4 - AQUAMAN Y EL REINO PERDIDO
(Aquaman and The Lost Kingdom/Estados Unidos, 2023)
Dirección: James Wan
Guion: David Johnson
Duración: 124 minutos
Intérpretes: Jason Momoa, Patrick Wilson, Amber Heard, Yahya Abdul-Mateen II y Nicole Kidman
Estreno en salas
Los superhéroes podrán vencer a los villanos más poderosos del mundo, pero no pueden domesticar el paladar de una audiencia que, desde la pandemia, los ha corrido a un lugar de reparto en el ala más mainstream de Hollywood. Ninguna de las tres películas más vistas en los cines argentinos durante este año (Barbie, Super Mario Bros y Elementos) tiene a un encapotado como protagonista, y casi todas las producciones de ese universo cosecha 2023 (la honrosa excepción es Guardianes de la Galaxia Vol. 3) estuvieron muy por debajo de las expectativas económicas. Incluso una de ellas, The Marvels, fue superada hace unos días por Cuando acecha la maldad en la taquilla. Tampoco ayuda que dos de quienes asomaban como nuevas figuras, Ezra “Flash” Miller y Jonathan Majors, sean noticia menos por sus películas que por sus problemas con la ley. Con el carisma de Iron Man y la fiereza de Viuda Negra ya formando parte del pasado reciente, es hora de barajar y dar de nuevo, de reinventarse ensayando nuevos caminos. Todo lo contrario a lo que hace Aquaman y el reino perdido.
Aquaman se estrenó en 2018 y, sin ser una gran película, al menos podía ufanarse de balancear muy bien la ligereza pop del asunto –cortesía principalmente del tono elegido por el gigantón Jason Momoa, al que si le ponen una remera negra podría jugar para los All Blacks–, el drama superficial fruto de los inevitables enrosques y traumitas familiares de los muchachos y las muchachas surgidos de las viñetas, especialmente los de la factoría DC Comic, y las situaciones propias de una comedia con plena consciencia de que no puede tomarse demasiado en serio a un musculoso con ínfulas de sireno. Era lógico suponer que su secuela recorrería caminos similares, sobre todo en un año en el que las dos producciones por las que más apostó de DC, ¡Shazam! La furia de los dioses y Flash, se inclinaron por la liviandad y los enredos menores antes que por las disquisiciones filosóficas y por ubicar a sus criaturas como salvadores del mundo.
Pero no. La nueva aventura del ahora Rey de Atlantis es de esas películas que piensa que mientras más grande, mejor, y por eso recurre nuevamente Black Manta para que intente escupirle el asado a Aquaman. Lo particular es que esa suerte de hormiga gigante con cabeza con forma de plato volador es mucho más fuerte que antes, lo que obliga al monarca a volver a unir esfuerzos con su hermano, del que se había distanciado en la primera entrega, para vencerlo.
Durante las dos horas de metraje, el realizador James Wan parece dispuesto a tildar todos los ítems que le enrostran los detractores al género súper, y se despacha con un relato grave, aburrido, recontra cargado de efectos especiales y con aspiraciones de tragedia griega aun cuando los dilemas éticos y morales son más básicos que la tabla del dos. Por si fuera poco, y al igual que otra película casi íntegramente subacuática como la reciente versión live action de La sirenita, el registro fotorrealista de los actores, lejos de aportar verosimilitud, refuerza el artificio ante un fondo deliberadamente digital. Con un fondo hecho de cartón pintado de azul, un par de pescados de plástico y tres o cuatro cascotes robados de alguna obra en construcción, al menos hubiera sido divertido.