Sin que haya rodado la pelota un segundo por el verde césped, el fútbol argentino vivió un domingo de grandísimas emociones. Casi 100 mil personas se le atrevieron a la mañana lluviosa y desapacible y al temporal que de madrugada castigó a la ciudad de Buenos Aires y el Conurbano y acudieron a votar en masa en las elecciones de Boca, San Lorenzo, Tigre, Colón de Santa Fé, Nueva Chicago y Deportivo Morón. Boca (43.367 socios), San Lorenzo (16.358) y Colón (6380) incluso batieron records de concurrencia dándole forma a un fenómeno relativamente novedoso pero no por ello menos sorprendente.
Llama la atención que, en un época en la que priva un crudo individualismo y están puestos en cuestión los mecanismos de participación colectiva, tantas personas hayan decidido intervenir directamente en la política de los clubes. Tal vez la amenaza de las sociedades anónimas deportivas haya despertado conciencias y encendido alarmas que durante mucho tiempo estuvieron apagadas. También es posible que esos mismos hinchas hayan llegado a la conclusión de que, si las cosas salen mal en la cancha, no hay derecho a la protesta tribunera si además no se hacen socios y a la hora de las elecciones se desentienden de candidatos, proyectos e ideas.
Lo cierto es que la participación ha sido masiva e intensa. Y que los socios han resuelto tomar entre sus manos el destino de sus clubes. Oponiéndole además una barrera firme a cualquier propuesta que implique la privatización de las instituciones o al menos, la incorporación de capitales privados a la gestión del fútbol profesional. En ese sentido, la consagración de Juan Román Riquelme como nuevo presidente de Boca significa una rotunda negativa a cualquier movida en ese sentido.
Con un mensaje directamente apuntado a la sensibilidad del hincha boquense, Román jugó a fondo la carta de su idolatría, detuvo el regreso del macrismo y del propio Mauricio Macri y remarcó que para lo bueno y para lo malo, en el acierto o en el error, Boca será siempre de los socios y de sus hinchas. El mensaje caló hondo. Tanto que Riquelme pasó por encima de las argucias judiciales y ganó por el 65 por ciento de los votos. En una victoria que tiene resonancias en otras instituciones y hasta en despachos más cercanos a la política que a las idas y las vueltas de la pelota.
Hace veinte o treinta años, eran pocos los socios que iban a votar cuando había elecciones. Acaso porque no eran tantos los hinchas que se animaban a dar ese paso. A favor o en contra, los socios del fútbol preferían expresarse en las canchas los días de partido. Después guardaban sus carnets hasta el próximo domingo. Ahora, los hinchas además de hinchas se han hecho socios. Y participan. En la cancha, en las redes sociales y también al momento de votar. Ejercen su derecho a opinar y a que se los tenga en cuenta. Los clubes verdaderamente son de ellos. Y eso no es un slogan publicitario. Es una real realidad que el domingo quedó a la vista de todo aquel que quiera verlo.