Volodímir Zelenski comienza a sentir el sabor de la derrota. El presidente de Ucrania es consciente de que ha perdido el enfrentamiento militar contra Rusia.
Salvo material de descarte, no consigue nuevo armamento ni mayores recursos para hacer frente al conflicto en los próximos meses, en tanto que sus ejércitos no han recuperado territorio ni mucho menos han desenvuelto la ofensiva con la que alardearon desde mediados de este año.
De ahí que hoy la principal apuesta de Zelenski sea mostrar fortaleza frente a un enemigo que ni siquiera el apoyo conjunto de la OTAN y de las principales potencias económicas ha conseguido doblegar.
La estrategia
La estrategia de Zelenski, por tanto, consiste en sumar la mayor cantidad de apoyos y respaldos externos para el momento en el que al mandatario ucraniano deba sentarse a conversar con Vladimir Putin como un primer paso para la pacificación de toda la región. El Sur Global, sobre todo en sus gobiernos pro mercado, podrían ayudar al gobierno ucraniano en ese difícil trance.
No sorprende entonces que, con mayores limitaciones en Ucrania, donde su descrédito es cada vez más profundo, el despliegue de Zelenski discurre hoy en el plano internacional, si bien debe enfrentar el debilitamiento de su vinculación con los Estados Unidos y, especialmente, con el gobierno de Joe Biden.
Con el objetivo de conseguir nuevos adherentes a una “fórmula de la paz” que deliberadamente no involucra a Rusia y que, como foro internacional, tendrá su próxima reunión en Suiza en enero próximo, el mandatario ucraniano tuvo un paso fugaz por Buenos Aires el pasado 10 de diciembre para asistir a la asunción presidencial de Javier Milei.
En la estrategia del todo suma, Zelenski estableció una llamativa entente con el nuevo gobierno argentino: como trascendió en un principio, no sólo existiría la voluntad por organizar una cumbre por la paz en Ucrania con amplia presencia latinoamericana.
Los helicópteros de Milei
Según diversos sitios de noticias especializados, Milei también estaría considerando transferir al gobierno ucraniano dos helicópteros Mi-171Е fabricados en Rusia y que actualmente permanecen fuera de servicio. La transferencia de los helicópteros sería a cuenta para la adquisición de aviones cazas F-16 producidos en Dinamarca.
Se trata de un giro en la política exterior y de defensa que implicará el involucramiento de Argentina en un conflicto externo con el que no tiene ninguna relación, así como también un realineamiento en torno a los Estados Unidos, en un intento de acercamiento a la actual administración demócrata y para la búsqueda de apoyo político frente a la implementación de un programa económico claramente impopular.
Zelenski también aprovechó la presencia en Buenos Aires de los presidentes de Uruguay, Paraguay y Ecuador para comprometer su participación en el evento global que, no casualmente, se desarrollará casi a la par del conocido cónclave neoliberal de Davos. Con todos ellos hubo diálogo y acuerdos, ya sea en materia política pero también de ampliación comercial.
Desde Argentina, Zelenski partió a los Estados Unidos, donde una vez más la oposición al gobierno demócrata consiguió frenar una nueva asignación de fondos destinada a los combatientes ucranianos.
Invitación de Biden
Zelenski no dudó en aceptar la invitación de Joe Biden y entendió que su presencia en Washington resultaba de fundamental importancia para la supervivencia de esta alianza. Sin embargo, el cada vez más profundo conflicto entre demócratas y republicanos generó en el mandatario más dudas que certezas.
Si el gobierno demócrata acusa a la oposición de desinteresarse de la suerte de una nación aliada y de jugar a favor de Vladimir Putin, los republicanos culpan a la administración de Biden por haber arrastrado al país a una guerra innecesaria, excesivamente costosa, y que terminó relegando escenarios complejos como el de la frontera con México, inestabilizada tanto por el narcotráfico como por la inmigración ilegal.
Por otra parte, los republicanos confían en que en las próximas elecciones presidenciales uno de los suyos (probablemente Donald Trump) se ubique en la Casa Blanca y, desde allí, proceda a reordenar la política exterior estadounidense en función de nuevas prioridades, entre las que ciertamente no se encuentra la defensa militar de Ucrania.
Sin mayor margen de acción, y como corolario a la entrega de más de 110 mil millones de dólares desde el inicio del conflicto con Rusia en febrero de 2022, Zelenski fue avisado por distintos medios que Estados Unidos ya no dispondría de más fondos (al menos en el corto plazo) para continuar el suministro de armas y pertrechos militares a Ucrania.
En efecto, primero Shalanda Young, a cargo de la estratégica Oficina de Gestión y Presupuesto del gobierno, y luego Antony Blinken, el Secretario de Estado, confirmaron públicamente que ya no habría más recursos destinados a Ucrania a menos que los legisladores republicanos votaran positivamente en ambas cámaras para continuar con las hostilidades contra Rusia.
La reciente visita de Zelenski al Capitolio fue desarrollada sin demasiada expectativa, ante la negativa de un importante sector republicano por aprobar una transferencia en armamento por 60 mil millones de dólares, tal como había sido solicitado por Joe Biden.
Desdén
El desdén hacia el invitado de honor fue todavía más amplo si se toma en cuenta que en paralelo a su visita, varios legisladores republicanos participaron de un evento organizada por la Heritage Foundation, una organización conservadora financiada por el gobierno de Viktor Orban, primer Ministro de Hungría, aliado a Rusia y, por ende, el principal opositor a Zelenski en Europa.
Para que el presidente ucraniano no se regresara maltratado y con las manos vacías, el gobernante estadounidense calificó a su par como “aliado” y, ante las críticas que comenzaron a aflorar incluso dentro del partido Demócrata, se comprometió a no abandonarlo. Para completar, Joe Biden realizó una entrega de armamento con fondos propios de la presidencia y por un valor de apenas 200 millones de dólares, una cifra varias veces menor a la acordada inicialmente.
Volodímir Zelenski es consciente de que su buena estrella se está apagando y que nada bueno se espera para los próximos meses en el conflicto contra Rusia. No en vano Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, advirtió recientemente que había que prepararse a las “malas noticias” sobre Ucrania.