Un analizante destacó una dimensión fetichista de su deseo. Se notaba especialmente en los escotes de las mujeres en el hueco entre los senos. Al describir un día de sesión, como ya lo había hecho en varias ocasiones, a su madre como una “mujer santa”, abrazando así los principios religiosos que la guiaron, el analista interpreta luego ojo por ojo: “Una santa entre dos santos”. Risas… Esta interpretación tiene varios detonantes. Primero rompe la cadena habitual del discurso sobre la madre como mujer santa. También produce un efecto de lectura y revelación del inconsciente. Las dos lecturas del pecho (sein) y del santo (saint) presuponen la instancia de la letra (tienen una sonoridad parecida). La interpretación apunta al mismo tiempo al objeto, al objeto fetiche, y no al objeto mamario. Si la interpretación produce un efecto de significado metonímico es para revelar mejor el objeto fetiche en su carácter irrepresentable. Sin embargo, nunca deja de aparecer como puro disfrute de la repetición. Aquí es donde el objeto como ranura se desliza, fuera de la representación. Esta ausencia hace eco en los términos freudianos del pene (faltante) materno que no existe.
Esta interpretación me parece resonar con las palabras de Lacan en “L’étourdit” (El atolondradicho – Las vueltas dichas). En este texto apoya una tesis radical sobre la especificidad del discurso analítico como tal. Sería el único donde se abordan centralmente las relaciones entre decir y dicho. En efecto, la práctica analítica supone distinguir dos modos de decir: la petición y la interpretación. Lacan subvierte aquí los dos modos identificados por Aristóteles e iluminados por Heidegger: la oración y el logos apophantikos (la interpretación apofántica).
La palabra abordada en la petición forma parte del hilo de la oración, en “rezar a otro”. Este modo de decir no se relaciona con la lógica proposicional sino con las “actitudes proposicionales”. La interpretación apofántica en el sentido de Lacan debe entenderse como una subversión de la interpretación clásica del logos apophantikos de Aristóteles. Para la traducción filosófica, la afirmación apofántica de una proposición es un modo de discurso relativo al juicio, que permite afirmar y separar lo verdadero de lo falso. En contra de la tradición filosófica, Heidegger sostuvo que apofántico debe entenderse como un decir que pone de manifiesto el poder creativo del significante, que “hace ver” antes de cualquier juicio sobre lo verdadero y lo falso. Ante la lógica del juicio, destaca la revelación del poder del lenguaje a través de la pura afirmación.
Lacan adopta esta perspectiva para el discurso analítico. La interpretación es equívoca, revela un significado opaco y mantiene el enigma de la enunciación. Mientras que la filosofía intenta determinar un ser por atributos en términos de sí o no, verdadero o falso, el discurso analítico cuestiona la relación entre decir y decir, y lo que el sujeto dice en un momento. En este sentido, Lacan retoma a través de la lógica de la modalidad apofántica aquello en lo que siempre había insistido. El colmo del significado se encuentra en el enigma. Y añade: el enigma es el nombre de lo irreductible de dicho a dicho.
Desde el Seminario I, Lacan evocó la vara del maestro zen chino como una pausa para afirmar que el lenguaje es ilusión y que sólo cuenta el poder del enigma que oculta. El poder del lenguaje se revela en el corazón del enigma, no en el juicio ni en el significado. La escritura de Lacan S1 → S2 no es del orden de la plenitud del significado sino del orden del surgimiento del enigma del significado. Esto es lo que se obtiene mediante la interpretación retórica o metafórica. En ambos casos, el efecto de significado remite a un goce que siempre se escapa.
Lacan acentuó el poder del significante como tal más allá del efecto del significado. Por un lado, el S2 se acerca cada vez más al lado del enigma. Por otra parte, se afirma el poder de S1 como tal. Corte de S2, se acentúa la vocalización pura, la jaculación y el efecto de significado real. La jaculatoria S1 del corte interpretativo responde al S1 antes de la articulación de la cadena. Es un intento de elevar a la altura del significante único, puramente lógico, que marca la huella de la repetición del goce. Nuestro ejemplo de interpretación pretende seguir este camino.
*Texto en el Blog Psicoanálisis Lacaniano. 04/09/23.