¿Fue un piedrazo de los mapuches o arañazos de Santiago Maldonado? Es el interrogante que la justicia busca develar sobre las heridas del gendarme Emmanuel Echazú, quien el 1 de agosto durante la represión a la Pu Lof en Resistencia de Cushamen fue fotografiado con su rostro ensangrentado por una herida al parecer cortante que le atravesaba la parte derecha del rostro. Los responsables de la investigación intentarán resolver cómo y dónde se produjo la herida que recibió el subalférez, que declaró bajo juramento que recibió un piedrazo de los mapuches al borde de la ruta 40, en la entrada a la comunidad mapuche, antes de ingresar al territorio. Sin embargo, su declaración se contradice con las imágenes que lo muestran a la vera del río Chubut ensangrentado. Esta semana llegarían al juzgado federal de Esquel los resultados de los peritajes para obtener esta respuesta. Además, el juez Gustavo Lleral debe resolver si accede al pedido de la fiscalía para sean analizadas las llamadas del teléfono celular del jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, Pablo Noceti, quien estuvo varias horas en el lugar de los hechos.
El anterior magistrado del caso, Guido Otranto, se había negado al pedido del análisis del teléfono de Noceti realizado de la fiscal federal Silvina Ávila, a su vez sugerido por de la Procuración contra la Violencia Institucional, pero ese rechazo no fue apelado. Ahora la fiscal insiste con Lleral, porque busca establecer el rol que tuvo el funcionario macrista que el 1 de agosto estuvo seis horas entre Esquel y El Bolsón, y también determinaría si avisó a los escuadrones de Gendarmería que habría peritajes sobre las camionetas utilizadas en el operativo represivo de ese día, cuando desapareció Maldonado. Las pericias sobre los vehículos utilizados se hicieron de manera tardía e incompleta, lo cual podría haber condicionado los estudios de ADN que se realizaron en las mismas.
Quienes siguen de cerca el caso anticipan que esta semana habrá también resultados respecto a los peritajes de las computadoras y los celulares secuestradas durante la investigación, en tanto Lleral sigue poniendo orden en los testimonios de los mapuches que declararon haber visto que a Santiago lo agarraron tres gendarmes al borde del río, lo golpearon y se lo llevaron en una camioneta. El magistrado, que visitó la comunidad y tomó allí declaración testimonial a Ailinco Pilquiman y a un joven mapuche, dijo a los diputados de la comisión de Derechos Humanos de la Cámara baja que pretende generar la confianza suficiente como para que “todos los que aún no declararon por temor lo hagan”.
Por otra parte, los investigadores también se preguntan por qué el gendarme Echazú avanzó con la persecución a los mapuche que habían cortado parcialmente la ruta 40 si estaba lesionado. Una de las hipótesis es que haya sido lastimado a la orilla del río, donde desapareció Maldonado. Por esto, la fiscal Ávila, que instruye la causa por presunta desaparición forzada, le requirió al Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema que perite la herida que recibió Echazú, y los expertos trabajarían sobre las fotografías del procedimiento. Algunas de esas imágenes, que no fueron publicadas, evidencian que el subalférez también tenía heridas en el cuello. En tanto, el juez Otranto aceptó la denuncia de Echazú contra Matías Santana, testigo clave del caso Maldonado, a quien acusa por haberle provocado la doble fractura en la cara con un piedrazo.