experto en manipular a la gente, en jugar juegos psicológicos con la gente".
Fue entre su primera y su segunda temporada en SNL cuando Shearer creó el que sería su papel más conocido de acción real, como uno de los músicos algo idiotas de This is Spinal Tap. Días después de nuestra conversación, el director Rob Reiner anunció que el rodaje de la secuela de Spinal Tap comenzará en febrero. "Acabamos de tener una semana de ensayos musicales, volviendo a familiarizarnos con el material antiguo y hablando de nuevas canciones", revela Shearer. "Pasamos la primera mitad del año pasado creando el armazón de la historia... lo siguiente es el divertido vestuario del viejo rockero".
Se entiende por qué aceptó esta continuación: la voz de Shearer se llena de cariño cuando habla del original. "Tuvimos muchos obstáculos en el camino", dice. "El hecho de que Reiner y los coprotagonistas Christopher Guest y Michael McKean nos reuniéramos en ese momento y tuviéramos una visión absolutamente compartida, y fuéramos capaces de ejecutarla, es casi milagroso. Tuvimos que luchar para que se estrenara... fue todo un regalo para nosotros".
Uno de los problemas a los que debe enfrentarse una secuela de Spinal Tap es su propia influencia en la comedia cinematográfica y en el género del falso documental, que abarca desde The Office hasta El proyecto Blair Witch. Un rastro de desdén se filtra en la voz de Shearer cuando describe a algunos de los imitadores menos exitosos de Spinal Tap. "Cuando sos muy influyente no podés evitar el hecho de que algunas de las personas en las que has influido no son tan buenas", dice. "No estoy mencionando a Ricky Gervais en ese contexto en absoluto. Pero la cantidad de gente que dice: 'Bueno, haré la versión de póquer de eso', o lo que sea... es como, bueno, OK, buena suerte".
Spinal Tap no es lo único que le espera a Shearer en 2024. Hay más Simpsons, por supuesto, un proyecto para el que Shearer no ve final a la vista. La reconocida "época dorada" de la serie, que abarca de la tercera a la octava temporada, terminó con el cambio de siglo. De los miembros habituales del reparto, Shearer ha sido probablemente el que más ha denunciado el declive cualitativo de la serie. En 2015 anunció que la dejaba por una disputa contractual, pero poco después dio marcha atrás. Hoy se muestra diplomático sobre el estado actual de Los Simpson.
"Probablemente tengo una visión demasiado cercana", dice, "porque sé quién escribe qué, quién sigue ahí y quién no. Intenté escribir un episodio por invitación suya y decidí que eso no era para mí. Pero creo que la serie era más afilada antes. Creo que los escritores que estaban allí antes tenían un borde un poco más afilado. Ahora es un poco más cálido. Son pequeños ajustes, pero se notan".
Hace una breve pausa. "Creo que sigue siendo un programa muy divertido", continúa. "Y ha sido una bendición. ¿Sabés la idea de tener un trabajo en el mundo del espectáculo que dure 35 años? Si se lo ponés delante a cualquiera, en Hollywood, Nueva York o Pittsburgh... caerán rendidos a tus pies y te besarán los dedos. Es algo increíble". Para Harry Shearer, un animador en el clásico molde estadounidense, el espectáculo -y Le Show- siempre debe continuar. Y sigue, y sigue, y sigue.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.