La brutalidad del ajuste lanzado por el gobierno de Javier Milei plantea numerosos interrogantes. Los más evidentes: ¿la gente aguantará el ajuste sin reaccionar? ¿hasta cuándo? ¿cómo puede ser la reacción? Como es obvio, el gobierno libertario recién lleva una semana y la brutalidad de las medidas empezó por el supermercado y el surtidor, pero todavía no llegó a los trenes, colectivos, luz, gas, prepagas y cuotas de los colegios. Todo eso con los ingresos más bien congelados. Los expertos hablan de diciembre, enero amortiguado por el aguinaldo, reacción en febrero, en marzo cuando empiecen las clases y también de obstáculos a esa reacción: la falta de una oposición con autoridad y un tercio de la población que no sólo respalda a Milei, sino también a las medidas. Página/12 pidió la opinión de consultores, encuestadores y también referentes que están en contacto cotidiano con lo que sucede en los barrios, en las zonas más humildes y en las universidades. Por supuesto, los interrogantes plantean polémicas y posiciones distintas.
Algo de aire
Daniel Arroyo, exministro de Desarrollo Social, sostiene que “que en los barrios, la gente está muy enojada con la política y con el peronismo. Por eso pienso que el gobierno de Milei tiene algo de aire. Igual, nadie en los barrios se imaginaba un ajuste de este volumen. Con el aumento de la carne un 60 por ciento en pocos días, 1.500 pesos el kilo de pan y 600 pesos el litro de leche, el común de la gente se alimentará con polenta, fideos y arroz. Será una tremenda malnutrición infantil. Y lo vamos a notar en la caída del consumo de leche, que tiene un efecto devastador. Cuando una madre no le puede dar leche a su hijo, es lo último de lo último. Se vio en época de Macri y en algún momento de la pandemia. El gobierno debería reaccionar con un mecanismo muy superior al aumento en la tarjeta Alimentar. Pero el efecto inmediato, es que se comerá peor y habrá un fuerte achicamiento en los gastos. Hay una segunda consecuencia: las familias se endeudarán todavía más, pidiendo prestado en el barrio a intereses del 400 por ciento ¿Va a haber una respuesta? Me parece que pasará más por los sectores organizados. Si no se estabilizan las cosas, la protesta será fuerte”.
¿En febrero?
Eduardo De la Serna, integrante de los Curas en Opción por los Pobres, al frente de la parroquia en Bernal Oeste, tiene un diagnóstico duro: “Habrá mucha pobreza y mucha sangre”. “Aquí en Bernal Oeste todavía no se ve lo peor del impacto. No subió el colectivo, la luz y el gas. Ahora la gente la pelea con el aguinaldo y muchísimos fueron al super el 9 de diciembre, que había dos horas de cola. Creo que lo imposible viene en febrero. Nosotros, en la parroquia, este año tenemos 250 cajas navideñas. El año pasado teníamos 450. El gobierno no mandó nada. Los comedores ya no dábamos abasto antes, de manera que no podemos absorber lo que se viene”.
¿En marzo?
El consultor Hugo Haime, de Haime y Asociados, piensa que “el momento clave es en marzo, cuando empiezan los colegios y hay que afrontar esos gastos. Siempre es un mes difícil. Por ahora, buena parte está en condiciones de aguantar porque recibe el aguinaldo. Pero en marzo, se sentirá muy fuerte. Habrá una clase media empobrecida y una decepción notoria. Se percibirá que, aunque lo hayan votado, no es lo que prometió y que está haciendo ‘lo que no nos gusta’. Pero, del otro lado, el gobierno tiene a favor de que no hay una oposición con una voz autorizada. El peronismo no tiene una recomposición”.
La duda de los estudiantes
Jaime Perczyk, exministro de Educación y rector de la Universidad Nacional de Hurlingham, dice que “si las partidas para las universidades quedan congeladas, como anunciaron, es evidente que no podremos pagar los sueldos de docentes y no docentes. Por supuesto, que tampoco se podrán afrontar las becas ni las investigaciones. Esto indudablemente es una violación de los derechos de los jóvenes y creo que habrá una reacción. Hay que aclarar que una universidad pública no puede cobrar ninguna cuota ni matrícula, porque la Constitución dice que la educación pública es gratuita. Además, está en la Ley de Educación Superior y en los estatutos de las universidades nacionales. Dicen que muchos jóvenes votaron a La Libertad Avanza, pero otra cosa es que hayan votado una limitación tan brutal a su derecho a estudiar. Así que sí, habrá una reacción”.
