En la trayectoria poética de Alfredo Luna aparece Oficio de sombra (2023), obra que viene puesta al amparo de dos epígrafes: uno de Molinari y otro de Mallarmé, que proponen significativos indicios para adentrarnos en la lectura.

Es un libro de intersecciones, de mensaje artístico en clave de intertextualidad, de una obra de dinámica dialéctica. Oficio de sombra está escrito desde la lectura o construido escribiendo lecturas. Las novelas de la consagrada escritora jujeña Libertad Demitrópulos subyacen como intertextos en los poemas. Los comensales (1967), La flor de hierro (1978), Río de las congojas (1981), Sabotaje en el álbum familiar (1984), Un piano en Bahía Desolación (1994) son las novelas escogidas por Alfredo.

En este punto hay que decir que el poemario está organizado en series que van correspondiéndose con las novelas mencionadas. Cada parte está identificada con títulos que son expresiones o frases textuales de las obras fuentes. Por ejemplo, “Un lujo triste. Un rescoldo ceniciento. Un orgullo entumecido” para el apartado de La flor de hierro (1978). Cada subtítulo oficia de complemento indispensable para desentrañar el sentido del universo imaginario.

En esta línea de interpretación, se da lo que Lotman (1970) explica como “la movilidad en alguna frontera estructural interna del texto”. Esto es, un corrimiento del texto artístico de sus fronteras convencionales. Para interpretar un texto lírico como este, las herramientas de intelección provistas por la Semiótica de la Cultura son asaz pertinentes, en tanto en uno de sus planteos centrales abre la inmanencia constructiva del texto artístico, es decir, el sistema en su organización interna, a numerosas intersecciones culturales.

El poema es siempre un trabajo con el lenguaje; un enorme esfuerzo de combustión y condensación para que, como expresa Simone de Beauvoir, “parezca escrito a vuelapluma”. A ello debe agregarse la paciencia de artesano con la que Alfredo, nutriéndose de la inmensidad en permanente movimiento que es la lengua, fue escogiendo las palabras y las combinaciones entre ellas para alcanzar el efecto del poema, a partir de contenidos narrativos difíciles de asir.

Al correr las páginas del poemario, van dibujándose con espesor semántico propio, las figuras de las mujeres de las novelas: la de Violante de Godoy, o la mestiza María Muratore, o Isabel Descalzo o Eliana, o Nancy “aquella música perturbadora”: “Oh noche amazona de terribles goces”.

La escritura poética de Alfredo Luna ha adquirido una magnitud de singularísima importancia por su fecundidad y profundidad. En esta obra se nos revela como un lector gozoso y febril de los textos de Demitrópulos, en íntima ensambladura con su sentir poético. Esta sensibilidad lectora determina, además, las afinidades o empatías con sus fuentes.

Damos la más afectuosa bienvenida a Oficio de sombra, libro que oxigena y revitaliza el acervo del panorama de la lírica en Catamarca, y que marca (¡sin duda!) un punto de inflexión en la trayectoria creativa personal de Alfredo Luna.