Mediante una “declaración” difundida este lunes en el Vaticano y conocida con el título de “Fiducia supplicans” (pidiendo confianza) la Iglesia Católica habilitó la posibilidad de bendecir a parejas compuestas por personas del mismo sexo o las integradas por quienes hayan tenido una unión anterior. El documento, sobre el que no se tenía noticia con anticipación, lleva la firma del cardenal argentino Víctor Manuel Fernández en su calidad de prefecto (ministro) de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio) y cuenta con la aprobación del papa Francisco.
No obstante la declaración hace expresa mención que tal bendición no puede equiparse al matrimonio católico tal como lo concibe la Iglesia. En la presentación del documento, el cardenal Fernández señala que se abre la posibilidad “de bendecir a parejas en situación irregular y a parejas del mismo sexo, sin validar su estatus ni modificar en nada la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio”. En el mismo texto se subraya que para “la perenne doctrina católica” solo se consideran lícitas las relaciones sexuales dentro del matrimonio entre un hombre y una mujer. “La doctrina de la Iglesia sobre este punto se mantiene firme”, subraya el documento vaticano.
Según lo expresa el propio Fernández, la declaración conocida ahora profundiza en el “significado pastoral de las bendiciones” y permite “ampliar y enriquecer su comprensión clásica” a través de una reflexión teológica “basada en la visión pastoral del Papa Francisco”. Para el cardenal argentino --quien se cuenta entre los más cercanos colaboradores del Papa-- el paso dado “supone un verdadero desarrollo respecto a lo dicho hasta ahora sobre las bendiciones”.
Se trata del primer documento emitido por la Congregación para la Doctrina de la Fe en 23 años y representa un cambio importante en la postura de la Iglesia en relación a otro texto del mismo organismo publicado en marzo de 2021 y firmado por el entonces prefecto, el cardenal español Luis Ladaria Ferrer, en el que se cerraba toda posibilidad de impartir bendiciones a las uniones entre personas del mismo sexo. Aquella declaración había sido considerada un retroceso en relación a las manifestaciones del propio Francisco quien, en su expresión pastoral y en declaraciones públicas, se había mostrado abierto a seguir acogiendo en la Iglesia tanto a las y los homosexuales como a las y los divorciados vueltos a unir en pareja.
En el documento divulgado ahora --que consta de una introducción y 45 artículos divididos en cuatro partes-- se deja en claro que se debe evitar que se confunda la bendición con el sacramento del matrimonio, reconociendo “como matrimonio algo que no lo es” y por ese motivo declara “inadmisibles los ritos y oraciones que puedan crear confusión entre lo que es constitutivo del matrimonio”. Por tal motivo, se señala, "esta bendición nunca se realizará al mismo tiempo que los ritos civiles de unión, ni tampoco en conexión con ellos. Ni siquiera con las vestimentas, gestos o palabras propias de un matrimonio".
La declaración subraya además que quien pide una bendición “se muestra necesitado de la presencia salvadora de Dios en su historia” y manifiesta “una petición de ayuda a Dios, una súplica por una vida mejor”. Es por ese motivo que la Iglesia entiende que ese pedido debe ser atendido “fuera de un marco litúrgico”, valorado como “acto de devoción” y a quienes lo solicitan no se les debe exigir como condición una “perfección moral previa”.
La base de esta perspectiva es lo que Francisco aseguró en distintas ocasiones diciendo que todas las personas sin distinción son acogidas en la Iglesia y que la bendición “se ofrece a todos, sin pedir nada”.
