“Nos dejaron una inflación plantada del 15 mil por ciento anual”, dijo el Presidente Javier Milei en su primer discurso ante una Plaza de los Congresos que vitoreaban la palabra “motosierra” allá en el tiempo, dos domingos atrás.
El discurso de la "hiper" fue claro y retomado luego por sus ministros, en especial por Luis Caputo y el vocero Manuel Adorni, quienes no evitaron usar ninguna de las típicas metáforas liberales: la comparación con la economía hogareña y con un tratamiento médico. En este punto hay una certeza más que clara: el Gobierno busca a toda costa “plantar” la hiperinflación en el discurso social que impera para justificar un brutal ajuste.
Pero también hay una duda, y tiene que ver con la otra concepción de la hiperinflación que “planta” en Gobierno, y está vinculada con si efectivamente existe o no el contexto macroeconómico para que el país llegue a ese escenario.
En diálogo con Página|12, el analista de EPyCA Consultores, Joel Lupieri, explicó que por definición, según el manual clásico de Phillip Cagan, hiperinflación se aplica a un aumento sostenido de los precios por encima del 50% mensual, durante dos o tres meses.
¿Hay hiperinflación en Argentina?
Esta primera definición de manual aleja la idea de que Argentina está ahora en una hiperinflación. De hecho, tras el brutal ajuste que hizo el Gobierno y los aumentos drásticos en todos los rubros, habría una inflación del 25 por ciento en diciembre, según la Fundación Libertad y Progreso.
Una apreciación similar fue la que dio a este medio Matias Wasserman, investigador del Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas, quien aseguró que “sería poco preciso decir que el país está en una hiperinflación, tanto desde el punto de vista técnico y, sobre todo, en la realidad, en lo que uno percibe en los comercios".
“Yo no veo hiperinflación. Veo lo contrario. Veo Rodrigazo, subida de precios. Pero eso no es hiperinflación”, añadió ante Página|12 el abogado, influencer e inversor Carlos Maslatón, quien se mostró muy crítico del plan económico desplegado por Milei en la primera semana de gestión.
A lo que Maslatón hizo referencia fue a un conjunto de medidas implementadas durante el gobierno de la presidenta María Estela Martínez de Perón, que fueron anunciadas el 4 de junio de 1975 por el ministro de Economía, Celestino Rodrigo.
Similar al “Caputazo”, como en algunos medios bautizaron el plan de LLA, el programa devaluó 160 por ciento el tipo de cambio, promovió un aumento drástico en las tarifas del 75 por ciento, un incremento de los combustibles del 180 por ciento y la eliminación de los subsidios a los sectores más vulnerables con tope a las paritarias.
El resultado fue una aceleración drástica de la inflación, que se elevó a un promedio mensual del 18 por ciento, y un incremento anual del 335 por ciento, y a la renuncia de Celestino Rodrigo luego del primer paro de la CGT a la gestión peronista.
De acá al futuro: ¿hay riesgo de hiperinflación?
En este contexto, Lupieri vaticinó de cara al futuro que “es improbable que en estos meses, donde supuestamente veremos lo peor de la crisis, la inflación llegue a tal punto de la hiperinflación”.
“La definición clásica data de mediados de los '50. Está pensada para otra época. Para la modernidad, tomando como base que el mundo en general ya no experimenta tasas de inflación de dos dígitos frecuentemente, podemos asumir que Argentina está en una ‘hiperinflación moderna’”, añadió el especialista de EPyCA Consultores.
Por su lado, Wasserman comentó sobre lo que podría venir: “Si vos venís tirando en una inflación que se acelera con un piso del 12 por ciento que dejó el último mes y que con los aumentos dispuestos esté más cerca del 30 por ciento, evitar una espiralización parece todo un desafío”.
“Sobre todo porque entre los anuncios no aparece ningún ancla que pueda frenar los progresivos aumentos que vengan después de este sacudón”, añadió sobre el plan de Caputo. Y abrió otro interrogante: “Las paritarias que se vayan a negociar este mes, ¿a cuánto van a llevar los salarios? Eso va a espiralizar un aumento que probablemente deje atrasado el tipo de cambio en unos meses y estemos frente a otra necesidad devaluatoria”.
Finalmente, el analista del Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas dijo: “Lo anunciado hasta ahora implica un deseo o puente para llegar a marzo. Los riesgos son los que vayan a ocurrir con la puja distributiva y la capacidad del Banco Central de sostener el crawling peg (ajuste del dólar) del 2 por ciento”.