Desde Resistencia
Arruinar la fiesta que fue el 32º Encuentro Nacional de Mujeres era la tarea, y por eso ayer, a las 14, un grupo de no más de 150 personas dio algunas vueltas a la plaza, convocados contra las “feminazis”, al grito de “que se vayan” y “no nos representan”. Después del cierre que se dio al mediodía en el estadio Sarmiento, la mayor parte de las mujeres empezaron a irse. Como la noche anterior la multitudinaria marcha había terminado sin grandes incidentes y sin represión, hacía falta una foto escandalosa para estigmatizar la movilización de las mujeres. Eran pocos los manifestantes anti Encuentro, y pasaban desapercibidos. Hasta que una buena cantidad de ellos –en motos– rompieron un pasacalle del Encuentro que estaba justo en la esquina de Juan B. Justo y Alberdi. Y entraron con un grito de guerra, con piedras y palos, a la plaza 25 de Mayo, la que fue epicentro del Encuentro, con su feria feminista y cientos de actividades. Allí quedaban unas pocas mujeres que almorzaban, despreocupadas, sólo pensando en el regreso, cuando empezaron a recibir golpes, piedrazos, palazos e insultos. Los fundamentalistas hirieron también a Héctor, un artesano que estaba en el lugar, y salió en defensa de las chicas. La policía llegó después. Al menos cuatro mujeres, una con su hijo en brazos, resultaron con golpes y heridas. Algunas chicas atinaron a huir. En pocos minutos, un grupo pidió refugio en la Casa de Gobierno, otras se quedaron aterrorizadas en el centro de la plaza y algunas volvieron a la escuela donde estaban alojadas.
La intervención de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia hizo que las mujeres fueran llevadas en vehículos a la sede de ese organismo, donde hicieron la denuncia. El subsecretario de Protección Néstor Sotelo y la subsecretaria de Memoria Verdad y Justicia, Silvia Robles, llegaron para atender a las mujeres.
Al lugar iban llegando las compañeras con sus relatos de la agresión. Con abrazos trataban de exorcizar el miedo a ser violentadas por la calle nuevamente.
La convocatoria fue a “una movida ciudadana a favor de los derechos de Resistencia en contra de las feminazis. Por el respeto de nuestros derechos, de nuestras creencias religiosas, por las iglesias dañadas, por la ciudad destruida, pidiendo una respuesta del gobernador”. Una de las que había motorizado la convocatoria era Clelia Avila, ex diputada provincial, radical, hoy en Cambiemos, cuya militancia en contra de la legalización del aborto es conocida.
Mientras las mujeres agredidas iban llegando a la Secretaría de Derechos Humanos, los grupos de antiderechos se concentraban en la esquina de Marcelo T. de Alvear y 9 de Julio, a cien metros de la Catedral, para luego ir hasta enfrente de la iglesia mayor. La policía actuó –en ese momento– para impedir que avanzaran en su cacería contra las mujeres del Encuentro. Hicieron un cordón con sus escudos.
Para evitar nuevas agresiones callejeras, desde la Comisión Organizadora salieron a buscar a los grupos de mujeres que seguían en la ciudad para garantizar su seguridad. Mientras todo esto pasaba, llegaba una ambulancia hasta la escuela 169, donde se había refugiado un grupo de mujeres con al menos una herida.
El miedo era el denominador común entre las que recibieron piedrazos al grito de “que se vayan” o “vinieron a arruinar Resistencia”. Mientras las agredían, los hombres en moto las imprecaban por haber pintado la Catedral. Al mismo tiempo, grupos de cooperativas tapaban las pintadas en el monumento a San Martín, en el centro de la plaza 25 de Mayo, y el resto de los lugares por donde había pasado el Encuentro eran devueltos en impecable estado. En la cuadra del Arzobispado, en Mitre al 300, un grupo de trabajadores municipales retiraban las vallas que protegían la zona. Estaban soldadas al piso, como también las que se pusieron frente a la Catedral.
“Esto fue una verdadera cacería de brujas”, dijo Magda Corvalán, de Ni Una Menos Resistencia, que llegó a la Secretaría de Derechos Humanos a acompañar a las mujeres agredidas. “Estamos recorriendo la ciudad para buscar compañeras, y evitar que reciban agresiones”, dijo ya cerca de las 17, Laura Gómez, de la comisión organizadora del Encuentro. Temían que los fundamentalistas anduvieran de cacería en la ciudad, aunque hasta ese momento no había nuevas agresiones denunciadas, después de la violenta irrupción de los hombres en la Plaza.
En un comunicado, la Comisión Organizadora denunció que “esta maniobra fue claramente una emboscada planificada, esperando el momento de desconcentración”. “Este es un violento acto ante la impotencia de no poder argumentar que un evento de tal magnitud se haya realizado con total tranquilidad, en un claro ejemplo de la violencia machista contra las mujeres que se manifiestan a favor de sus derechos y libertad”, agregó. “Exigimos al gobierno provincial que cumpla inmediatamente el protocolo de seguridad elaborado con el fin de garantizar la no agresión a las participantes del Encuentro y que se investigue quiénes son los sectores que idearon, planificaron y perpetraron esta emboscada”.