En el mismo sentido afirma ahora que “la Iglesia, también, debe evitar el apoyar su praxis pastoral en la rigidez de algunos esquemas doctrinales o disciplinares, sobre todo cuando dan ‘lugar a un elitismo narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar’". Al asumir como Prefecto en el ex Santo Oficio, el cardenal Fernández confió que el Papa le solicitó “alentar la reflexión de la fe, la profundización de la teología, promover un pensamiento que sepa dialogar con lo que vive la gente, animar un pensamiento cristiano libre, creativo y con profundidad”. Y recordó entonces que "el Dicasterio para la Doctrina de la Fe en otras épocas se llamaba Santo Oficio, y se dedicaba a perseguir a los herejes, a los que cometían errores doctrinales, y el Papa reconoce que usaba métodos inmorales como la tortura. A mí me dice que me está pidiendo algo muy distinto, porque los errores no se corrigen persiguiendo o controlando, sino haciendo crecer la fe y la sabiduría. Ese es el mejor modo de preservar la doctrina", dijo entonces.
El periodista italiano Andrea Tornelli, al escribir para Religión Digital, recordó ahora que el Papa Francisco dijo en febrero de 2015, hablando ante los nuevos cardenales, que “para Jesús, lo que cuenta por encima de todo es alcanzar y salvar a los alejados, curar las heridas de los enfermos, reintegrar a todos en la familia de Dios. ¡Y esto escandaliza a algunos! Y Jesús no tiene miedo de este tipo de escándalo. No piensa en personas cerradas que se escandalizan incluso de una curación, que se escandalizan de cualquier apertura, de cualquier paso que no encaje en sus esquemas mentales y espirituales, de cualquier caricia o ternura que no corresponda a sus hábitos de pensamiento y a su pureza ritualista".
Una opinión muy importante sobre el tema en cuestión es la del sacerdote jesuita norteamericano James Martin, cuya acción pastoral está plenamente dedicada a personas católicas de la comunidad LGBTQ+. A través de su cuenta en la red X, el sacerdote expresó que “la nueva declaración del Vaticano Fiducia supplicans es un gran paso adelante en el ministerio de la iglesia hacia las personas LGBTQ y reconoce el profundo deseo de muchas parejas católicas del mismo sexo por la presencia de Dios en sus relaciones amorosas”. Y sobre el particular agregó que “también es un cambio marcado desde la conclusión de hace apenas dos años atrás afirmando que ‘Dios no bendice ni puede bendecir el pecado’”. Esta declaración, afirmó Martins, “abre la puerta a bendiciones no litúrgicas para parejas del mismo sexo, algo que anteriormente estaba prohibido para obispos, sacerdotes y diáconos”. Por eso, dijo Martin, “junto con muchos sacerdotes, ahora estaré encantado de bendecir a mis amigos en uniones del mismo sexo”.
Es conocido que, pese a que no estaba autorizado oficialmente por la Iglesia, sacerdotes en distintas partes del mundo se adelantaron a realizar bendiciones a parejas del mismo sexo o en situaciones “irregulares”. Existen casos conocidos en Alemania, Bélgica, Estados Unidos y también en varios países de América Latina.
Poco menos de dos meses atrás, el sínodo que reunió en Roma a obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos varones y mujeres de todo el mundo incluyó este tema en la agenda de sus debates pero no hubo entonces pronunciamientos sobre el particular, a la espera de la segunda sesión del mismo evento que se concretará en octubre del próximo año. A principios de octubre pasado, un grupo de cinco cardenales conservadores le habían pedido al Papa que se expresara sobre cuestiones “doctrinales” consideradas esenciales para mantener intangible la enseñanza católica. Si bien Francisco respondió en ese momento a esas observaciones desestimando las críticas y haciendo sus propias consideraciones sobre los temas, la declaración actual puede entenderse también como una repuesta a aquellas objeciones y una manera de anticiparse incluso a las definiciones del próximo sínodo.
“Cuando la relación con Dios está enturbiada por el pecado, siempre se puede pedir una bendición, acudiendo a Él, como hizo Pedro en la tormenta cuando clamó a Jesús. En algunas situaciones, desear y recibir una bendición puede ser el bien posible”, se puede leer en la última parte de la declaración que lleva la firma de Víctor Fernández. Y citando palabras del pontífice, el cardenal agrega que “el Papa Francisco nos recuerda que ‘un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades’ “.