Desde San Pablo
Luiz Inácio Lula da Silva cierra 2023 con un triunfo diplomático y una preocupación geopolítica. Celebra la distensión alcanzada en el conflicto entre Venezuela y Guyana por el control de la región del Esequibo. A pesar del deshielo logrado el jueves pasado por los presidentes Nicolás Maduro y Mohamed Irfaan Ali , Lula observa atentamente los movimientos de Estados Unidos en esa región amazónica potencialmente explosiva. Por ser rica en petróleo y estar en el radar del Comando Sur.
El asesor presidencial para asuntos internacionales Celso Amorim participó como observador, con atribuciones de virtual garante, de la reunión entre Maduro e Irfaan Ali realizada en San Vicente y Las Granadinas a la cual definió como una "victoria" diplomática.
"Lo más importante fue la renuncia al uso de la fuerza y de las amenazas de ambos lados. Brasil demostró que no sólo puede estar presente (en la mesa de diálogo) sino que puede ayudar" declaró el excanciller Amorim en una entrevista publicada este lunes por el portal de noticias UOL.
"No me hago ilusiones, no estoy diciendo que (el acuerdo del jueves) significa una solución al problema" pero establece nuevas coordenadas para avanzar, acotó.
Por lo pronto venezolanos y guyaneses acordaron tener un nuevo cónclave dentro de tres meses en Brasil, con la posible, aún no confirmada, participación del propio Lula.
La del jueves pasado fue la primera conversación cara a cara de Maduro e Irfaan Ali luego del referendo realizado el 3 de diciembre en Venezuela, donde el 95 % de los votantes respaldó la soberanía de su país sobre el Esequibo actualmente bajo control de la antigua colonia británica.
Diálogo con Maduro
Amorim es un interlocutor frecuente de Maduro, con quien se encontró el mes pasado para abordar la disputa en torno al Esequibo, un territorio dotado con reservas de 11 mil millones de barriles de petróleo descubiertos a mediados de la década pasada por la compañía norteamericana Exxon. Antes de esta reunión, hubo otra en la que Amorim y Maduro conversaron sobre las elecciones venezolanas del año que viene.
Bolsonaro-Trump
Enviando a su asesor de cabecera Amorim al encuentro de San Vicente y Las Granadinas, Lula dejó patente su determinación de ponerse a la cabeza de los diálogos de paz y terminar de reconstruir la confianza diplomática con el gobierno bolivariano. La cual fue destruida durante los cuatro años de la gestión de Jair Bolsonaro (2019-2022), quien además de romper relaciones con Caracas puso su política exterior al servicio de Donald Trump.
En 2019 el entonces presidente de extrema derecha reconoció como "legítimo" presidente al dirigente opositor venezolano Juan Guaidó y apoyó una eventual invasión, maquillada de "ayuda humanitaria" e incitada por Trump. Con ese fin envió a su canciller, Ernesto Araújo, hasta Pacaraima, un pequeño municipio del estado brasileño de Roraima, en el límite con Venezuela para supervisar el ingreso unas pocas camionetas con comestibles.
Mientras su ministro de Exteriores se prestaba a una provocación en Pacaraima, Bolsonaro justificaba la instalación de una base norteamericana en el estado de Roraima y rompía con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), organismo responsable del cónclave del último jueves.
A la conjura de Trump y Bolsonaro para la ocupación de Venezuela y proclamación de Guaidó se unió en 2019 el presidente de Colombia, Iván Duque, también de derecha. Las fronteras de Brasil y Colombia con Venezuela son estratégicas, sumadas superan los 4 mil kilómetros.
Embajadora
El viernes último un día después de la cumbre en el archipiélago antillano de San Vicente y Las Granadinas, la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado aprobó por amplia mayoría el nombramiento de la diplomática de carrera Gilvania Maria de Oliveira como embajadora en Venezuela, destino al cual llega tras dirigir la misión en Panamá, otro país del Caribe.
Ante los parlamentarios la inminente representante en Caracas declaró que tendrá como una de sus prioridades trabajar para favorecer los "puentes" y limar las tensiones en el norte del subcontinente sudamericano.
