El Gobierno espera antes de fin de año firmar un principio de acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur. “En noviembre firmaremos un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea”, anticipó Mauricio Macri la semana pasada en su discurso en el Coloquio de IDEA. Si bien aclaró que “sus efectos plenos se percibirán en una década”, hay niveles de desregulación que comienzan a aplicarse a corto y luego a mediano plazo. Por eso la cercanía de la concreción del convenio despierta preocupación entre sectores pymes que generan la mayor parte del empleo industrial. Días atrás, varias cámaras industriales mantuvieron un encuentro en Cancillería por este tema.
El Gobierno nacional junto a su par de Brasil están convencidos en avanzar rápido en el acuerdo con la UE. Es el paso fundamental de una estrategia de acercamiento a los países centrales tradicionales que incluye, desde el lado de la gestualidad, la organización en el país de la reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en diciembre y del G-20 el año que viene y el intento de ingreso a la OCDE. El club de los países poderosos exige el levantamiento de regulaciones, algo que para Macri incentiva las inversiones externas, mientras que la postura opuesta advierte sobre el impacto negativo sobre la industria y el empleo local.
Macri y Michel Temer, de Brasil, quieren firmar el acuerdo y los europeos saben que se trata de una oportunidad para no desaprovechar, sobre todo teniendo en cuenta que el año que viene hay elecciones presidenciales en Brasil y una potencial vuelta de Lula podría complicar el acuerdo.
A priori, la libertad de comercio propicia ventajas para los sectores que de entrada son más competitivos y viceversa, afecta a los menos competitivos en términos relativos. Por eso, la semana pasada el presidente de la Sociedad Rural (SRA), Luis Etchevehere, declaró que “el Mercosur debería estar en condiciones de exportar 400 mil toneladas de carne al año a la Unión Europea bajo un sistema de libre comercio”. De esa forma, Etchevehere se quejó de que la UE propone eliminar aranceles de comercio exterior por un total de apenas 70 mil toneladas de carne al año, algo que sería en su visión “absolutamente insuficiente”. Por el lado de Brasil, las fábricas de etanol también reclaman una cuota mayor.
En el sector agropecuario, los que tienen para perder son los europeos. Los granjeros escoceses manifestaron recientemente su preocupación por la ampliación que la Comisión Europea supuestamente haría de 70 a 90 mil toneladas de carne sin arancel. Los europeos advierten que “la carne en América del Sur es producida con estándares más bajos, lo que dañaría a los productores locales”. En un sentido similar, un artículo publicado en un portal de agro irlandés dice: “Olvídense del Brexit, el real desafío para la industria de carne irlandesa para los próximos meses es evitar que la UE firme con el Mercosur un acuerdo de libre comercio”.
La preocupación, a nivel local, es propiedad de los sectores industriales pyme. “Necesitamos dejar muy en claro las normas de origen, para que los europeos no cambien la etiqueta y nos exporten los excedentes que ellos antes habían importado desde Asia. Para eso es indispensable conocer el nivel de producción con el que cuenta cada país. Es un trabajo fino y falta mucho”, dijo a este diario Marcelo Fernández, presidente de la Confederación General Empresaria de la Argentina (CGERA).
Fernando Peirano, especialista en el sector industrial, escribió en este diario que “la matriz productiva argentina también encierra sectores que pueden verse afectados por el acuerdo. El ámbito de la biotecnología, donde se están multiplicando las nuevas empresas, puede ser uno de ellos. Otro caso lo encontramos en el sector farmacéutico. Y han surgido conglomerados de pymes que exportan maquinaria agrícola, equipamiento médico, bienes de capital y componentes electrónicos, todos ellos también muy dependientes de la evolución de las normas técnicas. De igual manera, se destacan las productoras de contenidos para publicidad, cine y televisión y la industria de videos juegos. Y con mucha mayor visibilidad y reconocimiento, existe un amplio conjunto de empresas de software que encontraron en leyes de promoción el contexto adecuado para desarrollarse y venderle al mundo”. Esos sectores serían los perdedores porque su evolución tiene relación con las medidas estímulo del Estado. Esas políticas podrían verse afectadas por las restricciones de un acuerdo del estilo UE-Mercosur.