El tercio del medio
Federico Aurelio, titular de Aresco, plantea un dilema de tres tercios. “Milei tiene un margen de expectativa. Nadie puede aseverar cuándo se le termina ese margen, cómo se va a alterar el humor de la gente. Está claro que el ajuste es mayor que lo previsto. La gente compró que esta es la peor herencia de la historia y compraron que el ajuste es imprescindible. Pero no es que hay acuerdo en las decisiones y en medidas de este tenor. ¿Aguantan el ajuste? No es que no quieran, es que no pueden. En este momento hay tres tercios. Un tercio que está a favor de Milei y a favor del ajuste. Un tercio que está en contra de Milei y del ajuste. Y está el tercio del medio, que admite el ajuste, pero piensa que tiene que ser gradual. Por una cuestión de que recién va una semana de gobierno, éste tercer tercio, decisivo, le da al gobierno un compás de espera. Si ve que el ajuste dura más tiempo o es más brutal de lo pensado, el respaldo se va a deteriorar”.
No aguanta
“Esto no aguanta -afirma, categórico, Roberto Bacman, al frente del Centro de Estudios de Opinión Pública-. Un gobierno democrático no resiste un ajuste de esta naturaleza. La respuesta será la represión, como ocurrió con Arturo Frondizi, que implementó el Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado) que habilitó a las Fuerzas Armadas a intervenir contra huelgas y movimientos sociales. En este caso se pretende que aguanten aumentos descomunales con ingresos congelados. Me parece que piensan que las cosas se arreglan con una planilla de Excel. Hoy Milei tiene una imagen positiva del 60 por ciento, pero de eso sólo la mitad es un núcleo duro, el resto le da un apoyo crítico. Son exvotantes de Patricia Bullrich y de Juan Schiaretti. Ellos no se veían venir un ajuste tan grave y, si se licúa su sueldo, se licuará su apoyo. La reacción empezará desde la periferia al centro, o sea primero en barrios y fábricas”.
Comedores y encuestas
Paco Olveira, sacerdote que encabeza una parroquia y comedores de Dock Sud, dio a conocer por Instagram que "hemos cerrado los comedores. Desde noviembre no recibimos alimentos y ni siquiera nos venden, menos todavía con factura, como pedimos. Milei tendrá que hacerse cargo y los que votaron a Milei tendrán que poner comedores. A mi, no me encontrarán aumentando comedores, sino en la calle".
Gustavo Córdoba, de Zubán Córdoba, dio a conocer una encuesta este mismo sábado. Y se perciben las opiniones divididas. El 50 por ciento le tiene confianza al gobierno de Milei y 50 por ciento le tiene desconfianza. Un tercio le da sólo tres meses de plazo y hay una mayoría que descree que el ajuste recae en la política. Un 53 por ciento dice que habrá más especulación financiera, un 49 por ciento afirma que se vienen mayores privilegios para los ricos y un 51 por ciento considera que habrá más pobreza. Hay muy poco acuerdo con aumentos de tarifas, con parar la obra pública, con bajar sueldos y jubilaciones e incluso hay rechazo a dar marcha atrás con la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Lo que percibe Córdoba es, justamente, que los respaldos son críticos y no son a la mayoría de las medidas.
Parece evidente que nadie puede hacer un pronóstico certero sobre la reacción. Córdoba habla de "acuerdo precario". En eso coincide con la mayoría de las opiniones de los expertos: el aguinaldo amortigua diciembre y enero, meses en los que tampoco habrán subido a pleno las tarifas. Febrero será crítico y el mayor desafío estará en marzo, cuando habrá que afrontar -como todos los años- los gastos del colegio y, seguramente, aumentos fuertes en las cuotas. Milei cuenta con un apoyo muy condicional, pero tiene la ventaja de una oposición que está golpeada.