El flamante Presidente de la República, vistiendo uniforme militar, se veía entre disfrazado y patético. No hacía falta. Ni a su lado el Ministro de Defensa con igual indumentaria. Sobre todo porque desde Videla y Bignone, hace 40 años, ningún alto funcionario gubernamental se disfrazó tan grotescamente, aparte de la Señora Bullrich en sus paseos por la costa bonaerense.
Claro que fue más grave aún, esta vez, el hecho de que el Primer Mandatario no dispuso ni garantizó ni un solo centavo para la reconstrucción de una ciudad herida, en una provincia y un país ya arrasados por la pobreza, el desencanto y encima por un tormentón inusualmente feroz.
Por suerte –hay que decirlo– ahí estaba el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, cuyo gobierno desde hace mucho sostiene un eficiente sistema de emergencias para asistir en instancias gravísimas, como ésta. De donde esta emergencia puede considerarse sólo una peccata minuta, pero que evidencia la nula sensibilidad social del nuevo gobierno nacional.
Pero lo más llamativo, y más contundente, es ahora el cambio de humor de gran parte de la ciudadanía que el pasado 19 de Noviembre votó a la así llamada "La Libertad Avanza" (LLA), pero ahora parece vertiginosamente arrepentida.
Hace un mes y con el contundente triunfo de Milei en el balotage, el masivo voto emocional antiperonista despedazó las ilusiones de la dirigencia kirchnerista-massista y la sorpresa conmovió a todo el país y al mundo. Pero nada habilitaba a pensar que en tan pocas semanas se evidenciaría otra enorme decepción pero en sentido contrario.
Parece locura pero quizás no lo sea. Y lo cierto es que el presente de este país parece capaz de provocar inesperados y sorprendentes cambios políticos, según se manifiesten el hartazgo generalizado y el desconcierto de una ciudadanía confundida y atormentada porque no tiene dinero y no ve como salir adelante.
Aunque un poco sobreactuada y difícil de explicar, la seguidilla de torpezas del nuevo gobierno hace parte de un intento de explicación, más allá de que hay medidas y decisiones que se ocultan de manera casi infantil. Por caso, se ocultó o casi la primera decisión de índole fascista en la primera semana de Gobierno, consistente en la silenciosa y marginal "liberación" del represor Horacio Losito, quien cumplía triple condena a perpetua por crímenes de lesa humanidad, y a quien se le otorgó la primera y muy veloz libertad condicional en la semana inaugural del nuevo gobierno. Losito es uno de los responsables de la “Masacre de Margarita Belén” en la provincia del Chaco, cuando una quincena de jóvenes militantes detenidos y torturados fueron trasladados y fusilados, la noche del 13 de diciembre de 1976, en un campo al costado de la Ruta 11. En algunas redes circula un audio en el que este represor festeja ahora el favor gubernamental al grito de “Viva la libertad, carajo”.
Pero en el panorama nacional también se observan, y asombra que en tan pocos días de gobierno, otros hechos relevantes como el extraordinario proceso de votación en el Club Atlético Boca Jr, donde unos 50.000 socios protagonizaron un fabuloso y hasta ahora inédito proceso electoral, con Mauricio Macri y Juan Román Riquelme como candidatos enfrentados también políticamente.
Lo cierto es que han quedado señas graves en el camino de la democracia enflaquecida que vive hoy el pueblo argentino. Pueden señalarse algunas:
a) Un marcado resentimiento antipopular desde el nuevo poder político mileísta;
b) Un visible miedo en vastos sectores populares y de barrios carenciados que descubren que lo que votaron no era liberador, sino una profundización de la condena a extrema pobreza y cero solidaridad que se abre paso a un ritmo que se diría huracanado;
c) Un desencanto generalizado en las mayorías populares que votaron a un gobierno al que en menos de una semana ya parecen detestar;
d) La evidente e irresponsable entrega de soberanía y vulgar rifa de todos los bienes nacionales;
e) el veloz y cruel desarmado de todas las redes de contención social que, aun siendo cuestionables algunas de ellas, durante años funcionaron para asegurar cierta contención y paz social;
f) y finalmente la ristra de estúpidas y provocadoras medidas económicas que no sólo irritan y hambrean extremadamente al pueblo pobre –léase el 40% de la ciudadanía– sino que además parecen destinadas a provocar luchas sociales que serán innecesariamente cruentas y racistas, y que sólo evidencian tanto furia racista como un exagerado y violento combate al "populismo", concepto mal y grotescamente concebido desde infantiles análisis simplistas.
La ignorancia y la crueldad en la implementación de casi todas las medidas, evidenciada en todas las áreas políticas, económicas y sociales, viene siendo, así, la característica más llamativa del accionar gubernamental del "mileísmo", como bien podría llamarse a la tendencia política que, a fuerza de sinceridad, parece denotar tanta estupidez como resentimiento y furia antisocial.
No de otro modo se explican las ya varias torpezas del gobierno, que ni siquiera son disimuladas, ni amenguadas en sus efectos más duros y dolorosos para los sectores postergados, y que no son moco é pavo: un 50% de la ciudadanía, o sea al menos la mitad de la población total del país, está hoy conmovida y paralizada por un carnaval de precios brutalmente disparados, una moneda arruinada, cero contención social, soberbia clasista en dirigencias asociales y encima jactanciosas de un egoísmo jamás visto ni imaginado en este país y, quizás, en ningún otro punto del planeta.
Así, hay una grave incertidumbre que prima y asusta –y desespera– a millones de paisanos de esta tierra que fue de promisión pero hoy es de generalizada frustración. Y en donde a la fría y calculada bestialidad del nuevo oficialismo nacional (apenas morigerado en algunas provincias) el hambre no es ni será una metáfora de nada sino la más brutal realidad. Porque no comer ni alimentar a los hijos, y desamparar a la niñez en general, auguran una catástrofe social sin precedentes. Y a muy corto plazo. Y auguran también una anomia peligrosísima en la medida en que no parece haber horizonte esperanzador en la política de este país por décadas tan politizado como sistemática y consistentemente estafado por prácticamente todas las dirigencias, políticas y empresariales.