En el marco del programa la “Ruta del Esclavo” de la UNESCO, se incluyó al Valle de Arica como un tributo a la resistencia y la contribución invaluable de la población afrodescendiente en el norte de Chile, un patrimonio que merece ser preservado y compartido. También se consideran parte de esta ruta a la ciudad de Arica y el Valle de Lluta. Durante varios siglos, a pesar de las adversidades impuestas durante la dominación colonial, y las administraciones peruana y chilena, la cultura afrochilena ha persistido. Los afrochilenos en el Valle conservan prácticas gastronómicas, artesanales, festividades populares, bailes, sonoridades y ritos que hoy en día enriquecen el tejido cultural del extremo norte de Chile.

La razón por la que se consolidó una ruta de comercio de personas por el Valle fue que era el camino de conexión con Potosí. En ese proceso, que duró muchísimos años, en toda la comuna de Arica se fueron asentado afrodescendientes. Para el período del fin de la colonia, definitivamente la población mayoritaria del lugar eran afrodescendientes. Todo este cimarronaje alrededor de la comuna en general y del Valle de Azapa en particular generó un espacio vivo de producción cultural afrodescendiente.

La relación de la población del Valle con los Estados naciente de Perú y Chile tampoco fue fácil, tras un primer período de disputa territorial, cuando el territorio era considerado parte del Perú, los afrodescendientes pudieron conservar cierta independencia política, y por consiguiente también social y cultural. Luego, en el proceso que se conoce como chilenización, el Estado trasandino consideró que debía homogeneizar (blanquear) a su población, a través de un proceso de negación e invisibilización que incluyó entre otras cosas la persecución a las prácticas sociales y culturales de los pobladores de la comuna de Arica. En la concepción de los padres fundadores de Chile, era una zona peruanizada, (indígena y afrodescendiente) que debían chilenizar, o sea blanquear.

El programa “La ruta del Esclavo”, busca poner en valor estos sitios históricos, que reflejen un valor por su patrimonio vivo, o documental. En este caso la jerarquización que propuso UNESCO en diálogo con la comunidad local se presenta como un homenaje a las vivencias, resistencias y contribuciones de la población afrodescendiente, que ha forjado un legado imperecedero en esta tierra.