El gobierno de Javier Milei macera su ley ómnibus para exprimir presupuestos domésticos y estudia meter en el paquete una que podría llamarse, simplemente, la ley de las SA. Conocida también como ley de Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). Así se las conoce en España y cambiaron para siempre la vida de sus clubes. Si se optara por una definición sacada de nuestro lunfardo, ley Bondi no quedaría mal (metáfora ramplona por todo lo que entra en un colectivo).
El anuncio de esta norma envasada como pan dulce para las fiestas navideñas, como si se tratara de un regalo de Papá Noel para empresarios foráneos, corrió por cuenta de la diputada de La Libertad Avanza (LLA), Juliana Santillán. Una mujer interesada en el fútbol y su economía siempre pendular entre los recursos que genera y quienes quieren distribuir la torta a su gusto. Léase, capitalistas dispuestos a ingresar en este mercado solo con el DNI o el pasaporte y sin dar demasiadas explicaciones.
“Estamos hablando de que el deporte tenga un incremento grande de inversión extranjera en el país, para eso hay que cambiar el sistema, que es optativo, ellos pueden tomarlo o no, por lo tanto, no es privatización, es el sistema inglés”, declaró Santillán después de reunirse con el ministro del Interior, Guillermo Francos. El ex director del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) en representación de Argentina durante la gestión de Alberto Fernández. De ahí pasó sin escalas al gabinete de Milei.
Santillán viene estudiando una fórmula legal para que los clubes puedan reconvertirse de sociedades civiles sin fines de lucro a sociedades anónimas de todo anonimato. No la tendrá fácil en el Congreso, donde su bloque es minoría. Podría sumar apoyos de diputados aliados del ex presidente Mauricio Macri, el político más obsesionado en sus intentos por entregar los clubes al mercado. Tan oportunista como derrotado en aquella recordada votación de Ezeiza del 20 de julio de 1998. Fue 39 a 1 y Julio Grondona le dijo: “Perdimos Mauricio”.
La diputada dio más indicios de cómo viene la mano: “No es una privatización. Ése es un tema que lo voy a saber cuando conozcamos el paquete de leyes. Estimo que va a ser parte, no estoy aseverando ni afirmando porque no lo conocemos, pero tenemos una gran expectativa que actores importantes de la industria del fútbol, como puede ser Guillermo Tofoni, una de las personas que les cuente las funciones, cómo trabajar industrias tan complejas que no se conoce el paño”.
El empresario que mencionó Santillán actúa en el mercado futbolístico hace décadas. Tiene una particularidad. No se dedica a la compra-venta de jugadores o a su representación. Se instaló con fuerza en el ambiente allá por 2006 cuando le acercó a la AFA un contrato de 18 millones de dólares para que la Selección Nacional jugara partidos amistosos.
Su socio y sponsor era la corporación rusa Renova. Unió las voluntades de su número uno, el multimillonario Viktor Vekselberg con Grondona. Tofoni pasó de ser un agente FIFA que organizaba partidos en lugares exóticos como la isla de Martinica o la India y columnista invitado de la cadena CNN a representar la AFA por el mundo.
Pero murió Grondona, lo sucedió un largo período de transición y anarquía que coincidió con las gestiones de Luis Segura y Armando Pérez, el bochorno de la votación del 38-38, el gobierno en la nación de Macri y llegó Claudio Tapia a la presidencia el 29 de marzo de 2017.
Tofoni fue quedando marginado de los acuerdos que había firmado. Entró en litigio con la AFA y esta lo denuncia ahora por utilizar “dolosa e indebidamente la denominación, imagen, marcas y reputación de propiedad exclusiva de la AFA, sin autorización y presentándose como agente exclusivo de partidos internacionales”. La causa contra el empresario la tramita el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº1.
La información anterior fue publicada por el sitio Doble Amarilla, muy cercano al dirigente Pablo Toviggino, a quien le gusta confrontar por X a todo aquel que cuestione la gestión de Tapia: los últimos fueron Jorge Brito y Juan Sebastián Verón, los presidentes de River y Estudiantes que criticaron la organización de los campeonatos.
“Pueden tomarlo o no, es una opción” declaró la diputada Santillán, asesorada por Tofoni en su proyecto de ley para empujar al fútbol hacia las sociedades anónimas. No son los clubes en toda su envergadura, el objetivo supremo de las ideas libertarias y sí su actividad más rentable, el fútbol y todo lo que gira a su alrededor: las millonarias transferencias de sus jugadores, los grandes estadios, las demás instalaciones levantadas con el esfuerzo de sus socios por generaciones y el Estado, más el capital económico y simbólico de su marca. La parte del león que Milei y Macri buscan dejar a merced de fondos de dudosa inversión, jeques y advenedizos con cuentas en paraísos fiscales.
El resto, las demás disciplinas, los proyectos educativos como escuelas y terciarios con orientación deportiva, la participación societaria, la recreación y la asistencia social que dan a la comunidad, serían material descartable. Ya lo demostró el único expresidente que perdió su reelección en democracia cuando estuvo al frente de Boca. Cerraba las actividades que no fueran rentables.
Tofoni cuenta la idea del proyecto en el que colaboró con Santillán: “La ley es una opción para los clubes que quieran recurrir a fondos privados. Si hay uno que dijera que no, ok, no hará uso de su contenido. Se trata de establecer normas IRAM, garantías para los que pongan la plata y las instituciones deportivas de acuerdo a su tamaño”. El empresario le dice a Página/12: “No queremos que se repitan casos como el de Blanquiceleste en Racing o el de Mandiyú de Corrientes” o que existan “sociedades encubiertas como Deportivo Riestra o Defensa y Justicia”.
La diputada también especificó a dónde se apunta: “Los clubes que quieran crecer de ligas inferiores a superiores mediante el apoyo de empresarios internacionales van a tener la posibilidad y los que no, no”. Esos hombres de negocios están afuera. No les resultará sencilla su faena por más leyes a medida que les faciliten la tarea. Los clubes votaron en noviembre por aplastante superioridad (45 a 0) la negativa a introducir en el estatuto de la AFA la figura de las SA. Por eso el gobierno quiere hacerlas entrar por el Congreso.
La marplatense Santillán, ex pareja de Facundo Moyano y ex integrante de otros espacios políticos antes de integrarse a LLA, integra la reducida bancada oficialista. Los números no le dan. Tampoco tiene claro cómo funciona el mundo. En la gala del Colón con que el presidente Milei agasajó a las delegaciones extranjeras, metió la pata cómo si nada hubiera ocurrido cuando le pidió una opinión C5N sobre el evento. Dijo que se encontraba “bien, después de tener a los mandatarios que nos visitaron, Zelenski, Bolsonaro… es una gran información para los argentinos”. ¿Y Lula?