Brasil, la mayor potencia latinoamericana, ejerce una fuerte influencia en los países del Cono Sur, pero tiene menos peso en el Caribe y las Antillas, donde son gravitantes los gobiernos de Colombia y México.
Con Petro
En ese sentido debe ser mencionada la participación del ministro de Relaciones Exteriores colombiano Alvaro Leyva en la cita del jueves pasado. Con la presencia de Leyva, conocido por su labor en las negociaciones de paz entre Bogotá y los guerrilleros del ELN, el evento ganó más densidad diplomática.
Y eso no es todo: a través de sus enviados Leyva y Amorim, los presidentes Gustavo Petro y Lula siguen consolidando la alianza Colombia-Brasil, que comenzó a construirse durante la cúpula de gobiernos sudamericanos de mayo, en Brasilia, y luego en cita de países amazónicos que tuvo lugar en setiembre en el estado norteño de Pará.
Sin Milei
Lula y los formuladores de su política externa con eje en la paz regional, también han tomado nota de las posturas adoptadas por Javier Milei quien parece nada dispuesto a proseguir con la histórica afinidad de objetivos entre Argentina y Brasil. El flamante mandatario argentino demostró tener más interés en asociarse con Washington que con Brasilia.
En el Palacio del Planalto pocos esperan un respaldo sólido de la Casa Rosada a los buenos oficios realizados por Lula para evitar la crisis entre Venezuela y Guyana capaz de amenazar la estabilidad sudamericana.
Estiman que Milei podría asumir una posición semejante a la manifestada recientemente por los seguidores de Bolsonaro. Varios legisladores de la ultraderecha brasileña, entre ellos algunos generales retirados, han menospreciado los sfuerzos diplomáticos del presidente Lula.
Los bolsonaristas le critican al mandatario y líder izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) su supuesta benevolencia con Maduro y ser tolerante con la "injerencia regional" de potencias como Rusia, China e Irán. Ese mismo discurso bolsonarista es condescendiente, en cambio, con la presencia norteamericana en el Esequibo.
Ejercicios militares
La contracara del esfuerzo brasileño, respaldado por la Celac y Colombia, para cerrar el año con un mensaje pacifista fueron los ejercicios de tropas estadounidenses junto a las fuerzas de defensa guyanesas realizadas el 7 de diciembre en el Esequibo. Es decir cuatro días después del referendo celebrado en Venezuela.
La realización de esas maniobras fueron consideradas normales por el presidente guanés Irfaan Ali y Juan González, director para América Latina del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense.
Sucede que para el estado norteamericano, sea quien fuera el presidente de turno, el Caribe y las Antillas son una geografía directamente ligada a su seguridad nacional, siguiendo una visión tributaria de la decimonónica Doctrina Monroe.
Un Esequibo "brasileño"
En entrevistas recientes Celso Amorim consideró poco probable la hipótesis de una guerra entre Venezuela y Guyana en el corto plazo. Pero reconoció que "lo que yo más temo, hablando sinceramente, es que se cree el precedente para que haya bases y tropas extranjeras en la región".
Siguiendo esa argumentación el diplomático, que también fue ministro de Defensa, añadió, "no estamos hablando de una región cualquiera, estamos hablando de la Amazonia que es siempre objeto de preocupación de nuestra parte".
En el norte amazónico , en una zona relativamente próxima a la frontera con Guyana, nace una cuenca petrolífera conocida como Margen Ecuatorial, con reservas estimadas en 11 mil millones de barriles. Se trata un volumen similar al que se encuentra en el territorio disputado por los gobiernos de Caracas y Georgetown. Es una suerte de Esequibo brasileño que ha despertado la codicia las multinacionales petroleras, cuyos intereses suelen estar protegidos por el aparato militar norteamericano.
En caso de sea creada una base del Comando Sur estadounidense en territorio guyanés, lo cual no fue descartado por el presidente Mohamed Irfaan Ali, sus aviones y embarcaciones podrían desplazarse en poco tiempo hasta los yacimientos brasileños que aún no comenzaron a ser explotados.