El problema es mayúsculo. Miles de importadores se encontraron en los últimos meses con dificultades para pagar sus deudas por compras al exterior, ya que el Banco Central dejó de entregar las divisas reclamadas al tipo de cambio oficial. La dimensión alcanzaría a unos 58 mil millones de dólares, a la fecha, de deudas con proveedores del exterior, o con instituciones financieras del exterior que prestaron las divisas para que el comprador pudiera pagarle al proveedor y concretar la operación.
La cuestión es que el Banco Central sigue sin tener dólares, pero a la gestión que acaba de inaugurar Santiago Bausili se le ocurrió una alternativa para darle respuesta al conflicto. ¿Qué es el bono para importadores que lanzó, como proyecto aún sin aplicación, el Banco Central en esta semana?
En principio, podría definirse como una rara alquimia de conceptos entre Groucho Marx ("si no acepta mis principios, no hay problemas, tengo estos otros") y Raúl Scalabrini Ortiz ("si a la tercera vez que pide que se lo vuelvan a explicar no lo entiende, es porque están tratando de engañarlo).
Otra aproximación podría ser conocer lo que no es el bono propuesto: la estatización de la deuda comercial. Porque el Estado no paga la deuda ni se hace cargo. Solamente emitiría un bono, que se pagaría en dólares en octubre de 2027, que podría ser suscripto por los importadores con los cuales el Banco Central anterior se había comprometido a venderle los dólares a determinada fecha y no lo hizo. El Estado se hace cargo de la obligación de venderle dólares a los importadores a precio oficial, pero con entrega a futuro (casi cuatro años), pero cobrrando los pesos en el presente.
Es decir, se parece más a un seguro de cambio por cuatro años que a una ayuda para pagar la deuda. Porque, ¿quién le paga al acreedor del exterior que quedó como resultado de la importación impaga? Hasta acá, ni el Estado ni el importador.
Sólo se podría tratar de una "estatización de la deuda comercial privada" si, el Banco Central, a la par de vender los bonos, se hiciera cargo de cancelar la deuda privada en el momento que el ingreso de divisas por exportaciones (o préstamos) se lo permitiera. Pero no está dicho en ningún lado, aunque algunos analistas lo interpretaron así.
El problema es que el instrumento propuesto tiene un precioso nombre (Bono para la Reconstrucción de una Argentina Libre, Bopreal), pero casi nadie lo entiende. De allí la cita a Scalabrini Ortíz. ¿Será intencional que no se entienda?
"No hay dólares, no sabemos si nos van a vender las divisas de las SIRA por importaciones ya realizadas hace más de seis meses, y lo único que nos ofrecen es un bono para cobrar los dólares a cuatro años. ¿Así nos quieren calmar para que no demandemos los dólares? ¿Usted se cree que mi proveedor del exterior me va a aceptar esos bonos como medio de pago? Directamente, no me entrega más producto, y en mi caso se trata de un insumo básico para la producción. Si no lo recibo, tengo que parar la planta en toda esa línea de productos que utiliza ese insumo importado, y no sé hasta cuándo".
La queja amarga es de un importante empresario nacional, y es muy similar a la escuchada en estos días en boca de otros colegas de firmas más pequeñas. "No nos pueden dar los dólares, dicen que van a abrir un registro para cuantificar cada deuda, y van a emitir estos bonos para "cumplir" con el compromiso de entregar algún instrumento en divisas al importador que ya hizo el trámite. Como no están los dólares, y saben que si liberan el mercado sin participación del Estado el precio de va a las nubes, lo que armaron es un nuevo cepo cambiario", define otro representante de la industria local.
Por eso la cita a Groucho Marx: el principio rector del partido gobernante era la unificación y liberación cambiaria, lo opuesto al "nefasto" y "vituperado" cepo, fuente de todo mal y perjuicio. Como este principio no caminó, entonces se optó por otro cepo, que simplemente patea para adelante los compromisos pendientes del cepo anterior.
Pero sin solucionar ninguno de los problemas vigentes para la actividad productiva.
La industria y los insumos
Por el grado de complementacion internacional y también por el avance tecnológico de la industria nacional, son muchas las empresas que hoy dependen de algún insumo crítico importado en su proceso manufacturero. "Crítico" en el sentido que no puede ser reemplazado, ni el producto que se fabrica puede ser realizado sin ese insumo.
Analizamos dos casos de industrias pyme, más medianas que pequeñas, con buen nivel de incorporación tecnológica y muy competitivas cada una en su rama. Una importa el insumo "crítico" de China, recibe embarques de su proveedor todos los meses y cada vez que encarga el producto, debe depositar en una cuenta en el exterior las divisas en garantía del pago. "Hasta que no está hecho el pago, no cargan el barco", grafica el titular de la empresa importadora.
Para poder contar con el dinero en divisas, la empresa recurre a un préstamo de una entidad bancaria que le adelanta los recursos hasta que el Banco Central le habilite la venta de las divisas solicitadas a través del SIRA (documento de registro y declaración jurada de importación). Paga un interés en dólares pero cancela el crédito cuando consigue los dólares del BCRA. Pero desde hace un tiempo, no los consigue.
"No tengo alternativa, porque los dólares no los tengo, ni puedo comprarlo en el mercado financiero, porque las propias normas del Banco Central me prohíben pagar con esos dólares y participar del mercado oficial al mismo tiempo. ¿Qué se espera que haga, que los compre en el mercado marginal, el blue, y no registre el pago? ¿Qué pase a operar en negro? Lo único que tengo claro es que el banco no me da más crédito, el proveedor no me entrega y ya estoy pensando en darle unas largas vacaciones al personal porque, sin materias primas, no puedo seguir produciendo".
El otro caso es el de un importante industrial que tiene crédito directamente de su proveedor, de Brasil. La empresa local, a su vez, exporta a otros destinos. Se quedó sin acceso a dólares en el mercado oficial, y asegura que su proveedor de Brasil, por ser una empresa muy grande y con estrictos controles formales, no le permite siquiera que le transfiera los créditos por el cobro de las exportaciones de la empresa argentina a terceros países.
"Alguien me aconsejó: tenés que constituir una empresa en el exterior y hacés todas las operaciones de importación y exportación por ahí. Y te resuelve todos los problemas. Es decir, me están diciendo que triangule para poder resolver, porque mi propio país me obliga a eso. No entiendo nada, yo ni siquiera tengo cuentas en el exterior, nos rompimos el lomo para abrir mercados, ¿y hoy los que se dicen aperturistas nos tratan así?", comentó.
Por lo que está a la vista, el bono para importadores propuesto por Bausili tendría como único fin patear para adelante lo que considera una obligación incumplida por el Banco Central con los privados pero que quedaría cubierta a través de este instrumento financiero si los importadores lo aceptan.
Pero es una solución meramente financiera. No soluciona la relación entre industrial local y su proveedor, y mucho menos garantiza la cotninuidad de la actividad. Ignora el problema de la economía real, que es grave y amenaza expandirse a toda la actividad productiva si no se atiende. Sólo las grandes empresas, filiales de multinacionales, podrán sortear el problema de acceso al crédito externo o la prolongación del período de endeudamiento. Es más: ya lo deben estar cargando a sus precios como un "costo extra", mientras siguen demandando, ellas también, que el Banco Central les rehabilite pagos al exterior con dólares oficiales, tanto por deudas comerciales como para giro de dividendos.